Parte XI: BIENVENIDA - CAPÍTULO 58

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CAPÍTULO 58

Cuando la multitud le dio un respiro a los recién llegados, Llewelyn, Lyanna y Julián los guiaron hacia el interior de una de las galerías inferiores, donde Alaris y Govannon se acercaron a recibirlos. Lug y Dana los saludaron calurosamente.

—¿Cómo están las cosas en la escuela? ¿Cómo van mis amigos del otro mundo? —quiso saber Lug.

—Tu científico Polansky es una mina de oro —dijo Govannon con entusiasmo—. Ha catalogado substancias y combinaciones de materiales del otro mundo que nunca hubiera podido imaginar. Y lo mejor de todo es que está encantado de enseñarme sus hallazgos. A cambio, le he propuesto que asista a mis clases de alquimia. Creo que los dos juntos podemos lograr grandes cosas.

—Me alegro, Gov —le dijo Lug—, pero asegúrate de que no estén tan enclaustrados en ese laboratorio tuyo que olviden que afuera hay sol y vida.

—Oh, no te preocupes por eso —le respondió Govannon—, tu amiga Nora nos tiene vigilados de cerca para que eso no pase. Parece tener cierta obsesión con que no nos perdamos ninguna comida y que tomemos los descansos debidos.

—¡Lug!

Lug levantó la vista al escuchar su nombre y vio a Nora que avanzaba hacia él, seguida de todos sus demás amigos.

—Hablando de Roma —sonrió Lug, abrazando con cariño a Nora.

—¿En serio? ¿Estaban hablando de mí? —se sorprendió Nora.

—Gov me estaba diciendo que te estás encargando de velar por su salud y la de Polansky —respondió Lug.

—Alguien tiene que hacerlo, de lo contrario, esos dos no verán nunca más la luz del sol —dijo ella con tono serio—. ¿Cómo estás, querido? —suavizó el tono, apoyando una mano en el hombro de él.

—Muy bien, Nora, muy bien —le aseguró él.

Nora desvió la mirada hacia Dana, que estaba parada a su lado:

—¿Te pidió perdón como corresponde o quieres que lo ponga en vereda, querida? —ofreció.

—Gracias, Nora —rió Dana—, pero todo está bien entre nosotros, en serio.

—Me alegro —le palmeó la espalda Nora—. Así es como debe ser. Y si se vuelve a descarriar, no tienes más que avisarme. A mí o a Juliana, que también sabe hacerlo entrar en razón.

—¡Nora! —protestó Lug con tono divertido—. ¿No te parece un poco impropio ventilar mis problemas matrimoniales en frente de todos?

—Lo siento, lo siento, tienes razón, perdóname —lo volvió a abrazar Nora.

—Estás perdonada —le aseguró Lug.

—¡Nora! —la amonestó Mercuccio—. ¿Puedes dejar de acaparar a Lug? ¿No ves que todos queremos saludarlo?

—¿Cómo estás Mercuccio? —le estrechó la mano Lug.

—De maravilla, y es "profesor" Mercuccio de ahora en más —contestó el otro con orgullo.

—¿Oh? —se sorprendió Lug.

—Alaris me ofreció una cátedra en su escuela, ¿no te lo dijo?

—No tuvo tiempo —paseó Lug la mirada entre Alaris y Mercuccio—. ¿Y qué vas a enseñar?

—¡Qué pregunta tan tonta! ¡Shakespeare, por supuesto! Este mundo necesita conocer al Bardo —respondió el otro, haciendo grandes ademanes con las manos.

—Mercuccio, espero que Alaris te haya explicado que las clases que se dictan en esta escuela están supeditadas al interés de los estudiantes —expuso Lug.

—No hay problema con eso —dijo Juliana—. En dos días, Mercuccio logró inscribir a cincuenta estudiantes interesados en su propuesta.

—Te lo dije —palmeó Mercuccio a Lug en el hombro, hinchado de orgullo—: este mundo necesita conocer al Bardo.

—Te felicito, entonces —se alegró Lug, y luego se volvió para saludar apropiadamente a Juliana y a Luigi que estaba a su lado—. ¿Y qué planes tienen ustedes? —le preguntó a la pareja.

—Bueno —comenzó Juliana—, todos han encontrado nuevos trabajos aquí, pero Luigi y yo decidimos que necesitamos unas vacaciones. Luigi quiere conocer el Círculo.

—¡Turismo! Ese es un nuevo concepto para el Círculo —dijo Lug—. Solo elijan a dónde quieren ir y los llevaré con gusto —les prometió.

—Gracias, Lug —dijo Luigi—. Liam ya envió una carta al regente Vianney para que nos reciba en Colportor. Dice que no tendrá problemas en alojarnos en su palacio.

—Colportor es un excelente comienzo —aprobó Lug.

—Será una segunda luna de miel —dijo Juliana.

—Que lo disfruten, queridos amigos, se lo merecen —les deseó Lug.

El siguiente en acercarse fue Augusto. A su lado estaban Rory con Sandoval y Liam con Polansky. Los cinco lo observaban con ansiedad, con una pregunta en sus miradas que no se atrevían a formular. Desde luego, el que finalmente osó hacer la pregunta fue Liam:

—¿Estás con nosotros, Lug? —le apretó un brazo como para comprobar que era de carne y hueso—. Es decir... ¿Estás realmente...? Ya sabes... ¿vivo?

—Muéstrales, Lug —dijo Dana.

Lug se desprendió el cordón que cerraba su túnica en el cuello y la abrió, exponiendo su pecho a la vista de sus amigos. La piel estaba limpia y sana. No había rastros de la quemadura del Tiamerin.

—¿Responde esto a tu pregunta? —sonrió Lug.

Liam se le echó al cuello en un abrazo de bienvenida. Los demás suspiraron aliviados.

LORCASTER - Libro VII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora