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Había tomado el vuelo de regreso a casa llegando en la tarde al aeropuerto, sólo llevaba una maleta por lo que no se preocupo mucho de sus cosas.

Sonrió al poder encontrar al taxi que lo llevaría a casa, en el trascurso pensó más de dos veces llamar a Tetsurõ, pero era sorpresa por lo que negó mentalmente.

- Llegamos, señor- Hablo el conductor quien bajo del auto para darle la maleta a Kei.

El rubio pagó y se adentró con cuidado a la casa, sin hacer ningún ruido y dejando la maleta en la entrada.

En la entrada... ¿Por qué había un par zapatos de mujer en la entrada? ¿Zapatillas?¿Por qué? No quería pensar lo peor, quería a Tetsurõ y sabía que él de igual forma lo quería pero...su imaginación creo diferentes escenarios en tan solo unos segundos.

Se acercó a la habitación en la que dormían, y sus sospechas fueron ciertas, habían alguien más con él, se podía escuchar.

Se dió la vuelta y regresó a la sala, tomando asiento e intentando calmarse, no tenía que ser estúpido, no otra vez.

Recordó todo lo que vivió con Kuroo, su luna de miel, sus besos, abrazos...todo, todo era tan doloroso.

Se levantó de aquel sofá gris y caminó por el pasillo a la habitación, viendo con atención esos cuadros en la pared, cada uno de sus mejores momentos capturados, abrió la puerta de aquella habitación y se encontró con esa mujer y su ahora exesposo, en su cama, revolcándose como gatos en celo.

Le dió asco pero no mostró un gran enfado o al menos no lo mostró, al contrario, sonrió, una sonrisa que Kuroo conocía a la perfección.

- Hey, Cariño... Volví -le arrojó al anillo en la cara... Y Kuroo lo único que pudo hacer fue mirarlo sin comprender como es que Kei estaba ahí.

- Kei... ¡No es lo que parece!

- Te veré para firmar los papeles del divorcio. - Y salió de la habitación, otro día volvería por sus cosas, no quería estar ahí por lo que bajó por las escaleras, esperando que él no fuera a detenerlo.

- Kei ¡Espera! -Gritó, bajando las escaleras a la vez que intentaba sujetar la mano de su esposo. O, mejor dicho, su ahora exesposo- Te juro que no fue mi intención. ¡Por favor! ¡Perdóname!

- ¡¿Acaso eres un idiota?! ¿Cómo quieres que te perdone cuándo me encontré con esa escena? -Hablo con voz dolida, y era verdad. Kei lo odiaba. Odiaba siempre ser el segundo o último en todo.

- Kei... -bajo totalmente las escaleras, interceptando al rubio quien se detuvo.

- Desearía no haberte conocido, Kuroo. -Maldijo por debajo al mayor, quitando su mano antes de que fuera tomaba por Kuroo, intentando retroceder a un escalón. Pésima idea, su cuerpo se tambaleó hacía atrás, mirando como la expresión de casi tristeza en Kuroo cambiaba en una de dolor y frustración. Kei se dejó llevar, si era hora de morir como el estúpido chico que era segunda opción en todo, estaba bien así.

- ¡KEI!

Fueron las únicas palabras que pudo escuchar antes de que todo quedase en negro, una paz que ni el había imaginado. Era realmente hermoso sentirse así, tan libre, tan vivo y a la vez tan muerto. Deseando no despertar.





Toda su vida fue así, tan patético e injusto. ¿Cómo era capaz de soportar tanto? Tanto tiempo siendo un jodido fiel cuando tuvo la oportunidad de revolcarse con cuánto chico quería, lo odiaba.

"Kei ¿Quieres ser mi pareja?"

Estúpido Kuroo, estúpido, estúpido... No quería saber más de él, siempre un mentiroso.

"Te amo, siempre será así, inlcuso después de nuestro matrimonio".

¿Matrimonio? Quería reír, ese matrimonio parecía más falso, y nunca se dió cuenta, las caricias de Kuroo derribaban sus barreras, era tan débil ante él.

"Estaré bien, ve con cuidado cariño"

Cariño... Que bien.


No es lo que parece!"


¿No lo era? Ver a su esposo con otra mujer.

Una mujer, eso era lo que más le dolía, Kuroo era un hijo de puta y nunca se sintió tan bien como en ese momento, en el momento en el que cayó por las escaleras que conducían a su departamento, ese vacío que lo inundó fue maravilloso, sentir la muerte tan cerca y deseando jamás recordar a Kuroo Tetsurõ, si es que volvía a reencarnar.


- "No quiero volver a ver tu repugnante cara, Kuroo"







Abrió poco a poco sus ojos, la luz que se filtraba por la ventana le molestaban, su cabeza dolía y su brazo izquierdo también , eso era tan problemático.


- ¡Kei! ¿Estás bien? ¡Doctor! ¡Despertó!

Todo se movía a camara lenta, la calma antes de la tormenta, las voces se oían tan lejanas.


- Yo... Estoy bien. - Murmuró, sentía que su cabeza daba vueltas, mirando con cuidado a los lados.- Yo estaba en el trabajo, volviendo...de ese viaje que...y llegué...yo...estaba...tenía que llamarlo -Se había reincorporado en la camilla con ayuda de Kuroo- Tenía que decirle... Yo... - Comenzó a alterarse, tenía que irse de ahí, huir, su instinto le gritaba eso,

¡Huye!

- Kei...- Estaba preocupado por el rubio, no respondía a su llamado y estaba comenzando a alterarse, si continuaba así se lastimaría más.

Por suerte el doctor que le atendía llegó con la enfermera, aplicándole un tranquilizantes al menor.

- Kei... Lo siento. - Susurro Kuroo al ver que surtía efecto- perdón, cariño.




Edit: ctm Kuroo, y eso que yo lo estoy escribiendo >:( o escribí jsjs

Pequeñas cosas que nos hacen llorar. [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora