Capítulo 40: Corazón descalzo

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Las semanas siguientes a la boda de Cheng y Ziyi fueron una prueba muy dura para Zhan, en primer lugar tuvo que afrontar la situación y hacerse cargo de la consultora mientras su hermano y su cuñada estaban en su viaje de bodas... en segundo lugar, las cosas empezaron a caminar en el corporativo ya que el pago de las multas que les había impuesto la autoridad se hizo en tiempo y forma. Eso le permitió volcarse completamente en el trabajo para tratar de olvidar un poco la pena por el error que había cometido con Yibo.

Sin embargo, las noches eran un completo infierno para él... llegaba a su departamento y antes de subir se quedaba un buen rato en el estacionamiento como si esperara para ver pasar el coche color plata de Yibo, fue ahí cuando tuvo oportunidad de darse cuenta de que además del vigilante, había un par de guardaespaldas que lo cuidaban día y noche... de los coches que había escuchado no hubo señales... ni tampoco le comentaron algo al respecto.

Cuando entraba al departamento tardaba en preparar la cena, incluso, la mayoría de las veces no tenía apetito... comía mas a fuerza que de ganas y permanecía horas mirando desde la ventana al estacionamiento deseando verlo de nuevo ahí. Lo que más le dolía era no saber nada de su esposo desde esa terrible noche... había mandado mensajes, había intentado llamar... había enviado incontables correos... y nada... ni una sola respuesta.

Todo eso lo desanimaba por completo, se sentía tan vulnerable y tan perdido... en varias ocasiones pensó en tomar un avión y lanzarse a las oficinas de la empresa minera en Alemania pero algo lo detenía... en esta ocasión, sabía que no tendría palabras para decirle a Yibo cuando lo tuviera de frente... lo había destrozado por una estupidez... por encerrarse en su egoísmo... por pensar solo en el... por no hablar. Todas las incógnitas sobre lo que sucedería con ellos le provocaban insomnio.

A la mañana siguiente, se levantó con mucha pereza... al revisar su teléfono encontró un mensaje de Fanxing y unas cuantas fotos de un paseo en las ruinas de Stonehenge en Reino Unido... cuando las observó se dio cuenta de que el jovencito le había dejado algunas pistas sobre Yibo, la última de ellas indicaba la fecha de la carrera de motociclismo con un mensaje: no pierdas la oportunidad... te extraña mucho aunque no me lo diga.

Zhan se quedó mirando una fotografía en particular... Yibo aparecía al fondo... de pie y mirando al horizonte a espaldas del magnífico monumento...- sigues estando tan hermoso como cuando te vi la primera vez en el aeropuerto... soy un imbécil... no debí decirte todas esas cosas- sollozó. Con pereza se levantó de la cama y revisó su agenda... todo estaba saturado y sin darse cuenta las semanas se habían convertido en meses... el mes de julio estaba por terminar.

-Tan rápido... parece que fue ayer cuando te fuiste- pensó. Suspiró profundamente y se limpió las lágrimas que asomaron a sus ojos. Fue directamente a la cocina y preparó un poco de café... sacó el pan tostado del empaque y la crema de avellana... no encontró fruta en el refrigerador y no era como si tuviera mucho para preparar algo más. De repente, sonó el timbre... se acercó lentamente a la pantalla del intercomunicador para ver quien era.

Zhan.- Ziyi qué haces aquí?- preguntó confundido.

Ziyi.- Vine a darte una buena noticia... es sobre tu cliente exclusivo... el señor Le Blanc...

Zhan puso los ojos en blanco y dio media vuelta para ir de nuevo a la cocina.- Aish... de seguro quiere algún otro boceto...

Ziyi se sorprendió al entrar al departamento, había un poco de desorden y por lo que había en los platos se dio cuenta de por qué su cuñado lucía cada vez más delgado.- Zhan... puedo saber qué es lo que está pasando contigo?... Cheng y tu papá también están preocupados por ti...

Zhan.- Nada... disculpa el tiradero... no he tenido mucho tiempo para ordenar el lugar... además... nadie viene aquí...

Ziyi.- Por qué no regresas un tiempo a la mansión?... Está bien que trabajes mucho pero tú nunca habías sido tan desordenado con tus cosas...

Tu SilencioWhere stories live. Discover now