Uno.

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Dormía placidamente. Sus ojos estaban cerrados y la expreción en su rostro era neutra. Eran las 1:54 p.m y él seguía durmiendo. Esa noche había ido a una fiesta con sus amigos y había tomado a más no poder. En palabras bulgares... Se había puesto hasta el culo de ebrio.

La puerta de su habitación se abrió de golpe y una mujer de unos cincuenta años de edad, aproximadamente, entró con un vaso de agua helada en la mano.

Se acercó hasta su cama y luego dijo:

- ¡Axel Doson, son casi las dos de la tarde y sigues durmiendo!

Pero a él ni un pelo se le movió, es más, roncó aún más fuerte.

La mujer volcó todo el líquido que contenía el vaso en su cara.

- Pero que rayos... - Dijo levantándose de golpe mientras trataba de secar su cara. - ¡Estas loca, mujer! - Dijo molesto.

- Es hora de que te levantes y busques un trabajo... - dijo la mujer molesta.

- Mamá es sábado. - musitó apenas mientras se estiraba y botezaba.

- ¡Estoy cansada de que estes de vago! - Chilló.

- Pero ya dejé mi curriculum en muchos lugares y aún no me han llamado. - se excusó él.

- Por lo menos deberías ayudar a tu padre con lo de la carpintería... Para tener dinero para salir con tus amigos y dejes de gastar el dinero de tu padre. - Dijo abriendo las cortinas de la desordenada habitación.

- A papá nunca le parece bien lo que yo hago...- frunció un poco el ceño por la luz cegadora que entraba por la ventana. - busca siempre un defecto para arruinar todo lo que hago. - dijo poniéndose una remera para ir al baño.

- Como sea, Axel, ya no quiero que estes aquí de vago. - Dijo su madre yéndose a la cocina.
La "Dura" vida de Axel Doson. Después de salir de la secundaría, Axel dejo pasar un poco el tiempo antes de ir a inscribirse en una universidad, ya que no sabía muy bien de que quería trabajar... Se dejó influenciar por sus amigos y terminó yendo religiosamente todos los fines de semana a bailar y tomar.Gastando plata que no era de él, sino la de su padre que se mataba haciendo muebles para venderlos y poder mantenerlo a él y su madre.

Pasaron un par de años más y Pamela - La madre de Axel. - Comenzó a cansarse de tener un vago en la casa y hacia más de tres meses que venía con eso de insitirle para que buscase un trabajo.

Axel no quería, él todavía tenía pensado en seguir la joda loca de los fines de semana y dormir hasta tarde todos los días restantes.

Se fue al baño y lavó su cara y sus dientes. Se miró en el espejo y se dijo a sí mismo: Axel, hoy estas guapísimo.
Si... él podía llegar a ser un poco... egocéntrico.

Se puso sus Jeans gastados y una remera color blanco.

- Ya vuelvo. - dijo antes de salir de la casa con las llaves de su moto en la mano.

Se puso sus gafas de sol y se fue a dar un par de vueltas por las calles de Nueva York.

En cambio ella se levantó muy temprano y recibó el diario como todos las mañanas. Hizo café y se colocó sus lentes de lectura para poder leer en la cama.

Estaba de suerte, ya había terminado con un negocio que había salido como ella lo había planeado y solo tenía que hacer papeles en la oficina hasta que le surgiera otro negocio. En la empresa de contadores y financiación en la que trabaja, Elizabeth era una de las empleadas más eficientes de todas, y quería un asenso, una oficina más grande, un reto más grande. Por ahora ella solo se ocupaba de cosas menores, cosa que ya no le parecia un reto... ella quería algo más dificil algo que le llevara días o quiza semanas. Le gustaba demostrar que podía superarse cada día más. Tenía su propio apartamento, su propio auto, sus propias cosas... A pesar de tener tan solo 23 años llevaba una vida realmente hecha y derecha.

Se hicieron las 12:00 del medio día y ella salió a hacer un par de compras, luego de volver, cocinó algo rápido y continuó con los quehaceres de la casa. Era una chica bastante ordenada que le gustaba mantener todo impecable y rechinando de limpio. Tampoco le costaba, no había tantas cosas que limpiar.

Esa tarde, Elizabeth, recibió una llamada de su madre diciendo que debía decirle algo muy importante. Elizabeth, curiosa se cambió y salió de inmediato a casa de su madre.

Tocó el timbre de la majestuosa casa con berjas de hierro pintadas en negro y una puerta de algarrobo gigante con varios dibujos tallados que su madre había mandado a hacer exclusivamente.

Una señora de unos cuarenta o cincuenta años, apróximadamente, abrió la puerta.

- Hija estaba esperándote. - dijo su madre dándole permiso para que pasara.

- ¿Qué sucede mamá?

- Tengo que darte una noticia.

- ¿Buena o mala? - preguntó interrumpiéndola mientras se sentaba en el gran sofá del living.

- No sé como la tomaras pero visto a que no tienes una pareja estable y que las cosas con James no duraron,he decidido conseguirte un pretendiente.

- ¿¡Qué!? - dijo Elizabeth exaltada. - Quién te dijo que podías decidir por mi al escojer un nuevo novio. - dijo molesta.

- Eli es hora de que encuentres una nueva pareja... O viviras sola y considerando que eres mi única hija quiero que te cases y tengas hijos. También quiero que mi futuro yerno, sea alquien de nivel que pueda darte todo lo que no te dimos tu padre y yo.

- Por favor mamá, solo tengo 23. - Dijo enojada levantándose del sofá. - Es ridiculo, no quiero formar pareja con nadie... si me separé de mi antiguo novio es porque no me convenía estar con él y no sé porque te estoy contando esto, creo que soy lo suficientemente adulta como para dirigir mi vida ¿No crees? - dijo más que alterada.

- Me preocupo por ti. - dijo su madre un poco molesta.

- Esto es tonto, me voy. Ah y dile a ese muchacho que no estoy interesada.

- Pero, Elizabeth...

- Mamá no vuelvas a hablarme, te sobre pasaste con esto.
Su madre la metiche.

Eso era el colmo... Estaba cansada de su madre. Siempre queriendo controlar su vida. La Sra. Taylor, al tener solo una hija, era muy muy pero muy sobreprotectora. A Elizabeth le había costado convencer a su madre que la dejara vivir sola mientras estudiaba y por consecutivo vivir y hacer su vida sola sin depender de nadie. Pero como siempre la Sra. Taylor seguía pendiente de ella y de su vida.

Elizabeth salió de la casa de su madre muy enojada.

Subió a su auto y mientras manejaba recibió una llamada.

- Hola. - contestó sin mirar la pantalla.

- Eli, ¿cómo estas? Hace mucho que no hablamos. - una voz alegre canturreó del otro lado.

- ¡Cami! - Exclamó. - Es cierto... eso del negocio de los rusos me tenía muy ocupada.

- Tengo una propuesta para tí.

- Dime, traviersa. - Rió ella, sabiendo que las propuestas de su amiga Camila era futuras locuras.

- Ir a Las Vegas.

- ¿En serio?- Se sorprendió.

- Si... Este fin de semana es largo y planeabamos con Mía tomar un vuelo a Nevada, apostar unas fichas, conocer chicos... ¿Te sumas?

Elizabeth lo pensó varios minutos... pero luego recordó que su madre estaría molestándola con un tema tan absurdo como el del novio así que luego pensó que no era mala idea.

- Ok, iremos a Las Vegas.

- ¡Perfecto! - Chilló Camila.

- Te llamo cuando llego a casa, estoy conduciendo.

- Ok, adios.

A Elizabeth le vendría muy bien un fin de semana de diversión.

Siempre hay una primera vez.Where stories live. Discover now