✵ Capítulo 23

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Oculto el cabello que sobresale debajo del gorro de lana y observo por el reflejo a mamá entrar a la cocina. No me ha dirigido la palabra en toda la mañana, solo la he escuchado discutir con Darel y reprender a Molly por no dejarse peinar para ir al colegio.

Observo mis ojeras y elevo mi ceja izquierda, entreteniéndome por un momento en la manera en la que mi piercing se mueve. Suelto un suspiro, empañando el espejo, dibujo una seña obscena y me río por lo bajo.

La mujer regresa a la sala, cogiendo una carpeta de la mesa. Me giro para verle.

—Voy a salir —le aviso. Ella alza su mirada y asiente—. Regresaré mas tarde.

—Cuídate —se limita a decir.

Quiero acercarme y darle un beso en la frente como es de costumbre hacerlo. Sin embargo, antes de decidir, ya he comenzado a caminar en dirección a la puerta principal para salir. Me coloco los auriculares, camino a la parada y espero a coger el bus que me llevará hacia mi destino.

Mi celular vibra, notificándome un nuevo mensaje.


De: Aitor

nos podemos ver???? No ahora, más tarde, cuando salga de clases

puedes??

sigues durmiendo?


Me quedo en duda, releyendo lo que me ha escrito. No tengo idea si eso es algo bueno o malo. Tiene días que no hemos hablado, ha reaccionado a mis historias de música y yo no he visto las de él, no porque las evite, sino que, simplemente no me aparecen. Quizá me ha bloqueado. No lo sé. No me importa.


De: Aidan

Supongo que sí, estaré en mi casa a las tres de la tarde.

De: Aitor 

okkokok, nos vemos!! Bonito día!!


Automáticamente, mi ceño se frunce. Él jamás es de desear lo último. Me extraña demasiado, aunque, a decir verdad, desde que Aitor ha pasado de un día a otro de odiar todos los detalles cursis a hacer mandalas junto a su novia dejándose fotografiar por ella... dudo que eso sea lo más confuso que tenga para mí.

Siendo las siete treinta y cinco de la mañana, el cielo se encuentra nublado, hay nubes grises danzando por el cielo y el sol se oculta entre ellas, su luz es casi eclipsada. Ya no me sorprende los cambios climáticos de la ciudad, se ha vuelto impredecible, un día puede llover y al otro existe la posibilidad de que haya una sequía.

Dejo caer la cabeza sobre el cristal del bus y me dedico a tararear las canciones que se oyen a través de mis auriculares. Me llevo alrededor de veinte minutos de camino hasta que pido la parada y continúo adentrándome al fraccionamiento.

El guardia que cuida la entrada me mira de manera interrogativa y... ¿ya he dicho que odio ese tipo de miradas? De acuerdo, puede ser que parezca un ladrón o sicario por vestir de negro, sin embargo, no sería uno estúpido que se arriesgaría a realizar su acto en la mañana en un lugar con seguridad de primera mano.

—Vengo a visitar al abogado Beckinsale —Trato de recordar el apellido del hombre.

—¿324-A? —pregunta.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora