✵ Capítulo 15

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—No quiero que tomes —me sentencia, mirándome por encima del libro desde el comedor, camino hacia ella y le sonrío, cogiendo su rostro con una mano y darle un beso en la frente —. En serio, Aidan Daniel.

—Solo dos o tres copas —vacilo —, o unas seis o diez, las que sean bien recibidas en mi organismo.

Mamá me da un manotazo y su ceño se frunce, mostrándome lo tan desagradable que le pareció mi comentario. Escucho una risa de fondo y alzo mi vista, visualizando a Darel bajar de las escaleras con Molly entre sus brazos.

—¿Quieres llevar el auto? —el hombre me ofrece.

Hago una mueca con mi boca y niego.

—Vendrán por mí, gracias aún así —elevo la comisura de mis labios y él asiente —. Llegaré a las tres.

—Eso no suena a pregunta —la mujer refuta.

—Porque no lo es —le doy un guiñó y se pone de pie rápidamente —. ¡Dios, no! ¡Es broma! ¡Tranquilízate mujer!

—Harás que te encierre en el sótano y no salgas hasta el lunes por la mañana, ¿entiendes? —me señala con su dedo y deja a un lado el libro para mirarme directamente a los ojos—. ¿Con quién irás? ¿Con Aitor? ¿A dónde?

Relamo mis labios y ladeo la cabeza, luciendo como un niño pequeño que no entiende sus palabras, mi madre me reta con la mirada y me río.

—Iré con otro amigo, no lo conoces, la fiesta es por la Villa Santa Lucía, son chicos del instituto, no hay por lo que te tengas qué preocupar. Me voy sobrio, llegaré sobrio. Lo prometo.

—Eso espero —suspira—. No quiero que estés haciendo cosas malas, eres un gran hijo y lo sabes muy bien —acorta la distancia entre nosotros y acaricia mi mejilla—. Te amo mucho, moriría si te pasa algo, mi vida.

Muerdo mis labios por unos segundos y sonrío.

—Yo igual te amo —confieso—. Descuida, todo estará bien, no es la primera vez que salgo a esta hora... y paremos, por favor, estamos haciendo una escena cursi frente a tu esposo y Molly —susurro lo último—. Comienza a darme, ya sabes, no me hagas decirlo.

Ella rueda los ojos y regresa al lugar donde se encontraba, cogiendo nuevamente el libro para seguir con su lectura. Observo como Darel juega con mi hermana menor a un rompecabezas que han comprado hace dos días y frunzo mis labios, ahora tengo ganas de jugar también...

Mi celular vibra y lo saco del bolsillo de mi pantalón, leyendo un mensaje de Borris. Ok, es hora de irnos.

—Bien, ¡hasta la próxima! —grito, yendo hacia la puerta de la entrada —. Les aviso cuando ya esté de regreso.

Escucho como me gritan que procure cuidarme y salgo de la casa, palpando los bolsillos de mi chamarra para asegurarme que llevo todo lo necesario. A ver, repaso mental.

¿ID? Sí.

¿Celular? Sí.

¿Llaves? Sí.

¿Cartera? Sí.

¿Dinero? Sí.

¿Condones? Sí.

Traigo conmigo todo lo esencial.

Visualizo el auto de Borris al frente de mi casa y sonrío ante el recuerdo de que Aitor se suele estacionar en la esquina por mi madre. Qué loco, ya tiene tiempo que no sale para despedirme y decirle a mi mejor amigo que maneje con cuidado.

El chico se asoma por la ventana y enarca una ceja, observando como voy vestido, abro mis ojos, incitándole a que suelte lo que está pensando. Vamos, estoy acostumbrado a que Blakely siempre dispare algo en contra de mí.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora