[17] 𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐞𝐧 𝐃𝐨𝐦𝐢𝐧𝐨

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La navidad en Domino era esperada con ansias por sus ciudadanos, pues para ellos era una doble celebración. Por una parte, celebraban la navidad y por otra, el aniversario de la batalla contra las brujas ancestrales. Aquel día, donde lo perdieron todo. Sin embargo, ese dolor no les impedía celebrar grandes fiestas o adorar las casas y calles con brillantes luces. Desde que el planeta volvió a la vida, los domini decidieron celebrar estas fechas de una manera diferente: la noche del 24 al 25 de diciembre, los ciudadanos se reunían en la plaza más grande de cada pueblo en el que viviesen, vestían sus mejores galas para cenar. Cada familia llevaba un platillo diferente para compartir con sus vecinos.

En el caso de la capital, los habitantes no se reunían en la plaza sino en los jardines de palacio, donde eran recibidos por la familia real y deliciosos manjares preparados por los mejores cocineros de palacio. Enormes guirnaldas de espumillón y centelleantes luces daban la bienvenida hacia el lugar de la reunión. En el centro, un enorme árbol, sin ningún tipo de decoración, esperaba para cumplir su función.

Entre alegres conversaciones, deliciosas comidas y algún que otro baile, los asistentes disfrutaron de la velada. A las 12 de la noche, todos los invitados se reunieron alrededor del abeto. Todos llevaban un pequeño papelito entre sus manos. Había llegado el momento que hacía la navidad en Domino única.

En cada papelito, había escrito un deseo por la persona que lo cargaba. Cuando todos estaban preparados, prendían con fuego mágico el papel y lo hacían levitar hasta posicionarse en árbol, haciendo que este pareciese envuelto en llamas. Este acto, era llevado a cabo en cada pueblo y en cada cuidad de todo el planeta. Para los extranjeros, una escena tenebrosa, pero para los nativos, algo maravilloso y digno de contemplar. Cuando todos los deseos se habían posicionado sobre el abeto, todos se tomaban de las manos en círculos alrededor de las llamas, para entonar un típico y dulce villancico, compuesto por los primeros pobladores del planeta.

Tras acabar la melodía, los abrazos eran dados entre todos. Daba igual la raza, sexo o edad, en ese momento solo importaba el cariño y el amor. Algunos abrazos de alegría y esperanza, otros de tristeza y melancolía, por seres queridos perdidos años atrás.

La familia real del planeta se abrazó. Un abrazo que duró bastantes segundos, pues era la primera navidad que podían pasar los 4 juntos. Al separarse se miraron entre ellos a los ojos y no hicieron falta palabras para saber, que ese año, ninguno había pedido un deseo en su pequeño papel. Aquello que tanto habían anhelado por tantos años, se había vuelto realidad. Volver a estar los cuatro juntos. Volver a ser una familia, aquella que nunca pudieron ser.

 Volver a ser una familia, aquella que nunca pudieron ser

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𝟤𝟧 𝖽ı́𝖺𝗌 𝖽𝖾 𝗇𝖺𝗏𝗂𝖽𝖺𝖽 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝖺𝗌 𝖶𝗂𝗇𝗑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora