16: Jaemin

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Era el único en ese lugar que tenía un corazón latente, y completamente acelerado, de tal forma que retumbaba en mi garganta y punzaba en mis oídos. Todos allí podían escucharlo, y me horrorizaban los pensamientos que en cada cabeza reposaban con respecto a ello.

Ese hombre podría matarme solo con sostener mi cuello y estrujarlo un poco. El escalofrío recorrió mi columna vertebral de solo imaginar ese trágico final, estaba tan asustado que no dudé en pegarme al costado de Jeno por impulso del animal que habitaba en mi interior, el mismo que gruñía y lloriqueaba cuando se alejaba de la única persona en la que confiaba estando allí.

Su espalda era grande, un hombre alto y de buen porte que no parecía tener más de treinta años. Taeyong, a su lado no era más que un pequeño cuerpo escuálido, y sin embargo, podía presenciar el minúsculo parecido.

Había sido quizás el viaje más incómodo de toda mi vida, y eso era decir mucho si recordaba haber estado encerrado en un auto con Yukhei y Jeno. Pero esta vez... No entendía que clase de rebuscada relación tenían Taeyong y... mi padre.

Sacudí al cabeza, reacio a ese pensamiento latente. Él nunca sería mi familia, en realidad, mi padre --el hombre que me crió y al cual amé-- había muerto cuando yo era pequeño, eso era todo. Miré hacia los alrededores, olía a tierra húmeda, a flores silvestres y Por San Lobo juro que olía como a un cementerio luego de una llovizna.

La mano de Jeno se sintió congelada cuando posé mis dedos en ella. Miré su perfil tenso, pero dio un suave apretón y procuró hacerme sentir calmado.

El camino que transitábamos estaba hecho de pequeñísimas piedrecillas blancuzcas, las columnas estaban recubiertas con musgo verdoso, parecía que este lugar había sido tomado por la naturaleza hacía más de tres siglos.

Taeyong venía delante de nosotros, de brazos cruzados y la vista perdida en los alrededores. Mientras su hermano andaba con las manos entrelazadas detrás de la espalda y suspiraba cada pocos segundos, como si estuviese dirigiendo un paseo por una ciudad desconocida. Y Jeno, quien solo tenía la mirada puesta en el frente, pasó el brazo por mi cintura moviéndome sutilmente detrás suyo. Entonces presencié sobre su hombro una gran mansión color marfil, las ventanas eran de madera blanquecina y los postigos se golpeteaban con el fuerte viento que soplaba sobre nosotros.

Existía un suave y aterrador murmullo provocado por la brisa. Recordaba haber leído la divina comedia en literatura, y por un segundo me imaginé que este era uno de los círculos infernales, donde las almas vagaban por la eternidad y sus gritos se enraizaban en mis oídos con la fuerte ventisca que los arrastraba. Cada pequeña pisada nos acercaba hacia ese lugar, y cuando ese hombre estuvo pisando los escalones, nosotros nos detuvimos. Supuse que tanto Jeno como Taeyong tenían la misma impresión que yo poseía; esto se asemejaba a una trampa mortal.

Pero las puertas se abrieron de par en par. Los sonidos desde el interior de la casa me nublaron la momentáneamente, hasta que una delgada mujer con ropa extraña apareció de la nada. Tenía el cuerpo más perfecto que podría haber imaginado, con cuervas sutiles pero justas para darle a ese vestido una dulzura imperial. El suave atuendo en cuestión consistía en una pieza blanca abierta en la zona del abdomen y una parte de su cadera. Ella era joven, con la piel tersa y las mejillas sonrojadas, pero eso solo sucedería si fuese... ¿Humana?... Me aferré al brazo de Jeno viendo uñas rojas y brazaletes brillantes en cada mano de la mujer, también existía una gargantilla de piedras preciosas decorándole la garganta. Era aterradoramente idílica.

-¡Selene, he traído invitados!- exclamó el hombre, abriendo los brazos y entrando en la casa, mientras la que ahora conocía como "Selene" mantenía la puerta abierta para nosotros.

Caelum ~ {Nomin/Markhyuck}Where stories live. Discover now