Capítulo 3: ¿Realidad O Sueño?

648 84 53
                                    

Abril 24.

Obscuridad, todo es completa obscuridad sin un atisbo de luz que pueda permitir ver algo a alguien.
Un torbellino de nebulosa se desata en medio de la profunda negrura ocasionándole un severo mareo a Bell, acompañado de un fuerte dolor de cabeza que amenaza con explotar su cerebro.

Lentamente los ojos del antes mencionado se abren, enfocando el duro cemento incoloro.

Con algo de dificultad logra sentarse en el mismo sitio, pero lo que ve lo deja anonadado.

Frente a él está edificado lo que parece ser un antiguo castillo de piedra, negro por completo, a excepción de la puerta de madera gris que se deja ver imponenete en el frente.

De la nada aparece una esbelta dama de apariencia joven y a la vez madura, con piel caucásica como nieve de invierno, de ojos color esmeralda y cabello negro como la noche, de longitud hasta sus caderas.

Bell intenta articular palabra pero nada sale de su boca, pareciera que cualquier intento de hablar se quedara atorado en su garganta, así como su movilidad, los músculos parecieran haberle abandonado.

Lentamente avanza hacia él, mientras sus altos tacones resuenan en el cemento.
De la nada hace aparecer una larga cadena de metal con una rueda del mismo material al final del artefacto.

Se agacha junto a él y le coloca la cadena, en ese momento, sus miradas chocan. Y Bell puede ver en los ojos esmeraldas de la mujer, confusión, dolor y duda, sin embargo fue únicamente por un segundo, ya que su gesto se endurece por completo.

Pese a acabarle de colocar una cadena de perro, al de ojos claros le pareció que la mujer solo estaba ocultando los sentimientos antes vistos, para no ser dañada y que realmente no le haría daño.

Ahora eres mío -susurra con una hipnotizante voz que estremece cada parte de su ser.

El calor invade todo su cuerpo y ve como todo vuelve a ser obscuridad mientras la mujer no cambia su expresión.

Con un grito se despierta, incorporándose rápidamente en el sofá.

—Bell ¿qué sucede pequeñuelo? —inquiere su hermanastro mayor observándole burlesco, mientras sostiene un balón de baloncesto entre sus manos.

—Nada... —al verlo, Bell frunce su entrecejo —¿Qué haces aquí?

—Es el último fin de semana del mes, no voy a quedarme en la universidad, además eso debería preguntarlo yo, estás como bagabundo durmiendo en la sala mientras jadeas ¿Tenías un sueño húmedo pequeño caliente?

—¡Han! —refulla, mientras sus mejillas se tiñen de carmín.

Bell no tolera en absoluto ese tipo de bromas de parte de su hermanastro. Hasta hace poco en la preparatoria habían empezado a darles clases de educación sexual y todo aquello le ha generado traumas.

Mayormente cuando vio el video de un parto. Jamás volvió a ser el mismo, y no quiso ver nada electrónico por una semana temiendo a que en cualquier momento en alguna pantalla pudiera aparecer una mujer dando a luz.

—Bájate esa calentura niñito, esas cosas no son para otakus vírgenes —se burla con una sonrisa desagradable, para alejarse de Bell.

El de ojos grises suspira, y toma sus anteojos de aros negros, pero nota que necesitan limpieza en el vidrio así que los deja donde estaban y se marcha a la cocina.

Busca entre los muebles y el refrigerador, tomando los ingredientes necesarios para empezar a prepararse un emparedado.

—Bell ¿qué es lo que estás haciendo jovencito? Deja esas cosas, para eso pago empleada, si quieres comer algo díselo a ella, no sabría lo que haría si te cortas o algo así —lo regaña, quitándole las cosas de las manos.

Indirectamente Destinados ✔️Where stories live. Discover now