Capítulo 4: Una Noche Dolorosa.

621 84 51
                                    

Aproximadamente a las siete la estrepitosa música proveniente del primer piso interrumpe los videos de las presentaciones de Got7, Bts, Exo, Nct 127, Stray Kids, TxT, entre otros grupos del kpop, que Bell había permanecido observando en YouTube desde el mediodía en la comodidad de su cama.

Indignado se saca los audífonos de orejera y cierra su portátil, para asomarse a ver el motivo de tal escándalo.

En cuanto su vista se topa con el primer piso, Bell suelta un suspiro comprendiendo que la fiesta de adolescentes calientes y más usados que el navegador de Google, ha empezado.

Cansado se quita los lentes para frotar sus párpados sabiendo que, su momento de tranquilidad ya ha llegado a su fin.

—Lo sé, tampoco me agradan las fiestas a las que va mi hermano —irrumpe una voz femenina junto a él, tomándolo por sorpresa.

—¿Qué cosa? —Bell voltea confundido y nota que su amiga le sonríe.

—Tu cara lo dice todo —aclara refiriéndose a la mueca de desagrado que hizo cuando vio que la fiesta había empezado.

—¿Entonces por qué vas con él a todas? Aun recuerdo que llegaste de goma al salón, el lunes pasado —la chica esboza una sonrisa a medias, sabiendo que tiene toda la razón.

—Porqué a mis padres se les ocurrió la brillante idea que siempre que salgamos de noche debemos ir ambos o no sale nadie y bueno, es imposible decirle que no a ese imbécil, porque luego puedo usarlo de esclavo —señala a su hermano que ya empieza la tarea con una lata de cerveza.

—Y tú muy enojada ¿no? —sonríe, sin ánimo alguno de quedarse un segundo más observando aquel desastre de música obscena.

—Te diría que miremos anime o scorpion en netflix, pero por el escándalo imagino será imposible y tu cara dice lo mucho que estás odiando este momento, así que pasó de largo y me iré a una habitación de huéspedes, para conciliar el sueño o hacer algo nada productivo, antes que me de por zamparme cerveza al organismo y termine dando un espectáculo, como siempre.

—Procura no hacerlo esta noche, tenemos examen mañana y no quiero que me pesquen dándote copia como la última vez —ella suelta una nada delicada risa.

—Descuida, tengo un nuevo truco bajo la manga —se jacta, victoriosa.

—Si es pegar papelitos con la copia en medio de un pañuelo, o escribirlo en tu botella de agua, no funcionará.

—Le quitas lo divertido a la vida —se queja, aún permaneciendo de buen humor —. Iré por allí a ver que encuentro. Bye, Bell ring, ring -suelta animosa, para alejarse del de ojos grises que ha soltado un bufido.

Al final Bell toma una larga ducha que no consigue relajarle en absoluto, debido al bullicio del primer piso, que ha logrado plantarle un insoportable dolor de cabeza.

Después de pensarlo mucho e imaginar varios asesinatos de adolescentes borrachos logra calmarse un poco y bajar a la primera planta, decidido a salir a la calle, pese a ser la hora del toque de queda impuesto por su padre, pero comparando tener que entablar un sermón con su progenitor y continuar soportando la supuesta fiesta, prefiere largarse de allí.

Logra salir, a las vacías calles, no sin antes tener que haber visto un tiradero demencial de basura y otras sustancias innombrables que prefiere olvidar.

Tal como la noche anterior, todo se encuentra inhóspito y libre de ruido, a excepción de algunos autos en la lejanía y varios perros que aullan de vez en cuando, sin incluir el sonido aislado de la música obscena proveniente de la mansión.

Indirectamente Destinados ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora