No tengas vergüenza.
Este es un lugar seguro
donde yo haré realidad
tus fantasías más morbosas,
oscuras y perversas.
Escribiré aquello que más
quieres leer, tus deseos
se cumplirán.
Así que solo entra,
pide y disfruta.
¿A qué esperas?
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Este especial... Me duele que hayan querido borrarlo, con lo mucho que me gusta... :(
Donde la protagonista, llamada Miya, mantiene una relación tóxica con Todoroki. Shōto la engaña con Yaoyorozu y, en un reencuentro de exalumnos, Bakugou hace renacer los sentimientos que tiene por Miya y la chica acaba engañando también al medio albino.
Gracias a __CelerySalad__ por reescribirlo por mí. TE AMO. :') Te amo demasiado. Te amo joderrrr.
Wattpad... Fuck youuu, fuck youveryverymuuuuch.
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En esa discoteca ruidosa, Miya no supo qué hacer.
Atípica, en la barra, con su tercera copa ya vacía en la mano, miró a Todoroki flirtear descaradamente con esa chica de cabello azabache que correspondía sus gestos coquetos con gusto.
La muchacha se tragó el orgullo y las lágrimas y vació el líquido del recipiente de cristal. Sabía que su relación no era estable, ya fuera por su culpa, y no la de Todoroki, o ya fuese porque no se entendían, su noviazgo estaba cayendo en picado.
Miya sorbió por la nariz, por supuesto ebria, y se fijó con mayor precisión para averiguar quién era el ligue de su novio —pero se lo imaginaba. Resopló, se pasó las manos por el pelo y les dio la espalda para pedir otra bebida alcohólica.
Se habían reunido todos los de la Clase A después de pasar varios años sin verse en aquel pub, cada uno con una profesión distinta, viviendo en algún país ajeno, saliendo con alguien completamente diferente. Miya sacó un cigarro y renegó por lo alto cuando recordó que se había olvidado el mechero en casa.
Resignada, se hizo a la idea de que no podría fumar hasta regresar cuando mágicamente, antes de guardarlo, una llamarada repentina se encendió a su lado.
Sorprendida, Miya alzó la cabeza y le sonrió burlonamente a Katsuki. La muchacha se inclinó sobre él colocándose un mechón rebelde detrás de la oreja, con el cigarrillo en la boca, y dejó que se lo encendiera.
Soltó el humo con lentitud y gruñó de satisfacción, relamiéndose posteriormente los labios.
—Te veo cambiado, Bakugou —comentó Miya revolviéndole el pelo.
—No me toques —musitó apartándose con recelo.
—Me he equivocado. Sigues igual de gruñón —se mofó soltando una risita.
—Y tú continúas estando jodida.
—Es difícil dejar este vicio —murmuró llenándose los pulmones de toxinas.
