Prólogo

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El señor de los mares, observaba con el corazón apesadumbrado desde su palacio en el Olimpo cómo su hijo mataba al Minotauro.

Sabía muy bien lo que conllevaba esta gran hazaña para su futuro.
Su hijo se había unido finalmente al mundo de los dioses, y ésto, sólo le traería problemas.
Monstruos que lo perseguirian, encargues de los dioses, y lamentablemente, una vida corta y trágica, cómo todos los semidioses de los tres grandes que lo antecedieron.

Poseidón, a diferencia de la mayoría de sus hermanos, amaba a todos y cada uno de sus hijos semidioses, habiendo lamentado sus muertes.

-"Sabes que hay una alternativa, podrías enviarlo fuera de nuestro alcance".

-"Y dejarlo cómo comida para los monstruos, Hermes, está mejor en el campamento". Respondió el dios ya cansado.

-"A menos que.. Lo envíes más allá de los monstruos". Declaró Hermes, con una sonrisa pícara adornando su rostro travieso.

-"¿Y a dónde sugieres?". Preguntó un Poseidón interesado, con una pequeña chispa de esperanza floreciendo en su pecho.

-"¿Recuerdas ese extraño mundo dónde los mortales dominan los elementos?".

-"Si lo enviáramos allí, nunca tendría la oportunidad de hablar con mi propio hijo". Tronó.

-"Podría ayudarte a enviar mensajes a través de sus sueños. No obtendrás respuestas, pero aún podrías darle consejos y ayudarlo a adaptarse a su nuevo mundo". Contestó el mensajero con calma, acostumbrado al temperamento de su tío, después de milenios de conocerlo.

-"Quizás sea buena idea...". Hizo una pausa, con una mano en su barbilla, pensando.

-"Pero no creas que enviaré a mi único hijo mestizo a un mundo nuevo sin siquiera algo con lo cuál podría defenderse. Necesita un arma". Sentenció, haciendo otra breve pausa.

-"Le darás contracorriente, después de que Hefesto la hechice, para cortar la carne de los mortales, así como también la de los inmortales". Ordenó, después de pensar bien en todas sus opciones.

-"Oh.. Y qué se quede con su botín de guerra, maldición, si que se ha ganado ese maldito cuerno".

-"Por supuesto tío, cuándo el niño despierte, estará en un mundo nuevo". Respondió Hermes, mientras abandonaba el templo en un destello de luz.

-"Buena suerte hijo mío, espero que vivas una vida mejor que tus hermanos antes que tú". Susurró el dios, mientras veía el cuerpo de su hijo disolverse en una luz dorada.

Mientras lo hacía, un pensamiento pasajero entró en la mente del dios del mar.

Me preguntó cuánto puede un sólo semidiós arruinar un mundo entero.
Vaciló.
No, un niño no puede cambiar tanto.

Poseidón subestimó en gran medida la capacidad de su hijo para estropear las cosas, porqué Percy Jackson estaba a punto de cambiar su nuevo mundo para siempre.

Percy Jackson And The PrincessWhere stories live. Discover now