🔸Capítulo 3🔸

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— Si yo fuera tú no entraría ahí jovencita —advirtió nana con un rostro serio haciendo que me sobresaltara del susto

— ¿Por... qué? —pregunte mientras caminábamos nuevamente

— Porque al niño Max no le gusta que nadie entre, ni siquiera yo a menos que sea para hacer la limpieza, diariamente entran y salen mujeres de ahí —dijo mientras abría la puerta — Aquí es mi niña

— Alicia, ese es mi nombre pero me dicen Al de vez en cuando, mis amigas... que ya... no veré de nuevo —mis ojos se llenan de lágrimas ante mi voz quebrada, la señora me dedica una mirada cargada de pena

— Bueno niña Alicia, buenas noches —dijo marchándose con gran rapidez, por lo que deduzco que le ha tocado un poco lo que le he dicho. Si voy a estar aquí debo encontrar la manera de escapar y ganarme la confianza de estas personas.

Entré a la habitación que se me fue asignada, era realmente enorme, y mis cosas estaban ahí, acomodadas de la misma forma en las que estaban en casa.

¡Si!, Mi blok está aquí.

Se que no debería alegrarme por algo así mientras me tiene secuestrada un mafioso psicópata sexy. Pero creo que es lo mejor que me ha pasado en todo el atareado día.

Me duché, si es que así se le puede llamar a estar toda una hora bajo el agua tibia llorando y lamentándome de mi desgracia, me puse un pijama medio transparente negro, pues casi toda mi ropa interior tenía esas características y hasta más atrevidas, cortesía de mis compañeras de piso. Era tarde, y no quería, necesitaba averiguar más, me puse un camisón y salí descalza sintiéndome Sherlock Holmes en uno de esos libros de misterios. Fui a la enorme cocina y tomé un vaso de leche para beber mientras hacía el recorrido buscando las pistas del caso, exploré la parte inferior de la gran mansión, había una piscina, un mini bar, hasta una enorme biblioteca, ¡era un sueño!. Un sueno que no debía cargarme porque estoy secuestrada.

Subí dispuesta a regresar a mi habitación, o al menos encontrarla, pero vi una puerta entrejunta y como dice el dicho, ¡La curiosidad mató al gato! y en este caso, a una adolescente curiosa y desesperada. Era el cuarto rojo, parecido al de Cristian Grey.

¡Madre mía, este tipo en serio está desquiciado!

Entré sin hacer ruido, habían muchos juguetes sexuales, y tan solos de imaginarlos en mí provocaba que mi cuerpo se sintiera nervioso y a la vez ardiera a una temperatura considerable, ¿es posible que se tenga un sueño húmedo despierta?, porque mentalmente me estaba follando a Henry Cavill.

Unos dedos cálidos se deslizaron por mi brazo erizándome y me asusté. Me quedé ahí paralizada unos segundos sin saber cómo reaccionar. Al darme la vuelta era Max.

— No deberías estar aquí preciosa —dijo mirándome fijamente, sus ojos reflejaban una oscuridad y desinterés que no sabía cómo interpretar.

No pude evitar notar que estaba en boxers solamente, medio desnudo delante de mí, con la toalla rodeando su cuello y sus ojos penetrando los míos.

— Si, yo... ya me iba —dije dando unos pasos a la salida antes de que me sujetara el brazo y me jalara hasta él
— Espera, una cosa más —agregó

Nuestros cuerpos estaban tan cerca, el estaba inclinado hacia mí, me sostenía con una mano por la sintura y la otra en mi brazo, su piel era tan cálida y emanaba un olor delicioso, pero me estaba asustando su manera de actuar. Sentirlo así me ponía nerviosa.

— ¿Si? —logré preguntar

—  Te queda bien ese pijama, hermosa vista —sonrió, sus palabras me insultaron bastante, ¡Maldito atrevido!

Vendida por Amor a primera vistaWhere stories live. Discover now