15. Realeza (Winterwidow)

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Desde que Nathaniel tiene memoria siempre ha sabido de la guerra que ha habido entre los reinos del Norte y el Sur, es como si ambos odiarán la idea que el contrario existiera. Las peleas que hubo durante años siempre causaban devastación en ambos lados, pero no paraban y el pueblo era el que debía sufrir.


Así que cuando se mencionó entre los guardias del palacio que al parecer ambos reinos habían llegado a un acuerdo, la sorpresa lo invadió porque no creía que eso llegará a suceder en algún momento. Y al parecer se iba a realizar una fiesta para que los reyes del Sur, Howard y María Stark, junto al príncipe y heredero, Anthony Stark, llegarán y dirían el acuerdo que se pactó.


Sabía que las posibilidades de ir a ver a su amada eran nulas, puesto que todo el castillo iba a estar ocupados con los preparativos de la noche. Y por ente, él.







La fiesta había dado inicio y desde la esquina tenía una gran apertura para observar todo lo que sucedía a su alrededor. Todo estaba tan tranquilo que hasta parecía sospechoso, su mirada se dirigió hacia el rey George cuando se levantó de su asiento y todos callaron.


—Todos saben muy bien de la enemistad que se ha mantenido entre nuestros reinos y después de mucho tiempo hemos llegado al acuerdo de una unión entre nosotros, una alianza de matrimonio entre los herederos, mi hija, la princesa Jane Barnes y el príncipe Anthony Stark.


Aquellas palabras hicieron que Nathaniel perdiera todo color en su rostro y buscará con la mirada a su amada, viéndola desde lo lejos como se levantaba de la mesa para acercarse a su ahora prometido. En algún momento la mirada de ambos se cruzaron, pero la castaña huyó a la suya y simplemente se dejó atraer hacia el cuerpo el príncipe.


Sabía que en algún momento esto iba a suceder, puesto que el rey nunca iba a permitir que su única hija se casará con alguien que no perteneciera a la realeza, le dolía aquello y no sabía cómo afrontarlo ahora. Le hubiera gustado haber nacido en otro tiempo y así poder casarse con libertad con la chica, sin tener sobre ellos el peso de la corona.







Jane observaba en silencio a Nathaniel, después de la fiesta, ambos se encontraron en la habitación de la chica. Ella sabía por la mirada del hombre que se encontraba herido por lo escuchado en la fiesta.


—Lo siento, ni siquiera yo esperaba que mi padre me comprometiera con el príncipe Anthony. —Jane se acercó nervios hasta su amado y tomó el rostro de este entre sus manos. —Te amo, nunca tengas duda de ello. Pero mi deber ante ellos es cumplir su mandato.


—Y ¿tú felicidad dónde queda?


—Eso no existe en mi mundo. —Los ojos se Jane se llenaron de lágrimas, tratando de no soltarse a llorar ahí mismo.


—¿De verdad vas a casarte con él aún sabiendo que quizás no vayas amarlo nunca?


El silencio se formó entre ambos cuando aquellas palabras fueron pronunciadas, la verdad era que Jane no deseaba casarse con alguien que no amaba y mucho menos cuando se iba a obtener algo por ello. Pero tampoco deseaba fallarle a su pueblo.


—Y... ¿aceptarías huir conmigo?


Jane abrió los ojos sorprendida ante lo dicho por el pelirrojo, nunca espero que aquello fuera dicho y también corrían el riesgo de ser atrapados... pero valía la pena si iba a estar con quién amaba.


—Si, acepto.







Y en aquella noche ambos huyeron, después por los lugares simplemente se mencionó que la princesa había sido secuestrada por alguien de confianza y todo fue un caos tratando de encontrar a la princesa. Sin embargo, nunca lograron encontrarla.


Por otro lado estaba Jane y Nathaniel viviendo juntos mientras ambos trabajaban en el campo junto con sus dos hijos. Viviendo una vida plena que no hubiera pasado si Jane se hubiera quedado.

LyubovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora