Capítulo 16: Cumpleaños Dieciocho.

255 34 136
                                    

Un enorme pastel, muchos globos y regalos costosos es lo que cualquier susodicho recibe en su santo, sin embargo una patada justo en su rostro un minuto después de las doce es lo que el pobre nuevo adulto obtiene.

A duras penas logra levantarse del suelo, sintiendo un terrible dolor esparcido en todo su cuerpo, el cual amenaza con partirlo en dos.

—Ya, no puedo más... Por favor —suelta con dificultad.

—Si estuvieras en una batalla real, ya habrías muerto, sin siquiera acabar de articular palabra alguna —niega Bloody, con desaprobación.

—Lo lamento —el menor agacha su rostro, mientras continúa sentado en el piso.

—Tampoco te debes disculpar, en una pelea, tienes que estar seguro de lo que haces, no dudar y nunca pedir perdón o te destrozarán por completo —informa, para tomar asiento en la banca de metal ubicada en medio de los árboles, que forman un área verde, desholada a todas horas.

Cuando las heridas de Bell terminan de curarse, se dirige hasta Bloody para sentarse junto a ella, aún con su rostro triste, por no dar el ancho en los entrenamientos que la vampiresa le propina de forma gratuita.

—Cambia esa cara —informa, para verle a los ojos —. Apenas llevas unos días practicando, pero has mejorado mucho. Recuerda que no podrás derrotarme si eso es lo que esperas, puesto que te llevo más de un centenar de años en ventaja.

—Pero yo quiero mejorar, no quiero ser una carga y deseo que puedas sentirte orgulloso de mi —confiesa, animoso y decidido, tomando por sorpresa a la vampiresa, puesto que no esperaba dichas palabras, pero escucharlas hace que su frío corazón de un brinco de alegría, despertando en ella nuevas sensaciones.

Entonces, sin razón aparente, toma a Bell del rostro y estampa un profundo beso en los labios del menor, haciéndole sentir bien, dado que se ha apegado bastante a la vampiresa en pocos días y empieza a reconocer el amor que tiene por ella.

Un gemido se ahoga entre su beso mientras, los roces se vuelven más pasionales, permitiendo que la exitación se asome a sus cuerpos, necesitados del calor del otro individuo.

—Bell —la vampiresa se separa de la nada, desconcertando al de ojos grises, cuyas mejillas se han sonrojado levemente —. Vamos a mi habitación.

De inmediato el nerviosismo se apodera del cuerpo de Bell, sabiendo que probablemente ya sea un nuevo día y la vampiresa reclame su hora de placer, la cual prometió sin pensar hace varios días.

—¿P-Para qué?

—Pronto lo sabrás —sin esperar respuesta, la vampiresa lo toma de su muñeca y lo jala por toda la mansión, hasta llegar a la habitación, allí, da un leve empujoncito a Bell, para que caiga con sutileza sobre el cómodo colchón, aumentando el latir en el de cabello azabache.

—Bloody, e-es muy temprano y-

—Shh, hablas demasiado —se da la vuelta, para urgar entre un cajón del tocador, entonces saca una pequeña caja, con envoltorio de regalo en color azul, dejando anonadado a Bell, pero al comprender que es un obsequio para él, no puede evitar emocionarse, cual niño pequeño.

Bloody, se agacha frente a él y le dedica una amplia sonrisa.

—Feliz cumpleaños, pequeño renacuajo bonito —le extiene el regalo a Bell, quien lo toma queriendo saber de que se trata y de inmediato hace ademán de abrirlo —Hey, ¿qué haces? —inquiere molesta.

—Abro mi regalo de cumpleaños —suelta con total inocencia.

—No he terminado —lo mira mal.

Indirectamente Destinados ✔️Where stories live. Discover now