Capítulo 20

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Otra vez

Todo se encontraba en silencio cuando Kevin entró en su departamento. Solo cuando cerró la puerta, pudo escuchar el sonido de la ducha. Sonrió para sí mismo, mientras dejaba su mochila sobre la cama. Miró el reloj sobre la pared, eran las seis, uno de sus profesores había faltado y él había llegado una hora antes a casa.

Qué lindo era eso. Kevin sabía que llegaría cada día después de clases y el departamento ya no estaría vacio, sino que habría alguien esperándolo. Alguien que lo necesitaba y pronto serían dos los que lo iban a necesitar. Tendría que buscar un empleo por las mañanas, no podía seguir dependiendo de sus padres y padrino para todo. Iba a ser padre, tenía que volverse responsable.

Ser padre, lo asustaba más de lo que quería reconocer, pero a la vez le dejaba en el pecho esa sensación extraña y abrumadora de felicidad. Eso era lo que Nes no entendía, que Kevin no estaba siendo piadoso al cuidarla, sino tremendamente egoísta. Él la quería solo para él y a ese bebé también, los amaba a los dos, tanto si les pertenecía como si no.

— Amor, ya volví —anunció Kevin saliendo de su ensoñación y sacó el helado, que había comprado, de la bolsa para ponerlo en el congelador.

No recibió contestación. Tal vez ni lo había escuchado. Kevin se acercó al baño y entreabrió un poco la puerta, lo suficiente para hacerse escuchar sin que ella se sintiera incomoda.

— Bonita... —la llamó tratando de distinguir su silueta a través del vidrio esmerilado de la ducha.

La descubrió hecha un bollo en un rincón de la misma. Sin pensarlo corrió hasta la ducha y abrió el vidrio de la misma de par en par. El agua caía ya fría sobre el cuerpo desnudo de Vanesa, que tenía la cabeza apoyada contra el azulejo y la mirada perdida. El miedo corrió por la sangre de Kevin.

— Nes, ¿pasa algo? —ella no respondió— Vamos, amor, no me asustes... ¿El bebé está bien?

Vanesa levantó la mirada hacia él y una lágrima cayó por su mejilla. Ella no quería que él la viera así, había contado con que aún le quedaba una hora para recuperarse, pero no fue así. Y en ese momento no sabía que debía decirle. Los ojos llenos de terror de él la observaban esperando una reacción de su parte, pero como ella no podía dársela tuvo que hacer algo.

Kevin, pasando un brazo por debajo del agua, apagó las canillas; tomó la toalla que colgaba de gancho junto a la ducha y levantó a Vanesa, envolviéndola en ella. La acunó contra su pecho, sin prestar atención a su anatomía. Le aterraba la idea de que algo malo estuviera pasando. Aunque estaba mojada la deposito en la cama.

— Vanesa... —la llamó de nuevo y ella volvió a hacer caso omiso a sus palabras— Vamos, Caperucita, mírame... ¿Qué te sucede?

Flash back

Kevin se había ido a clase hacia como dos horas. Nes se entretenía leyendo, recostada sobre la cama. Luego de charlar con Nené había decido volver a su plan inicial e irse a vivir juntos al departamento de él. Y aunque su abuela estaba feliz de que ella lo fuera, sabía que la extrañaría mucho; por lo que Nes se prometió ir a visitarla seguido y hacerle prometer a Kevin que la llevaría al hospital el día que su hijo naciera.

Su celular sonó y ella dejo el libro de lado. Abrió el mensaje, era de Kevin, le recordaba que debía ir a comprar las vitaminas, que con todo lo de la reconciliación no había comprado el viernes por la tarde. Tampoco se había acercado a la farmacia durante el fin de semana pues había estado ocupada en su mudanza, a pesar de que no tenía mucho que mudar. Sonrió, feliz de que su novio se preocupara por ella. Salió de cama. Debía ir a comprar las vitaminas. Cogió el dinero, que a pesar de sus quejas Kevin había dejado para ello y se encaminó a la farmacia.

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now