30. Bludger

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El otoño había arribado, era su estación del año favorita, porque no hacía ni mucho calor ni mucho frío, existía un balance o eso creía él. Aquella mañana de sábado la brisa soplaba de vez en cuando formando pequeños remolinos con las hojas que cubrían los jardines del castillo. Theo había denegado la invitación de sus amigos a Hogsmeade pues tenía una cita con la chica más hermosa de todo Hogwarts.

La esperaba sentado en un viejo tronco que se encontraba muy cerca de la cabaña de Hagrid, ahí habían varios serbales plantados que en esta estación lucían colores ocres. Ella le había dicho que ese lugar le gustaba mucho y que podrían hacer un picnic allí.

Se revolvió un tanto nervioso, bufando y rodando los ojos por tal acto de pérdida de control, pero siendo sincero consigo mismo, aquella era su primer cita con una chica y sumado a que es su chica, los nervios son el doble...

Trató de calmarse, limpio con un pañuelo las palmas de sus manos pues estaban un poco sudadas, sus ojos se dirigieron al sendero que conducía del castillo hacía donde él estaba, y su corazón comenzó a latir acelerado.

Luna venía caminando dando saltitos haciendo que su largo cabello rubio ondeara de un lado a otro, con sus pendientes de rábano moviéndose al compás de su andar y la falda de volantes color rosa pastel agitandose con el viento, para él fue como observar un hada; hermosa, frágil y dulce...

- Hola, Theodore - saludó dándole un beso en la mejilla.

- Hola, Luna - respondió él luego de tragar saliva.

Ella le sonrío y para él aquella sonrisa era lo mejor que podría tener en su miserable vida. Luna tomó asiento al lado del Slytherin, colocándose la cesta que traía en sus piernas.

- Los elfos me han ayudado con la comida, esperó te agrade el pudín de chocolate, será nuestro postre - habló con su dulce y melodiosa voz.

Theo no dijo nada solamente asintió. Ambos comieron sus sandwich y bebieron el jugo de calabaza, en silencio. De vez en cuando sus miradas se cruzaban, Luna le regalaba una tímida sonrisa adornada por el rubor en sus mejillas.

Terminaron la comida y ambos decidieron al mismo tiempo tomar de la cesta el pudín de chocolate, esto hizo que sus manos se tocaran... Ese toque provocó en ambos un escalofrío que les recorrió todo el cuerpo, sus pieles se erizaron y sus miradas se conectaron.

Sus corazones latían fuertes pero al unísono, Theo sin dudarlo entrelazo su mano con la de ella, se enderezaron y Luna posó su mirada en sus manos entrelazadas, volvió a sonreír tímidamente, sus mejillas se sonrojaron y volvió a conectar sus ojos azules con los negros de Theodore...

Él se deleito detallando su rostro, memorizando su mirada, una mirada cargada de ternura y amor, sus latidos se aceleraron aún más al caer en la cuenta que esa ternura y amor eran sólo para él... Se sentía afortunado de tenerla, así que sin pensarlo dos veces se acercó a ella, quedó a centímetros de sus labios y con los ojos cerrados aspiró su aroma, embriagando sus sentidos de su escencia y por fin juntando sus labios con los de ella...

Fue un beso suave, dulce, fue su primer beso.

Fue probar ambrosía, fue sentir que flotaba en el aire, fue amor puro y sincero...

Fue como ser golpeado por una bludger en la cabeza, que te deja mareado y viendo estrellitas girar a tu alrededor...

¡Oh Merlín! ¡Aquello fue sentirse en el puto paraíso!

Y estaba seguro que jamás se cansaría de besar aquellos labios que a él le sabían a gloria...

Y estaba seguro que jamás se cansaría de besar aquellos labios que a él le sabían a gloria

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Fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora