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4 años después

Park Ha-Joon salió de su última clase del semestre dando saltitos, completamente feliz y emocionado. Había sacado una buena calificación que lo salvó de reprobar trigonometría y por ende, no tendría que verle más la cara a la amargada profesora Kang en lo que restaba de su vida universitaria.

—¡Ha-Joon!

Fue abordado por su mejor amigo, un joven alto de cabello rizado color negro y piel levemente bronceada. Se llamaba Hwa Kyung-Jae, y parecía estar tan feliz como él. A su lado estaba Im Joon-Suk, el novio de Kyung-Jae desde la secundaria.

—¡Aprobé al fin! —celebró tironeando su brazo— Y ustedes decían que no podría —les sacó la lengua ofendido.

—No dijimos que no podrías, JaeJae, dijimos que si no estudiabas con tiempo no podrías —aclaró Ha-Joon.

—Además pasaste casi por suerte, cariño. Esta última nota estuvo a un punto de ser reprobatoria. —señaló Joon-Suk. Kyung-Jae les dio una mala mirada e hizo un puchero.

—¿No pueden fingir estar felices? ¡mal mejor amigo y mal novio!

Joon-Suk se rio y terminó envolviendo a Kyung-Jae en un abrazo mientras besaba sus mejillas. Ha-Joon sonrió mientras los observaba, adoraba ver el amor que ese par se tenía el uno al otro.

¿Cuándo llegaría el amor para él?

Desde que su primera confesión a los dieciséis años había resultado en un fracaso, se había cerrado a la posibilidad de enamorarse. Durante la secundaria tuvo una corta relacion con un chico, pero no prosperó ya que él solía evitarlo y temía ser descubierto por otras personas. Y Ha-Joon ya no era el muchacho temeroso que había sido en su adolescencia, no quería ocultarse ni tener que estar siempre atento a lo que pensaría el resto. Ahora que era más maduro estaba considerando abrirse a opción de encontrar a alguien siempre y cuando estuviese seguro de la orientación sexual de esa persona para evitar malos ratos como el que había pasado con su antiguo tutor.

De vez en cuando pensaba en él, ya no con enojo como las primeras veces. Se preguntaba que estaba haciendo y si había conseguido alguna novia bonita. Ha-Joon no era una persona rencorosa. Esperaba de corazón que él estuviese bien.

Sus mejillas fueron pellizcadas de la nada volviéndolo a la realidad.

—Llevamos rato hablándote. ¿Qué pensabas tanto? —preguntó Kyung-Jae.

—Solo hacía una lista mental de las cosas que debemos comprar para esta noche —inventó.

—¡Cierto, hoy será grandioso! —dijo Joon-Suk pasando su brazo en los hombros de Kyung-Jae mientras caminaban a la salida— ¿Jae y tú tendrán que ir a comprar?

Ha-Joon asintió con un puchero. Esa noche planeaban comer y beber hasta la inconsciencia para celebrar el fin de semestre. Habían jugado a piedra, papel o tijeras para elegir quienes irían al supermercado a comprar todo, siendo Kyung-Jae y él los perdedores.

En la salida tomaron caminos distintos. Quedaron de juntarse a las siete de la tarde en casa de su amigo Do-Hyun así que tenía algunas horas antes para arreglarse bien.

Pasó por fuera de su salón de belleza habitual y se detuvo a ver su reflejo en el vidrio. Las raíces de su cabello negro empezaban a notarse entre el color parecido al salmón, tal vez sería bueno cambiarlo.

Entró y de inmediato varias miradas se posaron en él. 

Oyó algunos suspiros y cuchicheos a los que nunca pudo acostumbrarse. Cuando cumplió dieciocho años, había crecido diez centímetros más, su cara de bebé había desaparecido, aunque sus mejillas seguían igual, y había empezado a teñirse el cabello. Había recibido cumplidos y confesiones por doquier.

All Over AgainWhere stories live. Discover now