doce

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SU CARA estaba realmente hinchada y le costaba respirar, sin duda la alergia la había golpeado fuerte.

Unas nueve horas atrás, la vecina de Iris había invitado a toda la familia a cenar y de postre habían preparado pastel de nueces con ciruelas.

Una combinación extraña pero exquisita. El problema era que Iris era alérgica a las nueces, así que ahí estaba ella, tumbada en una camilla de las habitaciones de urgencias, con un par de máquinas conectada a ella y hablando con sus amigos de la academia de teatro.

Entonces, la puerta de su habitación se abrió casi golpeandola contra la pared.

Con sorpresa, Iris miró a Nagisa, su respiración estaba entrecortada y parecía que había corrido desde la salida de metro más cercana hasta allí.

— ¡Nagi!— Gritó ella tirando su teléfono a los pies de su cama, abrió sus brazos de par en par indicando que quería un abrazo.

Él, aún cansado, se acercó a ella tirando su mochila por el camino, prácticamente se lanzó sobre la camilla para abrazarla.

— ¿Cómo sabías que estaba aquí?— Le susurró al oído, Nagisa se tenso levemente.

— Tu hermana me lo ha dicho. Que te habían ingresado por ingestión de nueces.

Iris dio una bocanada que la lleno por completo, aunque le costó un poco.

— Ya... Es que soy alérgica y mi vecina no lo sabía.— Con cuidado, se rascó la nuca evitando la mirada de Nagisa, que ya se había separado de ella.

Hinchada y con la alergia, sigue viéndose tierna.

Pensó él soltando un gran suspiro en su dirección, sacudió su cabeza con rapidez antes de tomar una silla cercana y acercarla a la camilla.

— Deberías volver a clase, no quiero que te pierdas nada.— Llevó sus manos a sus mejillas con vergüenza.-— A demás, estoy horrible, ¡no tendrías que verme así!— Tomó una almohada y la puso en su cara soltando un pequeño grito desconforme con la presencia de su amigo.

— Estés como estés siempre estarás guapa para mí.— El grito cesó y lentamente, Iris bajó la almohada mirando a Nagisa tímidamente.

— ¿L-lo dices enserio?— Nagisa asintió mirándola con una sonrisita divertida. Iris hizo un puchero y sus ojos se achinaron levemente. Nagisa la miró con pánico.

No había duda, Iris iba a llorar.

— ¡Es lo más bonito que me han dicho nunca estando en estas condiciones!— Tiró del brazo de Nagisa para abrazarlo, grave error, ya que la cara del chico acabó en los pechos de la rubia.

Se dio cuenta segundos después y lo separó de golpe:— ¡Lo siento, lo siento!

Ambos estaban sonrojados y el calor inundó la sala de golpe.

— S-será mejor que vuelva a clase.— Nagisa se levantó de su silla pero Iris tironeó de él llamando su atención.

-— Quédate por fa, no hay nadie que pueda hacerme compañía y tu eres el único que ha venido a visitarme.

Nagisa la miró unos segundos antes de asentir y volver a la silla, hubo un silencio incómodo que dio unos segundos, Iris carraspeó y encendió la tele de la habitación, su cara se iluminó al ver la película que estaban dando.

— ¡La la land!— Gritó emocionada y como si fuera un rayo de sol, su alegría iluminó a Nagisa, que la miró emocionado antes de verla tararear las canciones.— ¡Another day of sun!— Alzó sus brazos agitando sus manos.— Manos de jazz...— Susurró mirándolo divertida.

ocean eyes ▭ nagisa shiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora