seis

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LAS EXCLAMACIONES enfurecidas de parte de Rio hacia Nagisa no se hicieron esperar.

Nakamura, Shiota y Akabane se encontraban en el patio hablando bajo un árbol, bueno, más bien escuchando a Río reñir a Nagisa.

— ¡¿Cómo se te ocurre decirle que había que invitar a más gente?! ¡Eso y decirle a Maehara que vuelva con ella es lo mismo!

Karma suspiró y apoyó una de sus manos en el hombro de Nagisa:— Eres idiota, de eso no hay duda.

— ¡Karma!— Exclamó Nagisa ofendido, Nagisa suspiró y bajó la mirada.— Lo siento chicos, me entró el pánico.

Rio tomó aire lentamente intentando calmarse:— Mira, olvídate de Maehara, ¿si no te hubiera pillado por sorpresa habrías salido sólo con ella?

Karma lo miró expectante y Nagisa no pudo evitar sentirse presionado, de todas formas asintió con rapidez comenzando a sentirse un imbecil por la respuesta que le había dado a Iris.

— Pues estas de suerte, por que viene hacia aquí.— Karma giró a Nagisa hacia Iris mientras Nakamura se encargaba de llamarla.

— Hola chicos...— Se la notaba algo decaída.— Nagisa, es posible que tengamos que cancelar la salida, en cuanto les he dicho que íbamos los dos han dicho que no...— Hizo un pequeño puchero y se abrazó a su hermana.

— Que lista es para unas cosas y que tonta es para otras.

Pensó la mayor de las hermanas acariciando la cabeza de Iris con delicadeza.

— ¿Acaso les caemos mal?— Miró con terror a Nagisa, que la miraba calmado a pesar de que por dentro estaba temblando.— ¡Oh por Dios, somos los nuevos Margi-sensei!

Karma, aburrido por las palabras de la rubia, tironeó levemente de Nakamura dándole a entender que Nagisa iba a hablar con Iris.

La chica se separó de su hermana con cuidado y tras una sonrisa de aliento hacia el peliazul, ambos se despidieron de ellos.

— ¿Ahora le caigo mal a mi hermana también?

Nagisa suspiró y puso una de sus manos en el hombro de Iris antes de que ella lo abrazase con fuerza y comenzara a llorar desconsoladamente.

— Shh... Shh...— Decía el peliazul en su oído mientras frotaba la espalda de la rubia.— ¿Qué te parece si pasamos de ellos y vamos tú y yo a la cafetería?

La rubia se separó de él confusa y Nagisa aprovechó para limpiarle las lágrimas.

— ¿No preferías ir con más gente?— Nagisa se rascó la cabeza y algo sonrojado sonrió nerviosamente.

— Lo he pensado mejor, y me gustaría más ir contigo. Si sigues queriendo, claro.

Iris asintió enérgicamente y lo abrazó tan fuerte que ambos cayeron al suelo por el impulso.

— Entonces esperame a la salida.— Cruzaron miradas unos segundos y luego Iris le dio un beso en la mejilla a modo de despedida, se levantó y volvió al interior del campus.

A su vez, Nakamura y Akabane chocaron los cinco al ver cómo Nagisa miraba embobado como Iris se marchaba.

(...)

— CUANDO DECÍAS cafetería no pensaba en esto.— Dijo Nagisa algo sorprendido por el lugar que Iris había elegido.

Era una de esas cafeterías del centro en las que podías tomar algo con un montón de gatos a tú alrededor. Y no era que a Nagisa no le gustasen los gatos, sino que estaba sorprendido.

— Bueno.— Iris se rascó la nuca con nerviosismo.— Adoro a los gatos, pero mi madre es alérgica y no podemos tener uno. Tendríamos un perro, pero mi padre es alérgico a ellos. Por eso suelo venir una vez a la semana, ya sea sola o con alguien.

Sonrió nerviosa y se ajustó la mochila:— Aunque si quieres podemos ir a otro lugar.

Nagisa negó con una pequeña sonrisa y tomó la mano de la chica antes de entrar a la cafetería.

— ¡Iris!— Saludó una de las camareras nada más verla, su vista se paseó por Nagisa y luego llegó a las manos de ambos. Frunció el ceño y miró a la rubia.— ¿Estas haciendo de niñera?

Iris palideció y comenzó a negar casi a los gritos, Nagisa agachó la cabeza avergonzado de su altura, apretó la mano de su amiga y ella lo miró con un puchero.

— Yumeko... Es mi compañero de clase, Nagisa.

— Ah. Osea que es tu novio.— Y al instante, Iris volvió a negar.— ¿Entonces por qué seguís tomados de la mano?

Con su libreta señaló las manos de los adolescentes y ambos se soltaron avergonzados.

Iris suspiró y Nagisa se tocó las mejillas levemente sintiendolas calientes.

Ambos estaban más rojos que las lentillas de Yumeko.

La pelinegra soltó una carcajada y les señaló una mesa algo alejada del resto.

— Tenéis una mesa libre ahí al fondo, parejita, a los gatos les gusta ese rincón por lo que estarán cerca vuestro la mayoría del rato.— Iris asintió todavía acalorada y prácticamente corrió hacia la mesa.

En cuanto Nagisa se sentó frente a ella, un gato se subió a su regazo y comenzó a restregarse en él. La rubia sonrió.

— Parece que a Miko le caes bien.— En cuanto el gato escuchó su voz, saltó del regazo del chico para ir hacia ella.

— Parece que tu también le caes bien.— Sonrió Nagisa al ver como Iris tomaba al gato y lo restregaba contra su cara.

— Eso era de esperar, yo lo traje a este sitio.— Explicó, él la miró sorprendido.— Todos los gatos son callejeros, la cafetería es una excusa para salvarlos de la calle. Aquí son alimentados y tienen una habitación para ellos en la trastienda.

Nagisa sonrió tiernamente al ver la escena, el gato ronroneando sobre Iris y ella acariciandolo con cuidado. Sonrientes, ambos cruzaron miradas por unos segundos.

Los ojos azules de ambos chocaron, Iris dejó al gato sobre una silla cercana y luego comenzó a acercarse a Nagisa por encima de la mesa, por algún motivo, Nagisa la imitaba.

Ambos cerraron los ojos y cuando estaban a punto de besarse, un carraspeo los hizo separarse de golpe, rojos y sin ser capaces de mirarse de nuevo.

— Qué vais a tomar.— Preguntó Yumeko con diversión mientras jugaba con su bolígrafo.

(...)

— GRACIAS POR acompañarme, pero no era necesario.— Iris se encogió de hombros restándole importancia al asunto.

— Vivo a unas calles, así que no me importa.— Sonrió levemente.— Gracias por venir hoy conmigo a la cafetería, a sido muy divertido.

Nagisa sonrió también y antes de meter la llave en la cerradura de la puerta, su madre abrió desde el interior.

Algo sorprendida de ver a Iris, Hiromi sonrió.

— Hola, soy la madre de Nagisa.— Iris hizo una reverencia acompañada de una sonrisa nerviosa.

— Iris Nakamura, Señora Shiota.

Se volvió a enderezar y miró a Nagisa con una pequeña sonrisa.

— Hasta mañana, Nagisa.— Le sonrió a Hiromi una última vez y comenzó a alejarse de la casa.

Nagisa frunció el ceño levemente y cuando Iris estaba a punto de entrar al ascensor, Nagisa corrió hasta ella.

— ¡Iris!— La mano del peliazul en su brazo la hizo girarse sorprendida.— ¿Quieres quedarte a cenar?

ocean eyes ▭ nagisa shiotaWhere stories live. Discover now