Capítulo 17

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Maya


Está en todos los periódicos, en la televisión hablan de eso, no puedo escaparme de la fotografía que muestra a Timaeus sosteniendo a Melissa por la cintura. Esa imagen atravesó como flecha mi corazón. Es que bueno sabía que si en algún momento él salía con una chica me iba a doler, pero que sea con Sanders, eso lo sentía como una traición.

Tom aparece en la cocina bostezando.

—Te has levantado temprano, pequeña.

Le sonrío a medias y me acerco a él para darle un abrazo, aunque yo lo necesito más.

—No podía dormir, así que pensé en hacer el desayuno.

—Hmm, y por eso te desayunaste la noticia de los Lux —me dice sin soltarme.

No sabía como lo hacía, pero Tom siempre estaba un paso por delante. No podía ocultarle nada.

—Algo así.

Nos separa un poco y toma el periódico de encima de la mesa.

—Cariño, una de las primeras cosas que debes aprender de esta industria es que esto. —Señala el periódico—. No siempre es verdad, de hecho, me atrevo a decir que en su mayoría no son ciertas.

Lo miro un poco desconfiada, no de sus palabras, sino de la noticia, y es que una imagen vale más que mil palabras.

Me suelta, no sin antes dejar un beso en mi cabeza.

—Además —añade—. El de la foto, es Thanos, no Timaeus.

Lo miro sin creer en lo que acaba de decir. Le arrebato el periódico y me fijo en la imagen.

—Mira la ropa, es la misma que tenía ayer en el bar. —Señala en la fotografía.

Tiene razón. Suelto un suspiro aliviada, me siento tan estúpida por haberme comido la cabeza desde que encontré este periódico en la cocina.

—Ay, cariño. El amor nos vuelve sensibles y vulnerables.

—Pero yo...

—Cariño, puedes tratar de mentirte todo lo que quieras, pero nunca engañarás a mis ojos. Lo miras de la misma manera en que lo hacías hace dos años. Hay añoranza en tu mirada cada vez que lo ves, me recuerda a la forma en que veía a mi Molly de lejos cuando éramos jóvenes. —Acaricia mi mejilla con su mano—. Y pienso que Tim te mira de una forma muy similar.

Una cosa es que yo admitiera mis sentimientos a Timaeus, pero una muy diferente es que comenzara a hacerme ilusiones con algo que no va a suceder.

—Tom, eso no es verdad.

Él se ríe con suavidad.

—Mi pequeña niña ingenua, aún te falta vivir tanto en la vida. ¿Por qué no te das una oportunidad y lo intentas?

—Puede que no lo creas, pero no soy masoquista. No me gustaría nada ser rechazada.

Él se ríe y se sirve un poco de café de la cafetera.

—Podrías comenzar hablándole, supongo que debe estar un poco dolido luego de que te fuiste.

Jamás lo dije, pero en mi habitación en lo profundo de un cajón estaba guardada la carta que le escribí a Timaeus antes de marcharme, pero nunca reuní la suficiente confianza como para enviarla. Luego del recital siempre pensé que la relación alumna-profesor se había terminado y que la única razón por la que seguía viniendo al orfanato era porque se había encariñado con Sophie y los niños. Así que me marché pensando en que no le importaría.

SAGA LUX III | Los colores de TimaeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora