✵ Capítulo 31 - PARTE UNO

166K 25.8K 45.1K
                                    


Acomodo el retrovisor y hago el asiento hacia atrás para que mis piernas se puedan acomodar perfectamente dentro de la camioneta. André me mira por la ventana y suspira, dándole una mirada a mi tía Jane.

—Esto es una muy mala idea —sentencia.

—Descuida, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Chocar con un poste? —ella le dice divertida.

—¡Matar a alguien! —exclama—. ¡O peor aún! ¡Que Bella me mate a mí!

—Nadie va a morir. —Le hago una seña con la mano para que se detenga—. Puedo controlar esto, no se me ha olvidado conducir.

«Creo», pienso.

—Entre un coche y una camioneta hay una gran diferencia —explica, haciendo énfasis en la palabra "gran"—. Evita chocar, quiero conocer a la criatura que tú tía lleva dentro, ¿estamos de acuerdo?

Una sonrisa traviesa se asoma en mi rostro.

—Sólo pasearé un rato con ella, Aitor vendrá conmigo, si en dado caso no puedo, dejo que conduzca, él maneja la de su tío. Qué mala fe me tienes.

—Lo que me faltaba —musita—, iré a cotizar mi ataúd. Nos vemos.

Tío André menea la mano y se aleja, dejándome con su mujer. Ambos dirigimos la mirada al hombre que se adentra a la casa y, al parecer, no piensa regresar. Medito durante unos segundos lo que ha pasado y no puedo evitar soltar una risilla maliciosa. Él es demasiado dramático.

—Bien, ahora que se ha ido... No rebases. No insultes. No le saques el dedo de en medio a nadie. No sobornes a los policías. No aceleres más de lo necesario-

—Ok, ok, ya entendí, ¿algo más? —la interrumpo.

—Sí. —Asiente—. No le des el mando a Aitor.

—Perfec-

—Y no metas la camioneta en el garaje de un motel feo —finaliza.

Saboreo sus palabras y mi mente comienza a trabajar, cuando hilo algo para decirle, mi subconsciente me grita que no lo haga, que mejor me guarde mi estupidez y evite que tía me baje a gritos, sin embargo, ¿quién soy yo para hacerme caso a mí mismo?

Por lo que la oración sale sin ninguna restricción.

—Pero a un motel bonito sí, ¿cierto?

—Te voy a jalar las orejas, Aidan Daniel —me amenaza.

—El embarazo te está afectando, ¿eh?

Ella abre sus ojos y se pone de puntas para estirar su brazo a mi cabello y halar de él, haciéndome pegar un grito.

—¡No, detente! ¡Es broma, es broma, mujer! —Me deshago de su agarre y me sobo la cabeza con una sonrisa burlona en mi rostro—. Joder, qué humor. Está bien, ya tengo todo en claro, tranquila.

—A ver, dime lo que te dije en el mismo orden —pide. Toma una posición de jarra con sus brazos y su mirada se vuelve seria.

Conozco esa acción.

Cuando tenía alrededor de trece años, siempre me pedía que le repitiera lo que había dicho minutos atrás, eso con la finalidad de ver qué tanta información podía retener mi mente, le gustaba saber que de alguna manera lo lograba. Y la verdad es que con recordar unas cuantas palabras podía lograrlo.

Juego con mi lengua antes de hablar.

—No rebaso. No insulto. No le saco el dedo de medio a nadie. No soborno a los policías. No acelero más de lo necesario. No le doy el mando a Aitor. No meto la camioneta al garaje de un motel feo ni bonito... y supongo que tampoco debo meter otra cosa en-

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora