ocean eyes ▭ nagisa shiota

dieciséis

LOS EXÁMENES finales del primer trimestre se acercaban cada vez más, y todos estaban esforzándose al máximo.

Iris había puesto en práctica su táctica de por cada respuesta acertada podía tomar una cucharadita de helado, rápidamente se dio cuenta de que no funcionaba, llevaba dos horas estudiando y ya se había comido dos tarrinas enteras.

— Si mamá ve esto me matará.— Susurró apurada al escuchar los pasos de la Señora Nakamura subiendo las escaleras.— Mierda.— Tomó las tarrinas y las tiró por la ventana abierta, al igual que las cucharas. Un quejido se escuchó desde abajo e Iris se asomó viendo a Nagisa, su pelo tenía algunas gotas de helado, al igual que su ropa

— Iris, ¿qué...?

— Shhh.— Indicó silencio y volvió a su habitación encontrándose con su madre, que la miraba con regaño.

La mujer se asomó a la ventana encontrándose con Nagisa, que trataba de comprender que acababa de pasar.

— ¿Ese es Nagisa?— Iris negó rápidamente tironeando del brazo de su madre para alejarlo de la ventana.— ¿Lo vas a dejar pasar o lo vas a tener ahí fuera toda la tarde?

Iris sonrió y bajó las escaleras con tan mala suerte de tropezarse consigo misma, comenzando a rodar escaleras abajo.

— ¡¿Iris?! — Preguntó Nagisa tras la puerta.— ¡¿Te has vuelto a caer por las escaleras?! ¡Algún día te vas a hacer daño de verdad!

La rubia se sentó en el suelo, sacudió su cabeza y dio un par de golpecitos comprobando si le dolía algo. Al ver que no, se acercó a la entrada y antes de abrir se fijo en el espejo que había al lado.

Se acomodó su falda y subió sus medias hasta sus rodillas de nuevo, colocó bien la capucha de su sudadera y tras ensallar rápidamente una sonrisa, abrió la puerta de la entrada.

— ¡Hola!— Saludó alegremente.— ¿Por qué estás manchado de helado?— Preguntó confusa.

— Porqué cree que es.— Contestó dándole las cucharas a la rubia, Iris se apartó de la puerta dejándolo pasar y tras hacer una pequeña reverencia a la señora Nakamura, ambos procedieron a subir a la habitación de la rubia entre susurros.

— ¿Por qué llevas cucharas en la mano, Iris?— Preguntó su madre confundida.

— ¡Es el arte de la papiroflexia!— Gritó antes de cerrar la puerta de su habitación y sentarse en la silla de su escritorio.— ¿Vamos a estudiar?— Preguntó Iris con una mueca al ver cómo el peliazul abría su libro y sacaba de su mochila un cuaderno.

— Preferiría ir a dar un paseo y tomar un helado extra grande contigo, pero Koro-sensei me ha pedido que te ayude con ciencia.— Nagisa hizo una mueca mirando a su alrededor buscando una silla.

Buscando donde sentarse, Nagisa se dio cuenta de que era la primera vez que entraba a la habitación de Iris.

Las paredes eran amarillo pastel, y el suelo de madera estaba cubierto por una alfombra blanca, al lado de la puerta había un armario, y entre este y la pared se encontraba el escritorio.

En esa misma pared se encontraba la ventana, en paralelo a la cama matrimonial.

— Iré a por la silla de mi hermana, ya vengo.— Murmuró Iris saliendo apresurada de la habitación, se había dado cuenta de cómo Nagisa miraba todo con lujo de detalle y le daba pena que no le gustara su habitación.

Después de traer la silla restante, Nagisa comenzó a explicarle a Iris algunas cosas básicas que ayudarían en el refuerzo de Koro-sensei.

Lo único malo que había era que Iris sólo podía concentrarse en él, en sus ojos oceánicos y en su amable sonrisa.

— ¿Has entendido?— Preguntó Nagisa girandose a mirarla, eso provocó que ambos se sonrojaran ya que quedaron a muy poca distancia.

Iris se relamió los labios antes de fijarse en los ojos de Nagisa, se abalanzó a sus labios dándole un beso rápido.

Al separarse, Nagisa sonrió levemente al ver cómo Iris escondía su cara entre sus manos ahogando un gritito de vergüenza.

Nagisa soltó una risita enternecido y lentamente retiró las manos de Iris de su cara. Ella lo miró avergonzada y en un susurro preguntó:— ¿Quieres helado?

(...)

TRAS OTRO día de estudio intensivo con Koro-sensei, Nagisa, las Nakamura, Kaede e Isogai se acercaron a la biblioteca del campus principal a estudiar.

Iris se alegró de saber qué estaba con gente a la que se le daba bien ciencia, así podría pedir ayuda en cualquier momento.

Tras un rato de calma, los amigos de Asano hicieron acto de presencia en la biblioteca.

— ¿Vaya, pero si son los chicos de la clase E, pero que hacéis en la biblioteca?— Preguntó uno con falsa sorpresa.

— Largaos, escoria. Esos son nuestros asientos.— Iris se levantó de su sitio con el ceño fruncido y se acercó a otro de ellos para encararlo. Tuvo que mirar hacia arriba gracias a la abismal diferencia de altura.

— ¿Quieres saber por dónde te voy a meter los asientos?— Antes de que pudiera continuar, Nagisa tironeó de su brazo haciendo que la rubia terminara en su regazo sentada.

— Reservamos nuestros asientos.— Escuchó decir Iris a Isogai mientras intentaba no sonrojarse, podía levantarse, pero estaba tan cómoda, y Nagisa olía tan bien que simplemente no podía.

Y no quería.

— ¿Acaso lo habéis olvidado? En este instituto los zopencos de la clase E no pueden desafiar a los de la clase A.— Dijo el de gafas y pelo negro dando un par de pasos hacia la mesa.

— ¡Sí que podemos!— Iris se levantó de golpe encarando ahora al pelinegro.— Vamos a quedar primeros en cada asignatura, ¡os demostraremos de lo que estamos hechos y de lo que somos capaces!

— ¡¿Te atreves a responderme, niña descarada?! ¡Con esas coletas pareces una niña de tres años!

— Y tú pareces un pedofilo.— Respondió ella enfadando se cada vez más, Nakamura, Kaede, Nagisa e Isogai compartieron una mirada.

El mismo chico que habló al principio volvió a hablar:— Vamos a ver qué os parece esto. La clase que consiga el mayor número de primeros puestos en las cinco asignaturas, podrá ordenar todo lo que quiera a los perdedores.— El joven se inclinó hacia la cara de Iris y ella se alejó.

— Distancia social, porfa.— Lo empujó suavemente antes de girarse hacia Nagisa, el peliazul asintió y entonces Iris miró a los prodigios.— Aceptamos.