21. DongHyuck

14.9K 1.7K 3.6K
                                    



Para mí las decisiones siempre fueron un tema complicado. Tenía borrosos recuerdos de mi infancia, pero algunos eran tan claros que seguían haciéndome temblar de la nada. Por ejemplo, recuerdo la vez en que mi padre me hizo esperar toda una noche en el pórtico de la casa, y eso que vivíamos en una granja lejana a la ciudad. Aun puedo sentir la misma sensación de espanto que mi yo de cinco años sintió.

Si tuviese que elegir un momento en que comencé a ser un niño, definitivamente elegiría el día en que la abuela me encontró. Antes de ese día, no sabía que un niño jugaba, reía y debía de ser cuidado como un pequeño tesoro brillando en la oscuridad.

Ella era una señora que apenas podía caminar diez metros antes de que las rodillas se le pusieran endebles y las piernas se le aflojasen dolorosamente. Era una anciana solitaria y piadosa, una mujer de casi setenta años que me acogió como si no fuese un niño escapando de una pesadilla.

Claro que mis padres no me buscaron. ¡Ja! Debió ser un alivio para ellos que su monstruoso hijo defectuoso hubiese huido entre los matorrales, pasando la cerca electrificada sin rumbo que seguir. De seguro caminaron un par de hectáreas antes de hacerse a la idea de que había muerto o había sido devorado por una gran serpiente.

No los culpé. Preferí no hacerlo, de nada me serviría tener rencor acumulado en mi corazón hacia esas desagradables personas. Sabía lo que eran, sabía que varias veces mi madre tuvo la idea de que cortarme la cabeza como a las gallinas sería una buena forma de deshacerse de mí. Pero también sabía que para ellos fui una abominación, un bicho raro que balbuceaba sobre colores en las personas e hilos invisibles que nos unían igual a una gigantesca telaraña. Así que no los culpé, no podía culpar a alguien por su ignorancia.

Obviamente me llevó años no entrar en pánico en cada oportunidad que alguien me preguntaba sobre mis lazos sanguíneos, ¿Qué podía decir? algo cómo "Fui criado por estúpidos granjeros que no sabían escribir y creían que estaba poseído por el chupa cabras", eso me hubiese traído más preguntas o miradas de lástima.

Aunque pensándolo bien ese hubiese sido un buen resumen de mi infancia.

-Hyuck, ¿Podemos hablar un momento?- la sutil voz de Renjun flotó demasiado cerca. Los recuerdos de mis padres se esfumaron en un parpadeo, ni siquiera sabía porqué comencé a pensar en esos días, pero ahora el hilo se había perdido.

-¿Sucedió algo?

Tenía un tazón sobre la mesada de la cocina, yo estaba degustando la insípida sangre animal que Irene me obligaba a digerir, no podía compararse en nada a la de un humano, y si bien matar un pobre conejito me hacía sentir como una bestia inhumana, yo lo prefería antes de tener que volver a cazar. Bueno, quizás no lo prefería, pero esta sería mi última cena como uno del clan...

Vaya, no hay forma de hacer que eso suene menos siniestro.

-Eh... ¿Podemos ir a otro lado?- Renjun titubeó al decir las siguientes palabras-. Es a-algo que tal vez no pueda ser escuchado, por lo menos no todavía.

Dudé, el revoltijo en mi estómago me hizo alejar el tazón y ponerme de pie.

-Vamos- dije, tanteando el gabinete abierto de donde había sacado el recipiente, lo cerré para salir de la cocina, sabiendo que Renjun me seguiría-. ¿Quieres acompañarme a pasear a mi lindo Amei?

-Si... Eso estaría bien.

Escuchaba el revolotear de las pequeñas alas de los cardenales que se paseaban por entre las copas de los árboles. Un pequeño banco de piedra había sido puesto desde antes de que los vampiros habitasen la gran casona, eso fue lo que Irene me dijo cuándo le preguntó sobre el agradable jardín.

Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora