Capítulo 17: Investigaciones.

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Los ojos de Bell se abren, divisando por la ventana, que en la lejanía se oculta el sol, formando un arrebol.

Frota sus ojos, para ahuyentar su visión borrosa, pero al hacerlo cae en cuenta que aún yace desnudo sobre el colchón y la vampiresa sigue dormida; entonces la vergüenza se apodera de él al recordar todo lo ocurrido la noche anterior.

Toda su inocencia se ha esfumado por completo y aunque en su momento lo haya disfrutado, ahora que su raciocinio ha vuelto a funcionar, le propina arrepentimiento, puesto que su cuerpo se siente sucio y una parte del él cree que ha decepcionado a su difunto padre, el cual mientras vivió lo sobreprotegió como su gran preciado tesoro y en sus cabales jamás le habría permitido siquiera tener una novia.

—Mmm —se queja la vampiresa a su lado abriendo los ojos, esta al divisar a Bell a su lado, sonríe complacida y se acerca para besar su cuello causandole escalofríos en su brazo —. Buenos días —saluda casquivana —pero Bell, en lugar de devolverle el gesto, se hace un ovillo terminando de cubrirse por completo, desconcertando a la vampiresa —¿Te encuentras bien?

—Sí —murmura.

—¿Qué dices si nos bañamos juntos? —propone juguetona, incomodándo a Bell, cuya mente se encuentra hecha un caos aunque no lo desee.

—Bloody, basta —susurra y para sus suerte antes que le pueda, preguntar algo más, el celular de la vampiresa suena.

La antes mencionada toma su móvil y contesta con fastidio.

—¿Qué quieres?

—Bloody, los análisis ya están listos —informa una de las investigadoras.

—Voy de inmediato —cuelga, para salir de la cama.

—¿Te irás? —inquiere Bell, no deseando quedarse solo otra vez.

—Tengo unos asuntos que atender —informa para desaparecer al entrar al cuarto de baño.

En un par de minutos la vampiresa se asea y cambia para finalmente despedirse de Bell con un beso en la mejilla y encaminarse fuera de la mansión hasta llegar a los laboratorios subterráneos del imperio.

Allí se encuentran varios vampiros realizando sus trabajos de investigación, entre otras pruebas de avance para la raza de los renivientes.

—Mi vampiresa —saluda la vampira de cabello rubio —. Sígame por favor —la chica de estatura promedio guía a Bloody hasta una sala mas privada, donde se llevan a cabo los experimentos más complejos y confidenciales, en su mayoría solo los pedidos por los primeros al mando —. Mi señora, la segunda renivienta ya está aquí —informa a otra de cabello rojo que mantiene su rostro pegado a un microscopio, pero al escuchar que su invitada ha llegado, deja su accionar rápidamente.

—Gracias Milia, puedes retirarte —la rubia asiente y se marcha —. Tengo tu encargo listo, sígueme, por favor.

La vampiresa pelirroja, finalmente se detiene frente a un estante con muestras de sangre, de entre todas selecciona una en particular, al hacerlo, la introduce en una máquina de sistema inteligente, la cual al insertarle el código perteneciente al embase, muestra una serie de información.

—¿Qué es todo esto? —inquiere asombrada, mirando con atención la pantalla de la máquina.

—Es toda la descripción habida y por haber de la sangre de Bell Burt.

—Dime lo más relevante.

—La sangre de Bell hasta hace una semana pertenecía a la de un humano, sin embargo poseía ciertos rasgos desiguales a los componentes de su ADN, los cuales no son comunes de ver, ya que aunque hubiese sido por una transfusión de sangre errónea no tenía ningún sentido, puesto que su cuerpo habría creado anticuerpos para hacerlas estallar.
Pero al escuchar la historia del suceso de Drycon, hice un análisis con ambas sangres y es que no eran compatibles, sin embargo, al tratarse de sangre de vampiro, el cuerpo de Bell jamás pudo eliminar dicha invasión; esto únicamente causó que el chico desarrollara desórdenes eosinofílicos, que son problemas con un tipo de glóbulos blancos, en consecuencia anemia imposible de tratar, pero a la vez imposible que lo matara.

Indirectamente Destinados ✔️Where stories live. Discover now