❥Encuentro casual❥

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Notas:

Julius x Darwin

Contenido +16

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Julius observaba atentamente como el rostro del moreno subía y bajaba sobre su extensión, le encantaba sentir la calidez y humedad de la cavidad del chico. La mano derecha del menor sostenía la base mientras que la otra acariciaba con lentitud la piel del muslo contrario. De a poco en poco se encargaba de bajar cada vez más profundo, sus ojos permanecían cerrados tratando de concentrarse en la estimulación, succionaba por momentos tratando de causar algún efecto en el de ojos azabaches. Cesó su movimiento sin sacar aquel miembro de su boca, lo cual evidentemente molesto al mayor que, se levantó sobre sus antebrazos en el colchón y le lanzó una mirada asesina. Darwin esperaba eso, quería la atención de su amado sobre si para sorprenderle de golpe, cuando se percató del semblante furioso de su compañero al abrir los ojos, no dudo en introducir toda la erección de Julius sobre su boca.

-¡Agh, Darwin!- trató de escucharse bajo, echó la cabeza para atrás y como acto de reflejó poso una mano en el cabello del moreno.

Repentina acción causó una corriente de sumo éxtasis al de corbatín, le sorprendió de primera instancia que aquel chico que, en sus primeros encuentros no podía ni introducir la mitad, ahora mismo se la había tragado toda. Era un más placer psicológico que otra cosa. Aunque tenía que admitir que entre más veces lo hacían el pequeño ya había agarrado cierta experiencia. Después de eso, el chico de orbes verdes continuó con su tarea acariciando incluso los testículos de su compañero.

Julius obligó a Darwin a quitarse de su posición, continuarían con el acto una vez ambos estuvieran en la cama. La espalda del moreno tocaba aquella superficie acolchonada, aún no se había desvestido por completo, solo se había quitado su característica sudadera naranja. Julius rápidamente se posicionó sobre él, colaboró activamente para quitarle al menor sus prendas inferiores con algo de desespero, haciendo que lo único que lo cubriera fuera su playera negra. Por otra parte, él se desvistió por su cuenta dándole a Darwin una vista espectacular sobre como se quitaba de manera sensual desde el corbatín hasta la camisa blanca que portaba. Su pecho al descubierto le encantaba, aunque estaba lleno de cicatrices por los típicas peleas en las que se metía... El menor no sabía porque le gustaba de sobremanera con todo y esas imperfecciones en su lisa piel. Julius ya no poseía las ropas bajas, con anterioridad se las había sacado. Ambos sabían que era momento del siguiente acto.

-¿Qué tanto miras?- le preguntó el azabache con algo de agresividad. Por alguna razón le ponía nervioso que le viera con tanta atención y ¿calma?

-Te amo- respondió con sinceridad el otro.

El mayor se quedó helado por unos segundos, sabía que el pequeño pecesito ya estaba profundamente perdido por su persona. Si lo consideraba era un poco crítico, él solo lo consideraba un simple gusto, una atracción, un deseo carnal. Nunca se le ha pasado por la mente tener una relación seria por obvias razones, la principal y que más podría decirse "perjudica" al delincuente juvenil, es el que daña su imagen y reputación. Poseía ciertos contactos que fácilmente con un desbalance o flaqueo le harían la vida difícil, es decir, hablábamos de Darwin, un "niño" tonto y risueño, el simple hecho de verlos juntos como "amigos" era de por sí ya un problema, ahora, no se imaginaba que los vieran como algo más.

-Recuerda relajarte- soltó un bufido.

Darwin curvó su sonrisa ampliándola visiblemente, tenía la suposición de que Julius era bastante tímido para expresar sus sentimientos.

El de piel blanquecina tomó un frasco que se encontraba al costado del moreno y cerca de su camisa, lo abrió y procedió a dejar caer un poco del contenido en sus dedos índice y medio, también, esparció un poco en aquella entrada, luego se aproximó al esfínter del chico ya no tan inocente, empezó a hacer círculos sobre aquel anillo como una advertencia previa a la intromisión futura, no tardó para comenzar a meter un primer dedo. El de cabellos naranjas hizo una mueca inevitable ante la incomodidad. Por más que Julius se sintiera desesperado por tener que emplear tanta paciencia en algo tan "tedioso" como preparar a su compañero, quería que fuera lo menos doloroso posible, realmente el de cabellos naranjas era un dolor de cabeza cuando la experiencia se tornaba en más dolor corporal que gozo. Cuando llegó el momento de meter el segundo dedo, la expansión en la entrada del menor comenzaba a darle la ligera sensación de dolor, la cual se intensificaría más tarde con la intromisión de una tercera falange.

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