Capítulo 24

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Malas noticias

Kevin detuvo el auto frente a la dirección que Joaquín le había dado, pero no parecía haber nadie, pues las persianas estaban bajas y no salía ningún sonido de la casa. Sin embargo se apeó y fue tocar la puerta. Nadie abrió.

— Si buscas a los señores no están —la vecina del lado le habló por encima del paredoncito que separaba sus casas—, se fueron de viaje.

— En realidad buscaba a Diego —todo esto lo dijo con una sonrisa para no levantar sospechas.

— Salió hace un minutito, pero debe estar en el kiosco de la esquina... —la mujer señaló hacia la derecha y Kevin pudo ver que a unos metros había un cartel verde que decía Maxikiosco Camelia

— Muchas gracias —Kevin volvió a su auto y arrancó.

Volvió a parar una cuadra más adelante, donde estaba el kiosco que la mujer le había dicho. Fuera había dos chicos fumando apoyados en la pared.

— ¿Quién es Dogo? —preguntó mientras volvía a bajarse del auto

— Yo, ¿quién pregunta? —Dogo se adelantó tirando la colilla de su cigarrillo al piso.

Kevin no esperó mas, salvó los dos metros que los separaban y estrelló su puño contra la cara de él. Dogo no se quedo atrás, respondió al golpe clavándole la rodilla en el abdomen. Kevin se retorció, pero volvió a enfrentársele y, dominado por las ganas de venganza, se le tiró encima haciendo que ambos cayeran contra el suelo. Rodaron asestándose golpes uno al otro.

— ¡¿Qué mierda...?! —tres chicos que salían del kiosco al verlos quitaron a Kevin de encima de su amigo.

Mientras dos sostenían a Kevin, otro ayudaba a Dogo a ponerse en pie.

— ¡Maldita sea! —Dogo escupió a un lado mientras se limpiaba la sangre de la boca— Te voy a hacer pedazos, boludo... Llévenlo al callejón voy enseguida.

Los tres chicos asintieron si decir más y, a golpes, arrastraron a Kevin a un callejón. Un rato después entró Dogo seguido del otro chico que fumaba con él.

— Se puede saber quien mierda eres... —se acercó a Kevin y lo miró cara a cara.

— No te importa quién soy... —Kevin mantuvo la compostura a pesar de ser superado en número—. Solo puedo decirte que venía a dejarte un pequeño regalito para devolver lo que le hiciste a mi novia.

— ¿Tu novia? —él aludido entrecerró los ojos serio—...Oh, tú debes ser el guardaespaldas de Nes, ¿verdad?

— ¡Maldito hijo de puta! —se removió entre los brazos que le apresaban con la intención de darle una patada, pero un puñetazo en el rostro lo obligó a dejarse caer de rodillas.

— ¿Qué fue lo que te dijo tu noviecita? —preguntó Dogo en tono burlón— Seguro te inventó una historia fascinante, pero te aseguro que nunca dicen la verdad... Ella lo disfruto... ¿Te dijo lo contrario? Si la hubieras escuchado gemir no le creerías tanto...

 Con la adrenalina provocada por la furia que se apodero de él, Kevin logró desprenderse de sus captores y golpeó a Dogo en el vientre doblándolo por la mitad. Enseguida fue reducido por demás compañeros de Diego.

— Te crees muy inteligente... —dijo colérico Dogo cuando recuperó el aliento— Vamos a ver cómo te va ahora.

Le sonrió con un brillo perverso en sus ojos. Con un gesto de la cabeza ordenó que lo soltaran y se lanzó a por él. Lo golpeó en el pecho y en la cara, no sin que Kevin intentara defenderse. Pero ellos eran más y los amigos de Dogo lo ayudaban golpeándolo también. Cuando ya no pudo seguir ni de rodillas recibió una patada en el pecho, que provocó un crujido. De seguro le habían roto una costilla.

Caperucita RojaWhere stories live. Discover now