4. Jaemin

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La primavera era una buena época del año.

Me gustaba cuando eran los pajaritos quienes me despertaban y me encantaba que, al igual que las flores, nuestros olores se intensificaran en esta época del año.

Podía caminar por la pradera y respirar aire fresco, no iba a engañarme a mí mismo, yo no quería verle pero si sentir su aroma. Me daba miedito que mi tonto lobo se dejase llevar por las emociones dolorosas que enraizaban mi corazón, esa parte mía necesitaba correr hacia Jeno. Pero no podía hacerlo.

Había estado caminando toda la mañana, podía estar tan transpirado como sediento pero no quería detenerme; caminar me hacía olvidarme de pensar. Así que yo no quería quedarme quieto en un lugar. Muchos menos en casa con mamá.

Ella estaba comenzando a sospechar, me miraba atentamente comer, cuidaba cada vez que el más mínimo dolor me recorría y muchas preguntas incómodas surgían cuando estábamos los dos solos.

Ayer me había dado una gran charla sobre como una marca reciente enloquecía a nuestros lobos en un sentido que no quería repetir en voz alta. Hoy la conversación se trató sobre nidos... Y por ello salí corriendo dejando el desayuno por la mitad.

Si hablábamos de nidos, hablaríamos de cachorros y si hablábamos de cachorros terminaría diciendo algo sorbe Yukhei, todo siempre terminaba en Yukhei.

Mamá decía que estaba siendo un mal omega, que así lastimaría a mi alfa. ¿A quién demonios el importaba?

-¡Yo no necesito un alfa!- pateé una piedra en el camino.

-Lo sé.

Y me congelé. Oh ¡Lobito tonto, muy muy tonto!

Volteé para encontrarme con el ceño fruncido de Yukhei. Tenía las manos en los bolsillos y una mirada entristecida, lo que causó que una fuerte emoción golpease mi corazón. Nunca me acostumbraría al lazo.

Esta cosa que ahora compartíamos repartía nuestras emociones a la mitad. Si yo sufría, él lo haría y viceversa, lo mismo con todos los demás sentimientos y emociones dispersas.

Muchas veces me encontraba en casa o en el territorio de la manada y entonces, repentinamente, algo agitaba mi corazón, ya fuese angustia, enojo o felicidad. Entonces debía detenerme porque se sentía demasiado fuerte y ya no sabía si eran mis emociones o las del alfa que me había convertido en su omega.

Ahora era claro como el agua que estas emociones eran suyas.

-Te estaba buscando.

-¿A m-mí?

Él rodó los ojos.

-A ti.

-Oh...

Volví a patear la piedrecita en mi camino, siguiéndole cuando comenzó a caminar.

-¿Sucede algo?- pregunté avanzando más de prisa para alcanzarle. Su perfil estaba tensionado y lucía un poco cansado.

-Nada malo, solo quería enseñarte algo.

Me quedé callado al caminar a la par. Hacía tanto tiempo que no hablábamos que todo se sentía inusualmente extraño entre nosotros.

Fue luego de un kilómetro que me percaté de que este no era el sendero de la manada, nos acabábamos de desviar tan solo un poco a un punto más alto de la montaña. Desde allí no podía ver gran cosa, pero si subía un poco más quizás lograría ver aquella mansión. Sacudí la cabeza borrando la idea de mi mente. No puedes pensar en él.

Pero inconscientemente mi mano se posó en mi vientre y apretó como si con eso me sintiese conectado a Jeno.

-¿La sangre...? ¿Funciona?

Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}Where stories live. Discover now