12. Jeno

16.1K 2K 3.9K
                                    




El general de mi pelotón tomó mi hombro un día --el mismo en que nos hicieron pelear entre nosotros para saber quién iría en la primera línea de disparo--, era un hombre de mirada severa pero rostro agradable, dijo "la mente siempre es más importante que el cuerpo, déjala gobernar".

Quisiera decir que mi cabeza gobernaba mi cuerpo, porque eso lo hubiese hecho todo más sencillo de sobrellevar, pero verlo allí, de pie frente a mí, con su mano siendo apretada por la de ese pulgoso... Lo hacía todo tan malditamente difícil.

Quería partirle la cabeza a ese chico, ¡Joder! Si estuviésemos en el campo de batalla yo podría destruirlo, podría haber hecho algo verdaderamente malo, porque en la guerra no habían malos y buenos, allí se permitían los peores crimines, era un mundo aparte. Aquí todo cambiaba, si yo osaba tocarle un pelo a ese perro rabioso, Jaemin me odiaría tanto como yo odiaba lo que me había hecho. Y aunque mi conciencia gritaba desesperada que no debería importarme su odio, dentro de mi mente, en lo profundo de mi inconsciente, yo prefería nunca ser odiado por él.

Así que me mantuve callado y le miré por un instante, a sus redondos ojos grandes y a su boca corrompida que susurraba mi nombre como si no fuese más que un espejismo provocado por el viento caliente de primavera.

-Jen...

Cerré mis oídos a esa palabra. Chasqué los dedos señalando hacia el camino sombrío entre los árboles. No tenía plan alguno, solo los sacaría de allí como hacía menos de una hora ese perro me lo había pedido. Fue una verdadera locura el ser interrumpido por los golpes a nuestra casa, Renjun me informó sobre nuestro nuevo invitado, y cuando dijo "Uno de esas bestias quiere verte", mi corazón latió adolorido por un instante, pero el odio suplantó el dolor cuando no fue Jaemin a quien vi, sino a ese fornido alfa que era un niño en cuanto edad pero actuaba como todo un adulto al pedirme -- a mí-- que le ayudase a sacar de aquí a Jaemin.

Debí decirle que no.

Debí volver con Renjun para que calmase los demonios que recorrían la habitación buscando la forma de llevarme al extremo de mi cordura. No lo hice. Tampoco pedí explicaciones antes de seguirle por el bosque y esperar en un incómodo silencio hasta que su aroma me provocó una descarga de perversas sensaciones. Incluso ahora, mientras conducía por la carretera apretando el volante con alma y vida, no podía dejar de aspirar el olor a su sangre que funcionaba igual a la pólvora cargando un arma. Claro que él era la pólvora y yo el arma cargada a punto de asesinar a más de un civil.

-¿Qué haces?

Miré por el espejo retrovisor al alfa que tenía entre sus dedos la pequeña mano de Jaemin. Te mataré, usaré tus tripas como guirnaldas para la estúpida navidad y tu sangre será la jodida sidra, oh y tu cabeza servirá como el cuenco para el postre...

-¿Qué?- pregunté, mi voz saliendo más grave de lo que pretendía.

Sus ojos se entornaron, los míos fueron al chico que su brazo mantenía caliente. Me pregunté si el volante podría hacerse añicos entre mis dedos. Cálmate, cálmate... ¡No lo mataré!

Se estiró para mirar por la ventanilla hacia el camino que había tomado.

-¿Dónde nos estás llevando?- Le oí farfullar una maldición hacia la vida, o hacia mí- ¿Creí que nos llevarías al aeropuerto?

-¿Aeropuerto...?- la cansada voz de Jaemin pronunció esa larga palabra con esfuerzo.

Estaba extrañamente callado. Entendía que esto no estaba planeado para él, pero esperaba que le dijese a su maldito alfa que se quedase quieto porque él confiaba en mí... Oh... Sigues confiando en mí ¿Verdad?

Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora