[4] 𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐝𝐚𝐬: 𝐌𝐮𝐬𝐚

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Una pequeña Musa corría por una hogareña casita en Melody, dando pequeños saltitos ara así lucir mejor su pomposo vestido rojo con pequeños lazos de color verde

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Una pequeña Musa corría por una hogareña casita en Melody, dando pequeños saltitos ara así lucir mejor su pomposo vestido rojo con pequeños lazos de color verde. De repente, en un salto, no volvió a tocar el suelo y se dio cuenta de que alguien la había cogido en brazos. Giró la cabeza y vio a su madre, con su pelo semi-recogido y una enorme sonrisa mirándola con ternura.

- Musa por favor, ten cuidado. No querrás ensuciarte el vestido y no poder llevarlo esta noche, ¿no?

La pequeña negó rápidamente con la cabeza, así que cuando su madre la dejó en el suelo, corrió hasta su habitación para poner el vestido en su sitio y a salvo de cualquier mancha. Tras ponerse su ropa de siempre, bajó las escaleras tranquilamente, pero se para cuando escuchó a alguien toser. Siendo cautelosa, se acercó a la puerta de la cocina y observó a su madre tosiendo.

- Mami, ¿estás bien? – preguntó ella inocentemente.

- Claro que sí, debe ser el polvo de la cocina – mintió la mujer - ¿Quieres ayudarme a limpiar?

- ¡Sí! – asintió una inocente Musa.

Esa misma noche, la familia cenó tranquilamente, disfrutando de las delicias típicas de la época. Los tres llevaban ropas elegantes, pero la más contenta con su vestimenta, sin duda, era la hija de ambos. Después de cenar, Wa-Nin se encontraba recogiendo la cocina. Su hija se había ido a dormir, y ella y su marido se habían quedado viendo una película navideña, pero después de tanta comida, no podía culparle por haberse quedado dormido. Aburrida de la televisión se desplazó hasta la cocina para hacerse un té. Mientras miraba distraídamente la pared amarilla de la estancia, sintió una pequeña mano en su brazo. Sobresaltada, miró a la dueña de la mano y sus latidos se relajaron cuando observó que era su hija.

- ¿Qué hacer despierta cariño?

- No podía dormir, siento haberte asustado.

- No te preocupes – dijo sonriendo- ¿Quieres una taza de chocolate?

Musa asintió con la cabeza y mientras su progenitora preparaba su bebida caliente, ella escaló – debido a su corta edad- la silla para sentarse dejando el paquete que tenía escondido, tras su espalda en el asiento de su madre quien tras preparar la taza y dejarla frente a su pequeña, se percató del dorado rectángulo. Con cuidado tomó el paquete entre sus manos y con una expresión de interrogación en su rostro, miró a su hija.

- Quería ser la primera en darte tu regalo. Feliz navidad mami.

Con delicadeza quitó el brillante papel de envolver, encontrándose un marco de fotos, con corazones de cartulina morada pegado en los bordes, claramente se podía apreciar que habían sido hechos por la niña. En la foto aparecían madre e hija, la última en brazos de la primera, en el muelle de Melody, el lugar favorito de ambas.

Conmovida, Wa-Nin levantó a su hija en el aire para darla un gran abrazo, de esos que Musa llamaba "abrazos de oso".

- Te quiero, mami.

- Yo también, mi vida. Y siempre te voy a querer. Por muy lejos que esté.

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¡Hoy le toca a Musa!

Esperamos que lo améis tanto como nosotras. Cada día queda menos para navidad.

Disfrutad.

Disfrutad

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𝟤𝟧 𝖽ı́𝖺𝗌 𝖽𝖾 𝗇𝖺𝗏𝗂𝖽𝖺𝖽 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝖺𝗌 𝖶𝗂𝗇𝗑Where stories live. Discover now