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Kim Sang-Hyun salió del trabajo cabizbajo y completamente molesto.

Hace dos semanas lo habían dejado a cargo de un proyecto y por ende se quedaba varias horas extra para coordinarse con los demás integrantes del equipo. Estaban estresados y cansados, sobre todo él quien debía dar la cara por los demás cuando el momento de la presentación llegase.

Todo iba en perfecta armonía hasta que uno de los internos con voz temblorosa anunció que había extraviado la memoria USB con la mitad del proyecto en su interior. Sang-Hyun y algunos superiores reprendieron con dureza al chico por su descuido en tanto otros empleados buscaban por la oficina.

El incidente se resolvió cuando una secretaria apareció con la memoria en la mano. En la mañana ambos habían chocado en el pasillo provocando que la memoria se cayera de su bolsillo, ella la tomó, pero cuando iba a entregarlo al interno este ya había desaparecido pues iba tarde a la junta.

A pesar de que todo estaba bien, Sang-Hyun volvió a advertir al interno de que si esa situación se repetía, sería sancionado. Y para empeorar la situación, alguien robó su botella de café helado de la sala de descanso a pesar de que le había puesto su nombre.

Estuvo de mal humor por el resto del día.

Después de graduarse de la universidad consiguió empleo en Seúl donde ya llevaba un año viviendo. Trabajaba e iba a casa, esa era su rutina diaria. Se mantuvo soltero durante esos cuatro años pues aun se encontraba explorando su sexualidad y descubriendo el tipo de pareja que quería en un futuro. Con el paso del tiempo se convenció de que era bisexual y dejó de lado todos sus prejuicios. 

Aún recordaba con cierto cariño y melancolía a Park Ha-Joon, quien debería tener veinte años en la actualidad. Se preguntaba en que parte de Seúl podría estar y si ya había logrado entrar a la universidad.

El llavero de Ryan había pasado a adornar la llave de su auto. Ya estaba desteñido y áspero en algunas partes, pero no pensaba reemplazarlo. Había tratado de tirarlo algunas veces para dejar de aferrarse al recuerdo del primer chico que le gustó y que perdió por su propia negativa a creer que podrían gustarle los hombres, no obstante, no pudo desecharlo. Cada vez que estaba por tirarlo se arrepentía y volvía a su lugar.

Las esperanzas de volver a encontrarse con el muchacho disminuyeron con el paso de los años hasta convencerse de que jamás pasaría. Ahora solo esperaba que el menor estuviese bien y feliz con alguien que supiese apreciarlo como él no pudo en su momento, aunque le doliera el solo pensarlo.

Al salir del trabajo recibió una llamada.

—Hyung.

—Sang-Hyun-ah. ¿Ya saliste del trabajo? —preguntó su amigo.

—Si, y no fue un día agradable.

—Pues alégrate por que Min-Ji está haciendo sundubu jjigae y  sabes como es ella, habrá suficiente para alimentar a un ejército así que estas obligado a cenar con nosotros.

Sang-Hyun sonrió en grande sintiéndose un poco mejor.

—Ah, la comida de Min-Ji siempre me anima. Llevaré cerveza.

—¡Perfecto! ¿Podrías comprarnos aceite de sésamo ya que estás ahí? Aquí te lo pago.

—Claro.

Ese era Lee Myung-Soo, su sunbae de la universidad. Perdieron el contacto cuando este se graduó un año antes que él y volvieron a encontrarse cuando se mudo a su nuevo departamento descubriendo que eran casi vecinos. Myung-Soo vivía con su novia Jeong Min-Ji en el quinto piso y él vivía con su gato Bomi en el sexto piso.

All Over AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora