✵ Capítulo 10

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—¿Y esto cómo funciona? —pregunto, leyendo el empaque de las tiras reactivas.

—Solo tengo que pincharme el dedo y poner una gota de sangre sobre el cuadro de la tira, en menos de cinco segundos te da el resultado, no es algo que necesite mucha ciencia —Sue me explica, enseñándome ambas cosas—. El glucómetro es muy práctico, simplemente tienes que limpiar con alcohol la zona que vas a picar y listo.

—¿Cada cuánto lo haces?

—¿Para qué quieres saber? —ella demanda, enarcando una ceja.

Le regalo una sonrisa inocente y me encojo de hombros.

—Curiosidad —me limito a responder —. En lo que llevo de vida, jamás he visto a una persona usar este tipo de cosas y se me hace imposible querer averiguar —me encojo de hombros y la miro—, ¿acaso te molesta que te pregunte sobre esto?

Sue comienza a guardar las cosas en el estuche mientras yo solo la observo cada uno de sus movimientos, el cierre de este hace un ruido poco amigable y finaliza metiéndolo en su bolsa de tela. Ella dirige su vista a la mía.

—No —niega —, solo que no muchos me cuestionan acerca de ello, es raro tener que contar cierta parte de mi vida a alguien, ¿entiendes?

Asiento.

—Normal.

La chica me sonríe a medias y después le da paso a su ceño fruncido, formo un mohín con mis labios ante su gesto y es inevitable que ambos no soltemos una risa a causa del otro.

—No puedo evitar reírme de lo fatal que te ves con ese parche, hubiese quedado perfecto para octubre, mínimo tendrías un excusa, igual un paso a tu disfraz de pirata. Tienen algo contra tu rostro, ¿cierto?

—A veces elegimos amistades que nacen para jodernos casi todo el tiempo y otras a enemigos que ven como saco de box tu cara —me burlo —. Quizá en próximo cumpleaños quieras regalarme un casco de fútbol americano, no me vendría mal usar uno como parte de mi persona.

—Lo pensaré —entrecierra sus ojos y duda —. ¿Cuándo es?

—El próximo mes —le respondo.

—¿Junio? —se extraña y asiento, Sue abre sus ojos con sorpresa y toca su pecho —. ¡El mío también lo es!

—¡Habría estado genial si te hubiese preguntado! —ataco divertido, invirtiendo un poco las frases violentas que ella echa hacia mí.

—Buen intento —ríe —. Aquí nadie me roba el papel de majadera. Mejor ve haciendo fila para tu audición de Jack Sparrow, ese te quedaría mejor —palmea mi hombro y se aleja de donde nos encontrábamos —. Si eres del veinte en adelante, podría pensar lo del regalo.

—Tsss, qué mala suerte tengo, soy justamente del primero de junio, quizás puedas hacer una excepción, soy tu nuevo amigo —cojo una pequeña estatua de cerámica y la examino.

—Claro —ironiza —, por cierto, ¿no iba a venir tu amigo? El tatuado que parece vagabundo salido de un anexo.

Su descripción me causa una fuerte carcajada y niego varias veces.

—Aitor, su nombre es Aitor —la corrijo.

—No me interesa —declara y voltea a verme —. ¿Les han dicho que parecen polos opuestos?

—Algo así, es un gran chico, en serio.

—Por supuesto, es el típico hombre con aires superficiales que intenta coquetear junto a una sonrisa de lado mientras suelta una frase sacada de algún libro de piropos que ha comprado en el mercado a un dolar, en la actualidad eso se llama acoso. Dile que pare.

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora