XXVI

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Los días habían pasado volando y antes de lo que habría pensado, Regulus y yo habíamos vuelto al castillo.

Los vendajes en mis muñecas aún me acompañaban, no quería que nadie los notara. Regulus insistía en que debía quitarlos y dejar que termine de sanar poco a poco- Los vendajes harán que llames más la atención-llevábamos discutiendo todo el viaje en el tren y Regulus ya estaba endureciéndose-Nunca vas a recuperarte por completo si sigues con las vendas

Suspiré, Regulus tenía razón. Debía de sanar poco a poco, donde quedaría no más que una cicatriz, que me recordaría por el resto de mis días lo ocurrido esas navidades-Está bien Reg-accedí, haciéndolo sonreír

Regulus me ayudó a quitarlos, la piel de alrededor era suave, mientras que la zona afectada tenía un color distinto y textura diferente. Unas inmensas ganas de llorar me embargaron, nunca lo olvidaría, había sido uno de los castigos más crueles de parte de mi madre.

Limpié unas cuantas lagrimas que se habían escapado de mis ojos y sonreí en dirección a Regulus-Voy a cambiarme, vuelvo pronto-deposite a Orion en el asiento junto a él y salí del compartimiento.

Había evitado a toda costa un encuentro con Edward y justo en esos momentos era lo que menos necesitaba. Sabía que tenía una gran habilidad para enredarme en situaciones incómodas, pero no creía que chocaría con Edward en el pasillo en ese preciso momento.

-Lo siento- dije con incomodidad y sin expresión en mi rostro.
-Fue mi culpa-respondió

Intenté alejarme con rapidez, pero me fue imposible evitar que su mirada se dirigiera a mis muñecas, supe que había notado las cicatrices y maldecí internamente no haber escuchado a Regulus cuando me insistió en su casa quitarme las vendas y usar un vestido que cubriera mis muñecas. Empujándolo ligeramente me apresuré a mi destino original, cuando estuve en el baño me permití soltar algunas lágrimas, me consoló el hecho de que la túnica cubriría mis muñecas y alejaría todas las miradas curiosas.

El banquete de bienvenida en Hogwarts siempre lograba sacarme una sonrisa, era un lugar donde podía sentirme segura, mi familia y  mi madre no podían dañarme aquí. El profesor Dumbledore y la profesora McGonagall me daban esa tranquilidad y sensación de seguridad y protección. Regulus y Severus se encontraban frente a mi, disgustados, por la cantidad de ruido que según ellos venía de la mesa de Gryffindor, y en parte tenían razón pero había ruido en general en todas las mesas y no podíamos decir con seguridad que fuera únicamente de una.

-...Son Potter y los otros tres- dijo Severus con rabia-son bulliciosos y molestos, parecería que Black tiene un sonorus permanente- su cara se arrugó con disgusto

Estaba segura de que su comentario tenía como fin mucha cosas menos la carcajada que había salido de mi boca, pero no había podido evitarlo. Severus me vió con enojo, pero luego si expresión se suavizó ya que él sabía lo difícil que habían sido las vacaciones para mí y era una de las pocas veces que reía.

-Lo siento Sev-le dije luego de calmarme

-Mulciber le preguntó a Severus acerca de tus cicatrices-dijo de repente Reg, con mucho disgusto

-Le dije que no era asunto suyo, más aún cuando él era uno de los responsables- Severus podía llegar a ser muy cruel, y por más que estuviera molesta con Edward no quería que se sintiera responsable.

-Preferiría no hablar de eso-respondí tomando un sorbo de jugo de calabaza-si vuelve a mencionar algo sobre eso ignórenlo, se los suplico- ambos asintieron

Durante la cena mis ojos se conectaron con los de Sirius, y un sentimiento de amor me embargó, las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa al igual que los míos pero apartamos la mirada rápidamente, para que nadie sospechara, estaba segura de que nos veríamos esa noche.

-MERCURIO- Sirius Black Where stories live. Discover now