Capítulo 25

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Estaba probándome un segundo vestido totalmente exhausta después de pasar a cuatro tiendas diferentes y probarme más de veinte vestidos, Cande me esperaba en los sillones blancos detrás de una cortina gris. Salí con un vestido de encaje, botones en la espalda y de manga larga de la misma tela y unos tacones altos que prestaban en la tienda para que pudiera lucir más. La mirada de Cande se iluminó y sonrió automáticamente en cuanto me vió. Me detuve frente al gran espejo y me miré.

Miles de cosas pasaban por mi cabeza al ver esa imagen reflejada, me veía con un vestido blanco del cuál aún no estaba segura que me gustaba al cien por ciento pero solo de imaginarme vestida así, me hacía tener los pelos de punta. Mi amiga caminó hacia mí con una copa de champán en la mano y se puso detrás.

—Amiga... —soltó un suspiro— estás espectacular, me encanta. —La miré a través del espejo con una media sonrisa y deteniendo la lágrima en el ojo—. Hey, ¿qué pasa?, ¿no te gusta?, mirá que podemos cambiarlo, aún faltan varios que elegiste.

—No, no es eso. —Me limpié la lágrima que caía por mi mejilla— Es que, me entró lo sentimental, es una locura todo esto, ¿no?

—¿Qué te cases? —asentí— Es una locura porque te conozco desde chica y aún sigo sin poder creerlo, pero verte así de feliz y el saber que te casas con el hombre que amás de verdad, hace que sea una locura aún más especial. Tranquila amiga, vení. —Me giré hacia ella para recibir un abrazo cálido y amoroso.

—Me pica todo, no me gusta. —dije entre lágrimas y soltamos una risa las dos. Cande se separó de mí y me giró nuevamente hacia el espejo.

—Si no te gusta, a la mierda este vestido. Vamos a encontrar el indicado. —sentí las manos de Cande en mi espalda mientras desabrochaba los botones.

—Gracias. —La miré.

—No me agradezcas, Lali. Aquí estaré siempre.

—Yo lo sé, siempre lo has estado, hasta cuando no tengo ni idea de porqué estoy llorando ahora. —reímos.

—Son emociones juntas. —El vestido cayó sobre mis codos y lo detuve sobre mi pecho. —Andá a probarte el otro, aquí estaré.

Mientras caminaba hacia el vestidor, me tambaleé sobre los tacones sintiendo cómo caía al suelo. El grito de Cande lo escuché en eco sintiendo toda la sangre fría recorriendo mi cuerpo y un zumbido en los oídos. Empecé a ver borroso tratando de levantarme pero el peso de mi propio cuerpo no me lo permitía hasta que sentí la mano de Cande sobre mi brazo y junto a la chica de la tienda, me levantaban para poder sentarme en el sillón.

—Lali, ¿estás bien?, ¿me oís? —La miré aún con la vista borrosa pero asentí. —Tomá, es agua. —sentí un vaso frío en mi mano y mi amiga me ayudó delicadamente a darle un trago— ¿Mejor?

—Algo. —dije con dificultad. La cabeza me estallaba y poco a poco comencé a sentir nuevamente el cuerpo.

—Me parece que se te bajó un poco la presión, no te desmayaste pero estuviste a punto, boluda. ¿Comiste bien?

—Sí, no sé qué pasó. Fue de un momento a otro, pensé que me estaba dando un ataque de ansiedad otra vez. —Cande se sentó junto a mí.

—Pudo ser pero al parecer lo controlaste. ¿Te sentís mejor? —volví a asentir dando otro trago al agua— Vamos a cambiarte, fue mucho por hoy.

Me ayudó a quitarme el vestido por completo y a ponerme los jeans y la blusa que traía. Mientras terminaba de amarrarme los tenis, mi teléfono sonó del otro lado del vestidor. Cande me dijo que ella atendía, era Peter. Le contó que seguíamos en la boutique y sobre lo que había sucedido. Entendí por lo que decía Cande, que quería hablar conmigo pero le dijo que era mejor que viniera. Lo vi estacionar justo enfrente de la tienda y apresuró el paso para llegar a nosotras.

A Mi Manera 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora