Epílogo

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Ha-Joon despertó a causa del cosquilleo en su nariz, abrió los ojos y vio a Bomi frente suyo oliendo su rostro.

—Hola, bonito, ¿tienes hambre? —preguntó con voz adormilada. 

Bomi maulló suavemente y saltó de la cama como si supiese que iba a recibir su desayuno, solo había un problema: Sang-Hyun lo estaba apresando entre sus brazos y no parecía querer soltarlo.

Sang-Hyun le comentó que cuando vivía solo tenía la costumbre de abrazar una almohada, pero ahora que vivían juntos él había heredado la labor y por ende despertaba cada día como la cucharita pequeña, y no le molestaba, lo amaba. Adoraba sentir la respiración (o ronquidos) de Sang-Hyun en su cuello y su cuerpo muy pegado al suyo, sin embargo, ahora tenía que levantarse o Bomi se lanzaría al rostro del mayor para despertarlo.

Trató de sacudirse lentamente pero eso solo provocó que el agarre se intensificara y sintiese su erección presionar contra su trasero.

—Hyunie, despierta, —trató de despertarlo, pero recibió un gruñido en respuesta— debo alimentar a Bomi y no puedo si no me sueltas.

—Cinco minutos mas —susurró metiendo la mano bajo la playera de Ha-Joon hasta dejarla encima de su pecho.

—Tus cinco minutos siempre se convierten en una hora. —reclamó con diversión— Ya deja esas manos quietas, ¿no ibas a dormir? —preguntó cuando lo sintió pellizcar sus pezones.

—Creo que se me quitó el sueño —dijo separándose para dejarlo voltear hacia él— Buenos días dulzura.

Ha-Joon sonrió y tomó el rostro de su novio entre sus manos para besarlo bien sin importarle si tenían aliento mañanero, eso no era impedimento para su beso de buenos días.

—Buenos días, amor —susurró peinando el cabello rebelde de Sang-Hyun con los dedos— ¿dormiste bien?

—Siempre duermo bien cuando te tengo a mi lado.

—Ser cursi no te conseguirá sexo tan temprano. —se burló provocando un puchero en sus labios— Cariño, no me mires asi, tenemos que desayunar, ir al supermercado y limpiar la casa.

—¿Y después de hacer todo eso? —preguntó abrazándolo de nuevo.

—Podemos tener mucho sexo cuando terminemos de hacer todas esas cosas, ¿si? —prometió alzando el meñique.

—De acuerdo, promesa —respondió entrelazándolo.

Luego de desayunar hicieron la lista de cosas faltantes y fueron al supermercado. Compraron frutas, verduras y carne. Desde que vivían juntos la comida instantánea había desaparecido de sus vidas, excepto por el ramen.

Al volver se pusieron a limpiar y ordenar el departamento de arriba a abajo. Limpiaron las ventanas, el baño y sacaron una inmensa bola de pelos de gato del sofá. Después almorzaron y siguieron limpiando. Apenas Ha-Joon terminó de colgar la ropa húmeda Sang-Hyun lo abrazó y lo miró con ojos suplicantes. 

¿A quien iba a engañar? Él también tenía muchas ganas de sexo.

—Dame cinco minutos en la ducha y seré todo tuyo.

—Te espero en la cama —dijo corriendo a la habitación.

Casi cinco minutos exactos después ambos se besaban desnudos sobre las sabanas. No había lugar en el cuerpo de Ha-Joon que no hubiese sido marcado con los besos de Sang-Hyun, hasta sus tobillos tenían leves chupetones.

Fue puesto sobre sus rodillas antes de sentir a Sang-Hyun deslizarse dentro suyo y empezar a moverse. Alzó las caderas y bajó el resto de su cuerpo para profundizar las embestidas. Abrazó la almohada de su novio para aspirar el delicioso aroma de su perfume mientras gemía en voz alta siempre tratando de no ser demasiado escandaloso, pero era difícil controlarse cuando un hombre tan bien dotado como su novio se encontraba detrás. 

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