Capítulo 41. Recuerdalo

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Jade

Llevaba varias horas intentando entender el libro, pero no había sido capaz, estaba segura de que estaba pasando algo por alto. El lenguaje se parecía a la antigua lengua de las brujas, pero no era exactamente igual, por lo que la traducción no era exacta, y si no era capaz de obtener todos los detalles, podría morir en el intento.

"TU ERES LA CLAVE DE TODO, RECUERDALO" era un final muy extraño para el mensaje, lo que me hacía pensar que estaba pasando algo por alto. Pasee mi mirada por las página del libro buscando algo que me indicara hacia donde debía ir, mi madre debió dejar alguna pista en el libro, pero no era capaz de encontrarlo.

Frustrada decidí volver a sentarme en el trono, harta de tanto secretismo cerré el libro y volví a apoyar la cabeza en el respaldo, pero no me relaje como de costumbre, porque notaba que algo no estaba bien. Una presencia rondaba a mi alrededor, antes de que pudiera abrir los ojos, la presencia me atacó con todas sus fuerzas.

Con la misma velocidad que esa presencia decidió atacarme, yo me defendí, levantando una protección a mi alrededor, abrí los ojos pero a mi alrededor ya no había nadie. Tarde unos instantes en entender que había pasado, destino había intentado atacarme, baje la vista a mis manos y acabe de comprenderlo todo, no me quería a mi, quería el libro.

Sin bajar la protección, mande el libro a mi pequeña dimensión, lejos de las garras de destino, y levante hechizos de protección alrededor de la sala negra, esta podía ser su dimensión, pero no iba a permitir que consiguiera nada más de mi. 

Nunca había necesitado tanto a mi madre como la necesitaba ahora, sin su ayuda veía como mis posibilidades de salir de aquí se esfumaban. Me acerque a lo que me quedaba de mi madre y de mi padre, sus herramientas.

Sonreí con pesar por los recuerdos acumulados en esas pequeñas herramientas, mi madre enseñándome cuestiones básicas de pociones y alquimia, y mi padre enseñándome a pelear, o como el lo llamaba, enseñándome a ganar "Recuerdalo Jade, un Alfa no pelea, un Alfa ganar". 

El rostro de mi padre apareció en mi mente, era un hombre terriblemente guapo, con esos aires de grandeza de quien sabe que podría poner el mundo a sus pies, pero esa imagen de invencibilidad desaparecía cuando mi madre pasaba por delante, eran tal para cual. Cuando era pequeña uno de los grandes momentos del día era cuando entrenaban, cuando ambos peleaban a muerte y se provocaban hasta las últimas consecuencias.

Eran como un engranaje perfectamente engrasado, el músculo de mi padre y el cerebro de mi madre. Incluso recuerdo que, cuando estaban enfadados y después peleaban entrenando, mi madre siempre salía ganando, no porque usara su magia, sino porque cuando mi padre la tenía contra el suelo y le decía "Recuerda, un Alfa siempre gana" ella siempre sonreía y le respondía "Recuerda, una bruja nunca pierde".

De repente mi mundo se paró en seco y la cabeza volvió a dolerme por la rapidez de mis pensamientos, tarde muchos años en entender porque mi padre se retiraba si tenía a mi madre contra el suelo, el anillo familiar. Un anillo forjado por la primera bruja Black que hace que el poder se concentre, pero no era por eso por lo que mi padre se retiraba, sino por la pequeña cuchilla cargada de veneno letal.

Hacía el mismo tiempo que no veía a mi madre que al anillo, pero se que ninguna bruja lo había encontrado, cuando las Black me torturaron en el claro fue una de las primeras cosas que me preguntaron, donde guardaba el anillo. En mi cabeza todo empezaba a tener sentido, madre debió de esconder el anillo en alguna parte, un lugar donde solo yo pudiera encontrarlo ...

Eso dejaba escasas opciones, nunca pasábamos demasiado tiempo en el mismo lugar, y apenas llevavabamos nada con nosotros, apenas un par demudas de ropa, todo lo demás mi madre lo conseguía de otro plano. El anillo debía estar en otro plano, ¿pero en cual? Había cientos de planos y mi madre no lo hubiera dejado al alcance de cualquiera.

"Eres la clave, eres la clave, eres la clave..." Sonaba como un mantra en mi cabeza, una y otra vez, los recuerdos de las clases de historia de las brujas con mi madre pasaron ante mi y recordé ese pequeño gesto que mi madre hacía en el altar, el mismo que jamás me había explicado para que servía.

Pase mis manos por debajo de la tabla y, como hacía mi madre, presioné hacia arriba mientras que repetía soy la clave. Unos pequeños huecos aparecieron y, al fondo de los mismos , encontré el anillo.

Invoque el libro y me puse el anillo, volví a poner sangre en el lomo y las letras cambiaron, dejándome leer con claridad lo que debía hacer.

20 horas más tarde, había ajustado la fórmula y mezclado los ingredientes, cubierto suelo, techo y paredes de runas y símbolos para potenciar el poder y preparado el hechizo, estaba lista. Apenas pensé a donde quería ir, cuando la imagen del lobo apareció ante mi y mis labios picaron al pensar en el beso que habíamos compartido, y aunque me mentiría antes que admitirlo, ese beso había  sido lo más cerca que había estado de sentir amor desde que mis padres fueron asesinados.

Respire profundamente y decidí que, si esto salía mal, por lo menos lo vería una última vez. Protegí la sala de manera de nada ni nadie pudiera entrar, envié a otro plano el altar, las herramientas y el trono, y me preparé para lo que pudiera pasar.

Hice uso de todo mi poder para intentar que mi espíritu saliera de ese plano, justo antes de rendirme, un dolor atroz cruzo mi cuerpo, haciéndome gritar, visualice al lobo y, cuando el dolor pasó, me encontré al lobo dentro del baño y debajo del agua

Estaba de espaldas a mi cuando dijo - Espero que te guste lo que ves bruja 

Sonreí, porque era lo único que podía hacer ante ese comentario, aunque nunca se lo reconocería  - Ya te gustaría lobo, ahora tápate, tenemos que hablar - Salí del baño para encontrarme a tres primos que me miraban con una mezcla de miedo y alegría

Estaba feliz de verlos, eran tres personas peculiares, aunque probablemente el que más simpatía me despertaba era Gabriel, en su corazón había tanto dolor como en el mio - Buenas tardes caballeros, tengo que decir que no me siento cómoda viendo como me miráis sin parpadear - Gabriel se acercaba con una sonrisa, pero el gruñido que salía del baño lo hizo pararse

Alex

No pude contener la emoción al ver a la bruja, mi corazón latía a un ritmo increíblemente alto, pero intenté controlarme, sus sarcásticas respuestas me mataban.

Salí del baño para ver como Gabriel se intentaba acercar a la bruja, antes poder evitarlo, gruñí molesto y pasé un brazo rodeando la cintura de la bruja, marcando lo que era mío. Aunque, como estaba claro, lo único que conseguí fue una dura mirada de la bruja, que estaba terriblemente cabreada por ese gesto.

- No soy un objeto lobo, que no se te olvide nunca - Iba a seguir gritándome pero cuando se giró, vio su cuerpo en la cama, y su cara perdió color, llegando a parecerse al que estaba en la cama - Todos fuera de aqui - Cuando nos disponíamos a salir, la bruja ni nos miraba - Tu no lobo, tenemos que hablar.

La prometidaWhere stories live. Discover now