Capítulo 7

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¿Cómo pude ser tan estúpida para perderme?, me frustra el hecho de que este llorando, y al frustrarme lloro más. ¡Maldición!

Escucho una pequeña maldición, pero cuando vuelve a hablar por el celular su voz permanece suave.-Observa alrededor, ¿hay alguna cosa que resalte?

Hago lo que pide, y si lo hay. –Hay...un muro gigante en el cual una tortuga está pintada de rojo. Es lo más resaltante...-contesto limpiándome la nariz con la manga.

-Creo que se dónde es...-pasan unos 30 segundos y contesta firme-Ya recordé, estoy saliendo, no te muevas de allí.

-Está bien...-hablo bajito. La llamada se corta.

Una mujer se dirige con su hijo hacia los columpios del frente. El chico debe de tener unos siete años, tiene el cabello del color que Dani lo tenía. Un rubio arenoso, en un corte bastante elegante. Dani por el contrario siempre llevaba el cabello desordenado, sus ojos grises brillaban cuando reía. Siempre nos decían que éramos muy parecidos. Una sonrisa se forma en mis labios al recordar a mi pequeño hermano. Lagrimas silenciosas siguen cayendo por el recuerdo de su rostro lleno de alegría.

Después de unos quince minutos un deportivo rojo se detiene frente a mí. Bruscamente me limpio las lágrimas, no quiero que Ryan me vea llorar, no me gusta que nadie me vea llorar. Del auto baja y se acerca rápidamente hasta mí, se agacha quedando a mi altura. Me envuelve en sus brazos. Más lágrimas quieren ser libres y salir de mis ojos, pero las retengo. ¿Hace cuánto tiempo que alguien no me abraza porque estoy llorando?

-¿Estas bien?

-Solo quiero irme...-le digo levantándome.

Mis piernas tiemblan. Asiente rápidamente, posiciona su mano en la parte baja de mi espalda para afirmarme si caigo, llegamos al auto, me subo en el asiento del copiloto. Ryan da la vuelta y sube poniéndose en marcha rápidamente.

Los primeros minutos permanecemos en completo silencio, pero Ryan rompe el hielo.

-Bree, ¿qué sucedió?-pregunta preocupado.

Niego rápidamente recordando mientras dos lagrimas se me escapan. –Nada...-murmuro.

El auto sigue andando por unos cuantos minutos, cuando se detiene estamos afuera del edificio de mi departamento. No quiero hablar, no quiero nada, solo quiero estar en casa. Pero cuando estoy abriendo la puerta Ryan toma mi mano y la cierra. Una pequeña cosquilla está en el lugar que tocó.

Todo está oscuro, los ojos verdes de él brillan mientras me observa.

-Bree, dime que sucedió.

Comienzo negar con la cabeza, es entonces cuando Ryan enciende las luces del techo de su auto iluminando todo. Toma mi mentón girando mi cabeza en su dirección. Ve mi ojo.

-Mierda Bree... -se percata que al darme vuelta hago una mueca por mi cuello, corre el cabello de allí y pasa sus dedos por encima de la quemadura. Me retuerzo.

-Bree...-susurra, -¿Qué sucedió?

Mi labio comienza a temblar, lo muerdo fuerte, cierro los ojos. –Gracias por traerme Ryan...-susurro. Bajo del auto rápidamente, prácticamente corro hacia el edificio. Cuando voy en los ascensores se me escapa un sollozo.

Llego a mi piso y corro hacia la puerta, una vez adentro la cierro detrás de mí. Y dejo todo libre, ya no puedo retener el dolor, mi pecho duele de tanto guardar mi dolor.

El recuerdo de la primera gran golpiza que mamá me dio llena mis pensamientos.

-¿Mamá?-pregunto limpiándome las lágrimas. Está sentada al lado de papá, hace quince minutos que volvimos del entierro de Dani. Mis ojos duelen por tantas lágrimas derramadas.

Sweet Bitch © [ Terminada y en edición]Where stories live. Discover now