❥Gato cariñoso (parte 3)❥

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Notas:

Eh...

Advertencias: Masturbación, contenido +18

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¿Gumball?- el chico de playera rasgada se paró a mirar con detenimiento, una figura que aparentaba obvio malestar estaba en la acera, aunque, nunca pensó que se tratara de su ex-nemesis.

-Rob, Rob, Rob, por favor, tienes que ayudarme- el gato sentía que con cada mención del nombre ajeno se le iba una pizca de alma.

-¿Qué te ocurre?-

Pese a su antigua relación, el chico de cabello castaño sentía cierta compasión, la necesidad de auxiliarle le estaba inundando.

-Llevame a casa- se aferró a la camisa amarillenta.

*

-¿Y bien?, ¿qué rayos haces afuera en ese estado?- sus orbes lila analizaban por momentos al contrario. Sus mejillas estaban al tope de rojo, despedía un calor y olor extraño.

-Es una larga historia- susurró. Se sentía tan débil y patético... Más de lo normal.

El mayor tuvo el gesto amable de cargarlo entre brazos, debido a que era bastante ligero, no fue gran problema.

-Ya estamos aquí- el recorrido fue más corto de lo que supuso. Bajó con delicadeza al celeste.

El joven Watterson se estaba exasperando después de un rato, nadie le abría la puerta ¿Tan noqueado estaba su padre? Quería llorar, varios sentimientos se acumulaban en su interior; sentía enojo porqué su progenitor no atendía su llamado; se sentía impotente de no ser capaz de controlar su fuerza que poco a poco se desvanecía; patético por dejarse ver así ante alguien tan cercano y al mismo tiempo lejano; y por último, la necesidad de querer tocarse lo estaba matando.

-Maldición, ¿por qué no me abre?- habló triste mientras dejaba caer los brazos a sus costados.

-Podemos intentar por la puerta de atrás o las ventanas- tocó el hombro del más bajito. Dicha acción le causó un escalofrío tremendo al pobre, el susto y el tacto invasor le atacaban con severidad.

Tal y como sugirió Rob, para su fortuna una de las ventanas estaba abierta. "Qué pésimo servicio", pensó Gumball.

-¿No necesitas nada?, puedo traerte algo antes de irme-

¿Por qué de repente aquella preocupación le estaba causando reacciones extrañas?

-¿Podrías quedarte conmigo?- no pensó bien sus palabras, tardó en percatarse.- Al menos hasta que regrese Darwin- estaba bastante sumiso.

-Si tu padre despierta y me ve pensara que un vagabundo irrumpió en tu casa- dijo con sorna desde el otro lado de la ventana.

-Solo un rato, por favor- se acercó a él y le miró suplicante.

El joven lleno de vendajes accedió, no porqué se lo hubiera pedido, simplemente algo no andaba bien con el gato como para decir "por favor" tantas veces, seguramente si se iba a morir.

Pasaron de largo al regordete conejo rosa que descansaba en el sofá sin ser consciente de su poca paternidad y responsabilidad. Subieron por las escaleras hasta el cuarto del azulado. A Rob no se le hacia un ambiente desconocido, después de todo, podría decirse que vivió en esa casa un tiempo.

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