✵ Capítulo 28

168K 26.4K 31.7K
                                    


Jugueteo con el pequeño cachorro que lame la palma de mi mano, es tan bonito y su pelaje lo hace ver esponjoso, parece un peluche que me dan unas ganas de abrazarlo y apretarlo por la ternura que despierta en mí.

—¿Igual coquetearás con Hensen? —Becca me pregunta.

Alzo la cabeza y frunzo mi ceño, dándole una mirada de pocos amigos. Ella jamás dejará de atacarme, ya he aceptado este trato de su parte.

—Ahora crees que soy zoofílico —murmuro—. Genial.

Me regala una sonrisa y niega varias veces.

—Te tengo entre ceja y ceja. No te librarás tan fácilmente de mí, sólo dame tiempo de superarlo y puede ser que tu honorífico nombre regrese a mi lista de gente que quiero dentro de mi área.

—Así que... ¿mi nombre es honorífico?

—Oh, bájale, por favor —suplica, comenzando a caminar con Hensen.

Le permito que se aleje y me quedo pensando si venir con ella ha sido buena idea. La respuesta es sí, Rebecca me pidió conversar un rato... mentira, lo hice yo. Quería darle las gracias por su ayuda con el título para mi proyecto, igual platicarle acerca de lo que he escrito y discutir un poco sobre lo que pueda ocurrir en el juicio.

Cuando le envié el mensaje, ya había aceptado que me rechazara, sin embargo, me llevé una gran sorpresa al instante en que me contesto con un simple "yo paso por ti".

Como acompañante, vino en el asiento de atrás su mascota, el pequeño cachorro de tan solo tres meses, muy juguetón y pachoncito. Un algodón blanco, redondo y chico. Todavía no descifro de qué raza se trata.

—¡Aidan! —Su voz llamándome me hizo regresar al espacio. La miro—. ¿Vendrás o piensas quedarte ahí en lo que resta del día?

Pongo los ojos en blanco y me aproximo a ella trotando.

—¿Cómo te ha ido con el ensayo? —vuelve a hablar.

Bufo, ladeando la cabeza hacia la derecha.

—La profesora ha quedado encantada —admito—. Dibujé un cómic al final explicando la conclusión que escribí, tal vez en algún futuro puedas leerlo —Me encojo de hombros, restándole importancia a lo que he dicho—. Me gustaría saber qué opinas acerca de mi pequeña metáfora.

—¿Pequeña? —cuestiona en un tono irónico—. Pregunta, ¿cuántas palabras y hojas fueron?

—Uhm —pienso—, no recuerdo la cantidad de palabras exactas, pero sé que ocupé diez hojas sin contar la portada.

—Woah —Becca se sorprende y esboza una sonrisa—, confiaré en que esa pequeña metáfora se extendió lo suficiente para querer expresar tu objetivo principal, sé que has tenido días malos, todo el mundo los tiene. Es bueno que hayas sacado provecho de ello, es lo mejor que podemos hacer, convertir el cero en diez o la F en A.

Meto las manos a los bolsillos de mi pantalón y formo una mueca con mis labios.

—En mi caso, la F no la pude convertir en A —vacilo—. Hice lo mejor que pude, ahora intento llevar por un buen camino mi propio escrito. Tengo mis pensamientos en orden... sólo que aún me falta un paso. Sólo uno.

—¿Cuál?

—Poder perdonar por completo —trago saliva—. Es difícil hacerlo cuando se trata de alguien importante en tu vida...

—¿No sería fácil?

—No —niego—, porque en ocasiones el amor que se le tiene a alguien se puede convertir en decepción, y la decepción es una completa mierda, sobre todo cuando la imagen que tienes de ese alguien se reduce a nada. Es como cuando compras una pintura creyendo que es original y luego te enteras de que es una réplica demasiado chafa.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Where stories live. Discover now