Capítulo 22

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Despertamos a eso de las nueve de la mañana del día siguiente, los rayos del sol se colaban entre las cortinas de seda de la habitación, ambientándola un poco. Sentí la mano de Peter en mi estómago, estábamos de cucharita y con cuidado me giré para mirarlo. Seguía dormido y pude admirar su cara, deteniéndome en cada lunar que tenía, recorrí con mi dedo cada facción, su nariz, su lunar y terminé en sus labios para que a los segundos, él despabilara un poco abriendo sus ojos, dejándome tener una invasión de su mirada verde y profunda.

—Buen día, rubio —dije. Una sonrisa tierna apareció en sus labios y me acerqué para darle un beso.

Después de estar un rato en la cama disfrutando la bella mañana en Venecia, nos dimos una ducha y salimos a recorrer la bella ciudad para buscar un lugar para almorzar. Entramos a los pocos museos que nos faltaban por conocer, deteniéndonos en varias tiendas de las calles pintorescas controlándonos por no comprar todo lo que veíamos. Paseamos desde la Plaza de San Marcos, subiendo a la Torre del Reloj, hasta los jardines Reales y terminando en un paseo en góndola a eso de la puesta del sol. El gondolero que se llamaba Fabrizio, hablaba un poco de español y nos fue hablando un poco de cada rincón que recorríamos por los canales, hasta que pasamos por debajo del puente de los suspiros y que después de contarnos su trágica historia, nos comprometió a besarnos justo debajo del puente y a minutos del atardecer, dando referencia a la leyenda del amor eterno y felicidad a la pareja que se besara en el Puente de los Suspiros.

Luego de turistear lo que nos quedaba, decidimos parar a cenar a restaurantes más locales para despedir nuestro hermoso viaje, pedimos lo típico de aquí, el Spritz y platos con mariscos. Regresando al hotel casi exhaustos, aproveché mientras Peter se daba una ducha para acomodar la ropa en las valijas y hacer una llamada.

Hola, guapa. ¿Ya listos?

—En eso estamos. Ahora se está duchando pero ya imprimí los tickets en la recepción.

Buenísmo, ¿a qué hora aterrizan?

—Yo creo que a eso de las cuatro de la tarde, igual te escribo cuando estemos a punto de despegar. —decía muy bajo para que no me escuchara Peter.

—Genial, entonces espero. Te quiero.

—Yo a ti. —colgué el teléfono y terminé de guardar las cosas.

Acomodé en una silla el outfit que me pondría mañana para viajar y dejé fuera mis cosas de baño para meterlas antes de irnos del hotel. Cuando Peter salió del baño, yo estaba totalmente acomodada en la cama lista para ver una película, esperé a que Peter se me uniera teniendo el olor de menta fresca de su shampoo y me pasó su brazo por detrás de mi espalda para que me acomodara sobre su pecho. Claro que a los pocos minutos de la película, comenzó a distraerme cuando me besaba la oreja y el cuello, lo jodí para que dejara ver la película pero al hombre le importó nada y siguió haciendo todo lo que yo en el fondo quería. Tuvimos una última noche en nuestra Venecia, llena de pasión y amor, disfrutando de la luna y las estrellas que se asomaban por el balcón.

Una vez en el avión, tuve la magnífica idea de copiarle a Peter de ver una película a todo volumen desde antes que despegáramos para que no escuchara nada. Estaba tan cansado que se durmió todo el vuelo y no se dio cuenta que habíamos llegado a Madrid hasta bajar del avión y estar esperando las maletas. Su cara de confusión y sorpresa me daba mucha ternura que me lo comí a besos, seguía sin entender y aún un poco adormilado, le expliqué. Cuando salimos por las puertas, vimos un cartel que tenía escrito "Pareja Laliter" en letras negras y grandes, algo que me hizo soltar la carcajada y detrás de ese gran cartel, los vimos de negro y gorras a la pareja internacional de todos los tiempos y colegas, Úrsula y el Chino Darín.

A Mi Manera 2Where stories live. Discover now