[6] 𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐝𝐚𝐬: 𝐋𝐚𝐲𝐥𝐚

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Eran exactamente las 8 de la noche ese 24 de diciembre

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Eran exactamente las 8 de la noche ese 24 de diciembre. Por el castillo de Andros rondaban muchas personas invitadas a pasar esas fechas con los reyes del planeta. Por supuesto, nadie se negó a tener una grata velada llena de comida y diversión.

Todas las personas estaban entusiasmadas por el gran evento que estaba por acontecer, todas menos una.

Una adolecente de 13 años corría por los pasillos del palacio tratando de no ser vista por nadie. Se suponía que el evento empezaría dentro de poco y la familia real debía hacer acto de presencia, pero a la niña no le agradaba para nada esa idea.

Odiaba ser la princesa de un planeta. No le gustaba tener que estar callada y sin moverse por tanto tiempo. No le gustaba tener que seguir tontas reglas a cada minuto del día. No le gustaba tener que verse bonita y educada delante de personas que lo único que hacían era juzgarla. No le gustaba estar encerrada todo el día en un palacio. Haría cualquier cosa para cambiar todo eso.

Por eso, en esos momentos, corría para no ser hallada por nadie. Mientras doblaba una esquina se encarga de quitarse los zapatos plateados que le hicieron especialmente para la cena. También se encargó de tirar la tiara que llevaba puesta y deshacer el maravilloso peinado que sus doncellas le habían hecho.

Como puede llega a una de las salidas traseras del castillo y no duda en salir hacia el gigantesco jardín que rodea su hogar. Al instante el aire fresco de diciembre hace que su melena se mueva, además de también causar que se restriegue los brazos con las manos por el frio.

A pesar de eso una enorme sonrisa crece en su rostro al observar el hermoso jardín delante de ella. Ese jardín siempre significó la libertad que siempre quiso.

Con una gigantesca felicidad la adolescente empieza a girar de la alegría mientras reía por haber logrado su travesura. No tenía ni la menor idea de cuánto duraría esa pequeña libertad, pero estaba dispuesta a disfrutarla al máximo.

—¡Al fin! —exclama la de piel oscura sin dejar de bailar.

Sabía que después de esa travesura tendría muchos problemas con sus padres, pero en ese punto ya no le interesaba demasiado. Amaba a sus padres de todo corazón y nunca dejaría de hacerlo, sin embargo, ellos no entendían su necesidad de ser un alma libre por el universo. Esperaba que algún día lo hicieran.

La princesa levanta los brazos con pura felicidad, aunque esta se esfuma por completo en el momento en el que escucha un carraspeo a sus espaldas. Asustada por haber sido atrapada se gira esperando ver a sus padres o alguna de sus doncellas, pero grande es su sorpresa al ver a un muchacho como de su edad con cabellos azulado y mirada penetrante.

—¿Quién eres tú? —pregunta con el ceño fruncido ella.

—Creo que esa pregunta debería hacerla yo, joven desconocida bailando en los jardines del palacio —comenta el adolescente cruzado de brazos.

—No lo creo, yo llegué primero aquí, además eres el que invade mi privacidad en estos momentos, así que tengo el derecho a preguntar quién eres —contesta molesta la princesa sorprendiendo al muchacho.

—Ya veo. Tienes toda la razón —dice él impresionado por su tenacidad —Nex, mi nombre es Nex. Soy hijo del capitán Taylor de Lynphea.

La morena abre los ojos impresionada por su respuesta, eso no se lo esperaba. Normalmente los hijos de esa clase de personas no merodeaban los jardines, siempre se quedaban adentro con sus padres fingiendo estar interesados con la conversación.

—Bien, ahora, te sugiero que vuelvas dentro.

—¿Por qué? ¿Ni siquiera sé quién eres? —alega el muchacho.

—¿Por qué estás aquí? Niños como tu deberían estar adentro con una falsa sonrisa en la cara.

—Me aburrí, así que decidí salir —explica con simpleza.

—Bien por ti, ahora vete y no me molestes.

Nex la mira con ceño fruncido, molesto por eso, pero decide hacerle caso.

—Ok, entonces iré a la playa.

La joven lo ve alejarse con pasos calmados mientras silbaba con tranquilidad y por un momento se detuvo a pensar las cosas. Sabía que si se quedaba ahí no durarían demasiado en encontrarla y ella no quería eso, además ¿Qué tan malo era conocer a alguien nuevo?

Suelta un suspira antes de hablar —Espera.

Al instante el muchacho se detiene y voltea a verla.

—Iré contigo —dice mientras camina hacia él para alcanzarlo.

—Genial, más diversión —responde Nex con su típica sonrisa arrogante.

—Por cierto, mi nombre es Layla, hi... —se detuvo antes de termina de hablar, no le convenía decir quién era en realidad —Solamente Layla.

—Un gusto conocerte Layla.

«ØØØ»

Holis, aquí la navidad en la que Nex y Layla se conocieron sin saberlo.

Espero la estén pasado bien este fin de semana.

Nos leemos mañana.

Nos leemos mañana

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𝟤𝟧 𝖽ı́𝖺𝗌 𝖽𝖾 𝗇𝖺𝗏𝗂𝖽𝖺𝖽 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝖺𝗌 𝖶𝗂𝗇𝗑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora