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Maratón 2/?

Samuel, Guzmán y Teresa

—Mira, esto te lo digo por su bien.- giro mis ojos hacia el cielo escuchando la incesante voz de Cayetana- Si en verdad lo amas, como dices, déjalo en paz.

—Ni siquiera le habló, por Dios, es todo tuyo.- palmeo su espalda y sigo mi caminata- El amor no siempre es de modo romántico, ¿entiendes?

—Ya, pero que él no lo entiende.- sujeta mis hombros parando mi andar- Aunque ya ni te mire, obviamente.

—Ajá obviamente tampoco voltea ver a Carla, ni mucho menos se come a Christian con la mirada.- su cara se llena de incomodidad- Mira, cari, créeme nadie, absolutamente nadie, ni un alma de este instituto, te quiere quitar a Polito.

La rubia abre su boca para contestarme, pero se ve interrumpida por un Samu bastante alterado.

—Tenemos que irnos.- me estira casi arrastrándome- Guzmán ha hecho algo.

—No fue un placer hablar contigo, Caye.- grite agitando mi mano hacia la chica- Vamos en mi coche.

Su mirada pasa indecisa de mi auto a su bici y finalmente asiente.

Manejo con velocidad mientras García relata rápidamente lo que mi rubio amigo le dijo por llamada telefónica. Esta tan loco.
Sabía que estaba fingiendo, su gesto mientras decía que no debió creerle a Samu me lo confirmó. Cuando éramos niños, teníamos este código secreto, tocábamos la nariz del otro para cubrirnos en las travesuras, normalmente le echábamos la culpa a Valerio.

Chocó mis nudillos en la puerta que segundos después es abierta por Guzmán, mueve su cabeza indicándonos que lo sigamos.

—Chingada madre, Guzmán.- suelta al ver amordazado y amarrado a Polo- ¿Está vivo?

—Él es el puto asesino, no yo.- responde cínico- Ahora vengo.

Samuel afirma después de colocar sus dedos en el cuello de Leopoldo, sintiendo su pulso.

—Se han acabado las clases.- comenta García- Le van a echar de menos.

—Y precisamente también faltamos nosotros.- sujeto el puente de mi nariz soltando aire- Sus mejores amigos.

—Hay que sacarle donde tiene el trofeo.- dice colocando una toalla húmeda sobre él desmayado- Con él entra en la carcel.

—¿Y que chingados se supone que haremos?- esta situación me ponía los pelos de punta- ¿Hacerle cosquillas hasta que confiese?

—Si, le haremos cosquillas con esto.- de un cajón saca un extraño palo negro- Con la toalla no se verán las marcas.

—¿Tenias todo esto preparado?- cuestiono con asombro Samu

—Hicimos creer a todos que Tess estaba muerta.- nos mira y palmea el cuello de Bonavent- No me quedaba de otra. Polo. Despierta.

Veo asustada al rubio cuando le suelta una cachetada para despertarlo. Sus ojos azules me ven con pánico e inconscientemente llevo mis manos hacia la suya para desatarlo.

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