XXXIII

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Había regresado el jueves casi a la hora de la cena a la mansión. Esa sería mi última cena en esa casa, en la que no había más que sufrido durante 17 años.

Al entrar a los jardines decidí visitar la cabaña de mi abuelo por última vez y ver si podía tomar algunas cosas.

No había tenido el valor para entrar luego de su muerte, al pisarla el aroma a rosas inundó mis fosas nasales y no pude evitar soltar algunas lágrimas silenciosas mientras avanzaba por ella. Decidí tomar todas sus fotos, habían algunas de mi madre y mi abuela, otras de nosotros, incluso la que yo misma le había regalado en una navidad. Aspiré el aroma de la cabaña una vez más, guardándolo en mi memoria y me dirigí al interior de la mansión.

Me había levantado muy temprano, la cena de la noche anterior fue silenciosa nadie dijo nada, no las extrañaría en lo absoluto eso era un hecho.

Nadie había despertado aún por lo que me dirigí al jardín y tomé rosas y diversas flores para armar dos ramos, estaba segura que esas serían las últimas flores que mi madre y mi abuelo recibirían en mucho tiempo.

-Me voy abuelo, como te lo prometí - dije una vez de rodillas frente a ambas tumbas- nunca pude ser feliz. Ojalá y hubieran estado conmigo- coloqué ambos ramos y decidí volver al interior de la casa.

Me dirigí directamente al despacho de mi padre, quien estaba viendo por la ventana a los jardines, así que me había visto caminar hacia allí, aún de espaldas a la puerta al entrar estoy segura que lo supo- Te vas hoy ¿no es así?- preguntó, mientras seguía de espaldas a la puerta viendo los jardines.

-Así es padre- dije

-Quiero que me perdones- dijo para por fin darse la vuelta- se que no he sido el mejor padre, y que debí haberte defendido, quiero que seas feliz- terminó

-Ya lo he hecho padre- respondí- espero volver a verte algún día- ninguno de los dos estaba como para darse un abrazo, esas palabras habían sido más que suficientes. Así que salí del despacho para terminar de preparar las cosas que llevaría conmigo.

Había metido a Orion en su jaula y estaba atado a una de las patas de Nox y en la otra tenía una nota- Muy bien Nox- ella ululó en respuesta- vete con Sirius al valle de Godric, te veré ahí- le abrí la ventana y Nox se perdió en el cielo, ella ya era libre.

La hora de mi partida se acercaba y con eso mi ansiedad crecía, me iría justo al anochecer con suerte no se darían cuenta, una carta para Antares se encontraba prolijamente doblada en mi tocador.

Suspiré ya casi era la hora- Bien aquí voy...- me dije a mi misma para tomar valor, estaba que temblaba de los nervios- Dilly- llamé

Dilly apareció en mi habitación al segundo haciendo su ya acostumbrada reverencia que siempre me hacía rodar los ojos con diversión. A fin de llevar a cabo parte de mi plan en paz saqué mi varita y dije-Muffliato- así podría hablar con Dilly con tranquilidad

-Escúchame Dilly- comencé- voy a irme y no volveré, no en mucho tiempo- ví como sus ojos se llenaban de lágrimas- y yo quiero liberarte- dije tomando una de mis bufandas de Slytherin- pero solo si tú quieres y también si así lo deseas puedes venir conmigo o puedes quedarte yo entenderé lo que decidas.

Dilly se lanzó a llorar y abrazó mis piernas- Oh ama Rebeca a Dilly le encantaría ir con usted- dijo mientras se limpiaba las lágrimas con sus grandes orejas.

Sonreí- Bien, te quedarás conmigo, tendrás dos días libres y un salario- expliqué para luego entregarle la bufanda que se puso con emoción- y ahora quiero que aparezcas en la entrada del valle de Godric y le digas a Sirius que no tardo en llegar.

-MERCURIO- Sirius Black Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz