La prometida

Capítulo 12. Débil

Jade

No me moleste en quitar mis ojos del fuego, si alguna vez la hubiera respetado ahora mismo tendría una rodilla en el suelo y la cabeza inclinada en señal mi devoción por ella, y si aún estuviera furiosa, supongo que abría intentado atacarla, pero los años aquí encerrada me habían enseñado que no merecía la pena, los dioses eran niños que no nos respetaban más a nosotros de lo que respeta un niño pequeño una piedra, por eso seguía mirando el fuego, se creían tan importantes que no entraba en su pensamiento que alguien los ignorase. 

- Parece que tu encierro aquí puede llegar pronto a su fin, espero que no se te haya hecho largo - Una voz suave y dulce como la miel me hablaba - Alex parece empeñado en encontrarte, sin duda es uno de los mejores 

- Me necesita para que los suyos sigan respirando - Oigo como se ríe, parece que le divierte esta situación más de lo que debería

- No puedes ser tan necia como para creer que eso es verdad, estáis unidos por el destino, eres la salvación de los lobos que una vez intentaste destruir, "la prometida" de la que hablan sus leyendas, y el es la salvación de las brujas. Os necesitáis más de lo que creéis- Se levanta y camina mirando el claro - Me encanta lo que has hecho con este sitio, la cabaña parece acogedora, aunque algo pequeña para la próxima suma sacerdotisa de Lilith ¿no?

- ¿Acaso no eres tu la que me necesitas a mi? - Parece sorprendida, pero no desmiente lo que acabo de decir - Lilith saca su poder de la sangre que le dan como pago, y tiene sangre y poder para vivir hasta que el mundo ya no sea mundo, pero tu no, tu eres tan fuerte como lo son tus lobos, y seamos sinceros, los lobos que tienes son débiles, poco más poderosos que los simples mortales - no me molesto en mirarla, pero puedo sentir como se enfada - Han olvidado los antiguos ritos, todo lo que les hacía fuertes, y sin ellos tu eres débil, por eso Asher sigue vivo, a mi me encerraste aquí por mucho menos - Me levanto, aun de espaldas a ella, pero con la cabeza alta, con el orgullo que solo una bruja tiene - Por eso lo ayudaste a encontrarme, porque tu no puedes ayudarle

Me doy la vuelta y la miro, no con rencor o con superioridad, simplemente la miro para que vea que no le tengo miedo, ya no - Tantos años de soledad dan para pensar, tu y Lilith sois dioses menores, dependéis de vuestros fieles, siempre te has mostrado superior porque tus lobos te idolatran y Lilith es temida, pero sois iguales, la diferencia es que Lilith al menos es sincera.

- Voy a decirte algo bruja, puede que la sangre de bruja sea dominante, pero eres en parte loba - Se acercaba a mi, cada vez gritaba más alto- Y que no se te olvide jamás, cuando tengas que decidir a quien sirves yo tendré la vida de aquello que más amas en la palma de mi mano.

Su cara casi está pegada a la mía, doy un paso atrás, sin miedo - Lilith y tu no aún no lo entendéis, yo ya no sirvo a nadie - Me di la vuelta, no me interesaba lo que tenía que decir

- Recuerda esto bruja, todos queremos algo más de lo que queremos nuestra propia vida - antes de la siguiente respiración la energía en el claro cambió, la Diosa ya no estaba.

Como si sintiera el cambio de energías Hades sale de su escondite, nunca le han gustado demasiado los dioses - Entiendo que entonces ya has decidido que vas a seguir esa locura de idea ¿verdad?

- No voy a salir de la cárcel de una diosa para caer en la trampa de otra Hades, he sido prisionera demasiado tiempo - Suspiro, después de la visita de Lilith tuve una idea, un plan desesperado y posiblemente mortal, pero estaba desesperada, no podía ser la suma sacerdotisa de Lilith, eternamente a su servicio, y era lo que me esperaba si salía del claro.

La noche se aproxima y oigo como algo se mueve en el otro extremo del claro. Me giro con una gran sonrisa en mi rostro, podía sentir su miedo, y sabía que esta noche iba a ser muy divertida, hablo lo suficientemente alto como para que me oigan - Pasad chicos, no os morderé si no me lo pedís.