21. Invierno

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La Catedral de Southwark estaba abarrotada de personas que esperaban expectantes la llegada de la novia, ahí sólo se encontraba la más alta sociedad de Londres, pues el magnate de negocios Draco Malfoy contraería nupcias con la hija menor de los Greengrass, otra de las familias más adeineradas de aquel círculo.

Por supuesto, el enlace era parte de un contrato, los Malfoy y los Greengrass habían pactado ese matriminio desde el nacimiento de sus respectivos hijos, y sí, no existía amor en todo aquello, pero siendo educados bajo estrictas reglas sociales los involucrados no podían oponerse a nada, aún cuando ninguno sentía amor por el otro.

Así, que el novio esperó en el altar a su prometida, con su porte galante y rostro carente de emoción alguna, pero por dentro la ira burbujeaba y le carcomía el alma, y se dijo nuevamente que era un cobarde...

La música sonó y los invitados se pusieron de pie, la novia había llegado. Venía del brazo de su padre, él con su traje de diseñador y una enorme sonrisa en el rostro; ella con un hermoso vestido estilo vintage, con escote barco y una amplia falda de tul forrado.

Astoria Greengrass lucía elegante y el maquillaje resaltaba sus ojos verdes que carecían de aquel brillo especial que dicen poseer las futuras esposas, en ellos más bien, podía verse una inmensa tristeza. El ramo de rosas blancas iba apretado fuertemente entre su mano, ni siquiera le importó que una espina se le clavara, pues el dolor la mantenía anclada a su parte más racional.

Llegó por fin al altar donde su padre se la entregó a Draco, que la recibió sin ningún tipo de comentario, así la ceremonia dio inicio. Para Astoria, las palabras del sacerdote fueron ecos lejanos y distorsionados, su mente y su corazón se debatían en una lucha...

¿A quién debía escuchar?

- Astoria Greengrass, ¿aceptas a este hombre como tu legítimo esposo?

Aquella pregunta fue el detonante para que su corazón se sacudiera contra su pecho, las lágrimas empañaron su mirada y aún con la garganta seca, las palabras salieron sin ningún problema de su boca.

- No, no acepto casarme con él - el jadeo de sorpresa fue general - no lo amo, pues mi corazón le pertenece a otro - el rubio sonrío pues sabía muy bien quién era el afortunado hombre - así como tu corazón le pertenece a otra, busca tu felicidad, Draco, hasta pronto - se despidió del chico dándole un beso en la mejilla.

Salió corriendo de la catedral, en medio de la confusión de los invitados y los gritos furiosos de su padre, vio su inconfundible cabellera y corrió en esa dirección.

Ronald Weasley había presenciado la entrada de la novia más no supo que ella había escogido escuchar a su corazón. Él había dado la media vuelta para irse y caminaba cabizbajo en dirección al Puente de Londres, su andar se detuvo cuando escuchó su voz llamándolo, se volvió y la vio correr a su encuentro.

Él también corrió hacia ella, a ninguno le importó el frío helado de principios de invierno o la mirada extraña de las personas que se preguntaban porqué una chica con vestido de novia corría hacia un chico que obviamente no era el novio...

Astoria se tiró a sus brazos y estos la recibieron sin dudar.

- No podía casarme amándote a ti, en esta batalla el corazón salió victorioso - dijo para luego juntar sus labios con los de él.

Un beso de amor con sabor a promesas y esperanzas de un futuro juntos.


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Fictober 2020Where stories live. Discover now