Capítulo 13

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Feliz, feliz cumpleaños

— Deberíamos hacer algo este finde —decía Pamela mientras caminaban hacia la salida del colegio—. Digo, para festejar…

— No lo sé… —dudó Nes conociendo a su amiga.

— No me refiero a salir —agregó ella como si supiera lo que pensaba—. Podrías venir a dormir a casa el sábado hacemos una torta, miramos una peli...

— Eres incorregible —le dijo con una sonrisa—. Okey acepto.

— ¡Sí!

Mientras Pamela festejaba su victoria con una bailecito, alguien se les acerco por detrás a las amigas y le tapo los ojos a Vanesa con una mano.

— Kev —adivinó ella.

— Uf… Ni si quiera he dicho nada —se quejó Kevin liberándola de su ceguera—. ¡Feliz cumpleaños! —le alcanzó una magdalena que llevaba una velita encima.

— Gracias, te quiero —Nes le dio un beso en la mejilla y luego pidió su deseo antes de soplar la velita.

Se hicieron las presentaciones pertinentes. Pamela estaba contenta de al fin conocer al misterioso chico que andaba con su amiga, por lo que comenzó enseguida con el cuestionario de rutina hasta que fue interrumpida.

— Pame —Emiliano salía por la puerta del colegio—, te he estado buscando por todos lados. ¿Nos vamos?

— Si, amor —Pame hizo una mueca que provocó la risa de Nes—. Me temo que tendré que seguir en otra oportunidad. Un gusto conocerte, Kevin —le dio la mano y luego saludo a su amiga—. No te olvides, el sábado en casa.

— Si… —sonrió— Adiós, Emi…

— Nos vemos, Vanesa —agarró a su novia de la cintura y se alejaron caminando.

— ¿Y ahora qué? —preguntó Kevin cuando se quedaron solos.

— Tenemos un compromiso.

— ¿Tenemos?

— Si, mi hermana nos invito a almorzar en el Mc Donald.

— No la hagamos esperar.

Así se pusieron en marcha, con Vanesa contándole que Pamela le había regalado una remera, que Joako le había mandado un mensaje, que su hermana le había llamado esa misma mañana antes de ir al cole y que en su casa nadie había abierto la boca ni para recordad la fecha.

— Pienso irme de allí —dijo Nes pensando en voz alta.

— ¡¿Qué?! ¿Y a donde piensas irte? —cuestionó él asombrado.

— No lo sé… Sonia me dijo que aunque le gustaría no me puedo quedar con ella, su marido y yo no somos muy amigos que digamos —se encogió de hombros—. Ya encontraré donde quedarme, pero no pienso seguir mucho más en casa. Ya no lo aguanto.

— Veo que estas decidida —Nes asintió y Kevin suspiró—. Entonces vente a mi departamento conmigo.

— ¿No crees que ya he abusado demasiado de tu bondad? —comentó como si nada— Puedo arreglarlo sola.

— Ni hablar, ¿qué se supones que harás? ¿Trabajar? No, ni pensarlo. Vamos a hacer esto, espera unas dos semanas, para que nadie pueda negar que tengas 18 y te mudas conmigo.

— Yo no puedo hacerte eso.

— No te lo estaba sugiriendo —dijo él firme—. Simplemente te comentó como va ha ser. O eso o te quedas donde estas.

— Esta bien, me mudo contigo —decidió un poco ofuscada, estaba cansada de ser una carga para todos, pero él no le dejaba mas oportunidad que esa.

***

Nes abrió la puerta de su casa cuando el sol se estaba ocultando. Había pasado una linda tarde con su hermana, su sobrina, Kevin y Joako, que se les había unido después del almuerzo en la heladería. Debía admitir que no imaginaba pasar un cumpleaños tan bueno.

— ¿Dónde estabas? —su madre se le cruzó cuando se dirigía a su habitación.

— Salí con Sonia y Mili —mintió a medias.

— Te esperaba para almorzar —comentó Patricia con mala cara—. Al menos debiste avisarme que no venías.

— No creí que te molestara mi ausencia —dijo Nes anonadada.

— No te creo, ¿por qué ibas a salir con tu hermana y Mili? —cuestionó ella escudriñándola— ¿Dónde estuviste?

— Ya te lo dije, salí con Sonia y Mili —desde un principio había sabido que su madre no tenía buenas intenciones—, y si quieres saber el por qué, mira el calendario.

Nes trató de esquivarla para seguir su camino, pero Pat la tomó del brazo con fuerza.

— No me hables así.

— Entonces, no me trates así —suplicó Nes—. Ya he admitido que me equivoque, ¿por qué no puedes perdonarme?

— Porque lo que vos hiciste no se le hace a una madre… —le susurró con rabia— ¿Te das cuenta del ridículo en el que has convertido a tu familia? Aún no esta tan mal, pero con el tiempo se te notara y todos empezaran a susurrar a nuestras espaldas. Tendré que retirarme del grupo de la iglesia, tu padre se verá perjudicado en el trabajo por las habladurías… Nuestra vida terminara siendo una mierda…

— ¿Y no piensas en mi? Mi vida acaba de convertirse en una mierda —respondió Nes liberándose del agarre de su madre—. Estoy embarazada, cuando se enteren en el colegio me dejaran de lado como ya lo hicieron ustedes. Ya no tengo más opción de vida que hacerme cargo de mi bebé.

— Tienes otra opción —aseguró Pat tratando de persuadirla—, nos beneficiaría a todos…

— No quiero escucharte… No quiero que lo vuelvas a sugerir nunca más… —gritó ella agarrándose la cabeza— ¿Por qué? —su voz salió a duras penas— ¿Por qué insistes en matarlo? Mili es tu sol, ¿por qué no puede serlo mi bebé también?

— ¿Por qué? ¿Enserio quieres que te lo diga? —sonrió irónicamente— Milagros nació en el matrimonio, de una mujer intachable, tu hermana… y eso —dijo apuntando el vientre de Nes—, no es para mí más que el bastardo de una puta…

— ¡Yo también soy tu hija! —el grito le desgarro la garganta, mientras las lagrimas rodaban por sus mejillas.

— Pues ojala no… —fue lo último que dijo su madre inmutable.

Él corazón de Vanesa se detuvo por un segundo con su respiración, antes de que ella diera media vuelta y saliera corriendo por donde había entrado. Ya no podía permanecer mas allí, ya no podía aguantar… En menos de cinco minutos lo que había sido un excelente día terminó siendo todo lo contrario. Ahora solo podía acudir a un lugar que la haría sentirse mejor.

Se subió al primer taxi que paro a su seña y no le importo lo que debería pagar tan solo llegar rápido. Cuando el coche paró delante del gran edificio, agradeció por dentro mientras pagaba y se bajaba. Pero cuando creía que nada podía hacerla sentir peor, el destino la sorprendió…

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now