Capítulo 24: Final.

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—¡Voy a matarte, maldita perra! —vocifera, Lotto, sacando a flote toda la furia que carga consigo.

Emocionada, la líder del Sureste, se pone en pie, entrando en el calor de la batalla.

—Inténtalo si puedes —contonea su cabeza, a la vez que menea sus espadas cortas, duales.

Lotto sin dudar se aproxima a ella, para arremeter una serie de golpes, ágiles y variados, mientas Daniraki esquiva y se defiende, pero Lotto estando encolerizada, logra encontrar una apertura, entonces sin dudar desquita una brutal patada, con una fuerza descomunal que logra romperle varios huesos, como si de cristal se tratase.

—Tu día ha llegado —escupe con frialdad, caminando lentamente cual felino hacia Daniraki, que a duras penas se pone en pie y para ella Lotto se ve como una pesadilla, por el aura que la acompaña y la lluvia cayendo sobre ella, con relámpagos a su espalda, solo la hacen parecer más aterradora.

—Aún no has ganado —suelta, para volver a atacar a Lotto, la cual esquiva su golpe y empieza a moverse en diversas direcciones a una velocidad descomumal, haciéndose imposible para Daniraki seguir los movimientos.

Lotto aprovecha dicha ventaja y arremete contra su espalda, rompiendo la columna de su enemiga, que aulla ante el dolor que le propina su herida. Pero importandole poco a Lotto, la agarra cual costal de papas desatando todo los sentimientos encontrados que carga dentro de sus ser.
Finalmente desfigura el rostro de la de cabellos naranja —quién no puede hacer nada, pese a tratar de defenderse —y deja su cuerpo todo roto, para tomarla de su extremidad y arrojarla contra un roble, como si de un muñeco de trapo se tratase.

Un terrible dolor se posa en el corazón de Lotto, cual brasa ardiente, pero se obliga a ignorarlo, para no distraerse y perder ventaja, aunque sabe que su bello convertido ha empeorado y eso solo la hace desesperar.

—¿Aún piensas que no he ganado? —cuestiona, Lotto, para en un rápido movimiento clava una de sus kusarigama, justo en el corazón de la vampiresa, arrancandole un grito de dolor, pero de la nada empieza a reír cual psicótica.

—No, Lotto, aún no has ganado —dicho esto, en un pestañear se clava una piedra de amazonita en el centro de su pecho.

Al hacer eso, en su cuerpo se empieza a extender, una coraza del mismo material de la piedra preciosa, al ver esto, Lotto, trata de mover su arma, para destrozarle el corazón de una buena vez, pero Daniraki lo saca de un tirón, llevándose consigo una fina ceniza, entonces, rompe las cadenas, dejando sin una de sus armas a Lotto, así que la peliblanca, trata de arrojar su otra kusarigama, pero uno de los aliados de la líder del Sureste, aparece frente a ella, creando un campo de protección.

Una sádica sonrisa se transforma en Daniraki, que continúa riendo, mientras su cuerpo empieza a mutar, creando en ella una apariencia monstruosa, ya que los diferentes cristales le deforman el cuerpo y remueven la carne, de manera perturbadora. 

 

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