XXXIV

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El día de la boda había llegado era algo realmente sencillo, la señora Potter y Lily junto con la ayuda de Dilly habían preparado todo.
La ceremonia sería en el jardín de los Potter y luego habría una pequeña fiesta. A pesar de la sencillez de todo y lo discreto que habíamos sido me encontraba muy preocupada, qué tal si mi madre aparecía impidiéndolo todo. Ese pensamiento me estaba carcomiendo haciéndome temblar.

-Oye-dijo Lily tomando mis manos y sacándome de mis pensamientos-todo saldrá bien-me tranquilizó-Sirius no huirá, si eso es lo que te preocupa- bromeó para hacerme sentir mejor, y vaya que lo había logrado, lo último me sacó una sonrisa.

Lily y yo nos habíamos vuelto muy cercanas los últimos días, era una visita constante en la casa de los Potter y eso había hecho que creáramos un fuerte lazo de amistad en muy poco tiempo, realmente muy en el fondo siempre sentí como si fuéramos amigas a pesar de no haber podido hablar nunca, ya que ciertamente nunca había tenido una amiga, Lily era la primera y me alegraba.

Le sonreí en forma de agradecimiento-Gracias Lily-le di un apretón amistoso en las manos-Es solo que...- me levanté para caminar por la habitación, ella continuó sentada en el mismo lugar-¿Qué tal si mi madre aparece arruinándolo todo? ¿O Lucius?-dije con genuina aflicción

-No lo harán Rebeca-el tono de voz de Lily había sido suave para reconfortarme-Nadie lo sabe, fuimos muy discretos. El mago del ministerio es amigo de los Potter no hay forma de que vaya por ahí contándoselo a todo el mundo-terminó

Asentí dejando de caminar por la habitación, Lily tenía razón no había forma alguna de que se enterasen, es más estaba segura de que ni siquiera sabían a donde me encontraba o realmente habían decidido dejarme tranquila, desistiendo finalmente de querer controlarme.

Euphemia Potter apareció por la puerta con cara de cansancio-Sirius no para de insistir en verte-dijo con molestia pero no pudo disimular del todo la sonrisa que aparecía en su rostro.-Creo que es momento de comenzar a arreglarte, los invitados llegarán pronto.- luego de eso hizo algunos movimientos con su varita para aparecer y convocar todo lo necesario.

Asentí en su dirección y deje que ella junto con Lily arreglaran mi cabello y un maquillaje sutil. Llevaría un velo muy largo y un vestido blanco, para nada ostentoso, pero era por completo de mi gusto, por primera vez en toda mi vida había escogido algo que ponerme por mi misma y me sentía realmente satisfecha y libre.

Lily había sugerido comprar el vestido en el mundo muggle a fin de evitar rumores o algún encuentro familiar no deseado, por lo que juntas habíamos ido al centro del Londres muggle junto a su madre, quien para mi fue una gran alegría por fin haber conocido, el mundo muggle fue una experiencia nueva y fascinante jamás había visto tantos muggles y tuve que disimular mi asombro al ver la cantidad de cosas que eran capaces de hacer sin magia, Lily había reído mucho ante mis reacciones. En la tienda me llamó la atención desde un primer momento el vestido que justo iba a usar.

-Amor a primera vista- había dicho la vendedora. No estuve segura de probarme el vestido hasta que Lily y la señora Evans habían logrado convencerme, era verano y era perfecto para la ocasión, había sido difícil para mi, sabía que mi madre jamás me habría dejado usar ese vestido, pero ella ya no estaba, ahora era libre de escoger lo que realmente me hiciera feliz.

Salí de mis pensamientos cuando Lily dijo-Es hora de ponerte el vestido-dijo con una sonrisa

Temblorosa asentí y dejé que ambas mujeres me ayudaran a colocármelo, me vi en el espejo: mi cabello negro caía liso con un pequeño recogido con flores plateadas por mis hombros y espalda, el vestido se miraba espectacular.

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-MERCURIO- Sirius Black Where stories live. Discover now