No tengas vergüenza.
Este es un lugar seguro
donde yo haré realidad
tus fantasías más morbosas,
oscuras y perversas.
Escribiré aquello que más
quieres leer, tus deseos
se cumplirán.
Así que solo entra,
pide y disfruta.
¿A qué esperas?
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—Voy a necesitar marihuana mezclada con un licor fuerte Algo de vodka para acelerar mi corazón Una descarga me sorprendió en el hospital Por el doctor, no estoy cooperando Esto moviendo la mesa mientras me está operando
Mis amigas, emocionadas y casi derramando lágrimas de la emoción, se abrazaron y suspiraron a la vez. Yo me limité a alzar una ceja y negar con la cabeza mientras bostezaba. El chico no cantaba mal, pero no era el tipo de música que solía escuchar.
—No sé por qué os emocionáis tanto —les dijo casi gritando.
—¡Sus canciones son la leche! —respondió de vuelta. Casi ni me acuerdo de sus nombres.
—¡Y el de la batería...! —añadió la otra mordiéndose el labio y poniendo los ojos en blanco—. Siempre va sin camiseta. ¡Está prácticamente llamando a sus fans para que se lancen sobre él!
—Pues parece estar siempre de mal humor —murmuré acabándome el vaso de Brandy.
—Luego, cuando los conozcas, pensarás otra cosa —aseguraron a la vez.
Arrugué la frente y pensé "Genial, encima hablaremos con ellos".
—Ve a limpiarte tienes crema en los labios A la mierda, tienes en la boca y algo en las tetas Prepárate, porque esta mierda se va a poner más pesada Acabo de terminar todas mis demandas, ¡jódete Debbie!
Ellos no tenían la culpa de la situación, sino mis «amigas». Cuando tu padre tiene dinero, amigas como las que tenía antes caían como las gotas de agua en un día tormentoso.
Debo admitir que las canciones del chico pecoso eran intensas y con sentimiento. Recuerdo que me sorprendió escucharlo cuando lo fui a ver por primera vez. Los otros dos chavales también lo hacían estupendamente, pero el de cabello verdoso era el que tenía más atención. Me acuerdo muy bien de ese detalle porque hicimos contacto visual. En realidad no sé si me miraba a mí o al más allá para no ponerse nervioso, pero el caso es que le aguanté la mirada y esbocé una media sonrisa para ser simpática.
Resulta que el muchacho, apodado Deku según mis amigas, se sonrojó. Sinceramente, tampoco sé si le pasó, pero sus mejillas se tiñeron de un rojo potente y, cuando yo solté una risita de diversión, el tal Deku cerró los ojos y casi ni los volvió a abrir en toda la actuación. No sé si le pasó de verdad o fue producto de mi imaginación impulsada por el alcohol.
