❥Amargo despertar❥

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Notas:

Lo siguiente es algo sin sentido que surgió de repente en mi cabeza. Últimamente ya no se que tipo de one-shot's estoy escribiendo... Dude... Tengo escrito un Bobert x Tina

La cuarentena me hace daño.

Aunque, debo admitir que me ha ayudado a practicar mi coloreado, me gustaría mostrarles un dibujo pero, Wattpad me la esta haciendo de jamón últimamente con las imágenes.

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Caminaba por la calle admirando el vecindario, no recordaba que los patos volaran por esa zona, que extraño, en fin, era un día magnífico mientras el sol discutía con la luna por cosas irrelevantes. De un segundo a otro, sin él percatarse, el cielo se volvió en tonos morados y naranjas.

-Bonita combinación- se paró para mirar el cielo despejado sin nubes.

Tarareaba una canción rumbo a casa mientras dejaba que sus brazos se mecieran con naturalidad, ¿cuánto se había alargado el camino? Ya llevaba rato dando pasos a su destino. Realmente algo no le cuadraba el día de hoy.

En su linea recta pudo divisar algo extrañamente divertido, su némesis se estaba agarrando a golpes con un chico que claramente ubicaba, ¿y cómo no?, después de todo, era el origen de sus mayores incomodidades. Se acercó corriendo a donde se hallaban ambos sujetos.

-¡Eso, Rob!, ¡dale con esa silla!- señaló aquello que para nada estaba allí hace unos segundos. El mencionado tomó el objeto y trató de ejecutar su movida, sin embargo, la salchicha de pelo rubio le volteó la jugada, ahora él estaba en ventaja.

-¡Sin piedad, tú, dale una paliza a Bob!- se cambió de lado rápidamente.

-¿¡Qué diablos pasa contigo!?- se quejó el chico castaño.

-¡Pégale, pégale!- ignoró lo dicho por el cíclope.

-Gumball, ¿dónde has estado?, ya es tarde- se escuchó una voz familiar.

-Oh, Penny, lo siento, yo-- no terminó de decir cuando fue interrumpido por un grito que se alzaba en victoria, Rob había ganado la pelea dejando tumbado a su contrincante.-¡Bien hecho, Roy!- le dijo un poco forzado por tener que cambiar a su conveniencia.

-Es hora de reclamar mi premio- habló con malicia y se aproximó a la pareja.

-¿Bien por ti?- le sonreía con nerviosismo aquel gato azul.

-Entonces, vamos- le tomó del brazo tratando de llevárselo consigo.

-¿¡Qué!?- exclamaba Gumball mientras trataba de liberarse del agarre.

-Hey, amigo, esto es mío, búscate el tuyo-

Penny también tomó uno de los brazos de su novio y jaló con fuerza hacia ella. No pasó tanto tiempo para que el de lentes oscuros, quien, cabe decir, aún estaba en el suelo, levantó la cabeza y viendo la situación también se unió al desacuerdo tomando una de las patas del gato.

-¡Oye, tú ya perdiste legalmente!- reclamó Rob viendo que ninguno cedía.

Gumball sentía como en cualquier momento, o se rompía en dos, o terminaba como un elástico que no regresaría a su forma original.

-¡Oigan!, ¿qué está ocurriendo aquí?- irrumpió la voz de su hermano en escena.

-D-darwin- imploró en un susurro el pobre celeste.

El pez se acercó al grupo con lentitud, observó con el ceño fruncido, su hermano pudo pensar en un inicio que se trataba de la situación, es decir, estaban causándole dolor físico. Al estar frente al gato azul con todas las miradas sobre él, unos segundos después, su rostro cambio, denotaba falsa tranquilidad, algo que desconcertó a los presentes.

-¿Por qué pelear si simplemente podemos compartir?- al decir eso todos sonrieron con perversidad, soltaron al mismo tiempo cada uno un miembro del gato.

-¿¡Darwin!?- se alarmó al ver las manos intrusas aproximarse peligrosamente.

Le estaban cercando con su cuerpo, los cuatro le rodeaban dejándole sin escapatoria, el pánico se apoderaba de él.

-¡AAHHHH!- había cerrado fuertemente los parpados mientras gritaba, rezando porque alguien le escuchara.

El ruido paró, abrió los ojos de golpe y se encontró a sí mismo en su cama en la tranquilidad de la noche.

-Ah... sólo fue un sueño- rió tratando de calmarse, volvió a una posición más cómoda, cerró los ojos retomando la actividad de reanudar el sueño. Escuchó la puerta abrirse, pero no le tomó importancia.

-Oye, imbécil, largo de mi cama- le despertó el comentario demandante de un claro "desconocido".

Gumball se reincorporó sentándose en la cama, por fin vio a quien le estaba gritando feo a altas horas de la noche.

-¿¡Qué haces en mi casa!?, ¿¡qué diablos haces en mi habitación!?- exigió respuestas rápidamente a aquel sujeto. Lo había visto antes, era uno de los bravucones de la escuela, ¿cuál era su nombre?

-¿Gumball?- un pequeño pecesito se asomaba por la puerta.

-¡Darwin, hermano!, que bueno que estés aquí, ¡saca a este patán de la casa!- dijo y señaló al chico bomba.

-Gumball, está en su derecho, de hecho, por favor, sal de nuestra cama- le dijo el de orbes verdes.

-¿Pero qué estás diciendo, Darwin?- le cuestionó con enfado.

Pronto miró el escenario que le rodeaba, se encontraba en una cama matrimonial, no en su litera. Nuevamente, volvió a despertar de golpe, no evitó chillar del susto ante la reciente pesadilla.

Era de día, estaba solo en su cuarto, su reloj le alertó, ya era tarde.

-¡La escuela!-

Se vistió tan rápido como sus capacidades le permitieron, incluso se olvidó de preguntar por su hermano. Llegó con apenas 5 minutos de retraso, estaba sumamente agitado y se sentía a desfallecer. Se recargó en uno de los casilleros y esperó recuperar el aliento.

-¿Estás bien?- le preguntó esa voz a la cual ya no sabía como reaccionar.

Subió la mirada encontrándose con el pez naranja, se tensó al instante de ver que tenía un acompañante ¿Cuántas veces tendría que seguir soñando?

-¿Tú... amigo?- preguntó irónicamente.

-No, mi novio, ¿qué no es obvio?- bufó y se cruzó de brazos.

Gumball no lo pudo soportar más y salió corriendo como lunático, terminó por ocasionar unos cuantos empujones, unos más graves que otros, por ejemplo, Sara, quien resultó perjudicada cuando su cabeza impactó el piso.

-Dudo que responder de mala gana como tú me ayude a parecer alguien menos ingenuo... Parece que a Gumball le afectó mucho- habló el de orbes esmeralda.

-¿Qué rayos le pasa a ese sujeto?, y, ¿por qué demonios dijiste eso? Se puede malinterpretar fácilmente- regañó el más alto.

-Fue sarcasmo, Julius- le dijo esperando que el otro no se enfadara más.

-¡Sí, pero no digas cosas como esas!- le gritó.

-Igual no es totalmente mentira- musitó en voz baja cuando el otro se giró dándole la espalda.

Así fue como Julius ignoró a Darwin una semana completa haciendo sufrir al pobre pecesito.

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